Con las puertas cerradas y sin ninguna actividad desde su construcción. Así se encuentran cuatro instalaciones municipales debido a la falta de dinero del Ayuntamiento para ponerlas en marcha, pese a que el presupuesto total de los proyectos superó en su día los seis millones de euros, financiados en su mayoría por el Gobierno de España y el Consell.
La instalación más costosa de las cuatro cerradas se encuentra en Vía Parque, frente al parque Lo Morant. Allí, en septiembre de 2011, se concluyó la construcción de una piscina cubierta, que costó 3,8 millones de euros a cargo del Plan E. El complejo, además de la piscina de 25 metros, cuenta con otra pileta de inferiores dimensiones y un pequeño gimnasio. Pero todavía nadie ha podido disfrutar de un baño en la instalación municipal, que se encuentra inmersa en cuestiones administrativas. El Ayuntamiento, ante la imposibilidad de asumir los casi 800.000 euros que cuesta el personal y el mantenimiento anual, está elaborando el pliego de condiciones para que una empresa privada gestione el complejo. «Vamos a intentar que las condiciones sean atractivas para que sean varias las empresas que se presenten al concurso.
Esperamos que en unos seis meses ya esté todo listo y se pueda abrir la piscina», explica el concejal de Deporte, Mariano Postigo, quien califica de «error» la construcción de la instalación debido a las maltrechas arcas municipales y el costoso mantenimiento que acarrea una piscina.
Pero ésta no es la única dependencia deportiva que se encuentra cerrada. En Villafranqueza se lamentan de que la pista polideportiva construida en 2010 aún no haya podido ser utilizada por los vecinos. En este caso, el problema económico no sólo afecta al Ayuntamiento, sino también a la empresa adjudicataria del proyecto. Concluida la construcción, se detectaron ciertas deficiencias, pero la empresa entró en concurso de acreedores... «y desapareció», según Postigo. «Hemos solicitado el rescate del aval de 30.000 euros para arreglar los defectos, pero el proceso es bastante lento», explica el concejal. Tanto, que después de más de tres años y 700.000 euros invertidos, todavía no ha entrado en funcionamiento.
La primera fase del proyecto incluía una pista polideportiva, dos vestuarios y una cafetería. Pero había más. La segunda fase, según relata Postigo, recogía la construcción de un campo de césped artificial de fútbol, mientras que una tercera fase contaría con un parque y una charca, que posteriormente los vecinos solicitaron que se cambiara por un velódromo. Ahora todo suena a quimérico.
Algo más cercana parece la apertura del centro social de Tómbola, que -según asegura el concejal de Acción Social, Antonio Ardid- abrirá sus puertas en breve, después de dos años con la puerta cerrada y un coste de 1,2 millones de euros, sufragados gracias al dinero invertido por el Plan Confianza de la Generalitat. «Queremos entregar las llaves en unos días, el centro ya está amueblado, gracias a 30.000 euros que hemos rascado de donde hemos podido, con un gran esfuerzo», señala Ardid, respecto a un centro social que se autogestionará por los vecinos del barrio, ante la imposibilidad presupuestaria del Ayuntamiento de destinar a conserjes.
Más lejos se adivina la apertura de la cuarta instalación, situada en El Pla. El controvertido barracón, que costó unos 400.000 euros del Plan E en el año 2011, aún no tiene una finalidad concreta. «Estamos intentado buscarle una utilidad. Nuestro principal objetivo en este momento es encontrarle provecho, ya que se realizó una importante inversión, pero tenemos claro que el Ayuntamiento no puede destinar ni un euro a la instalación», agrega Ardid.
En total, cuatro instalaciones municipales, con un coste de unos seis millones de euros, y que todavía no han estado operativas ni un solo día tras años construidas.
