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Setas muy poco saludables

El espacio público urbano se nos da gratuitamente, no nos pide nada a cambio. El espacio público urbano no se construye con una intención o propósito: es el ciudadano quien al vivirlo descubre su sentido. Por el contrario, un espacio público se desvirtúa si se construye con una pretensión o finalidad, como en la reciente intervención de la calle de San Francisco dirigida a captar consumidores.

No se puede negar que el comercio constituye una actividad imprescindible para generar animación, diversidad y seguridad en el espacio urbano. Pero una cosa es reconocer esta lógica urbana y otra muy diferente es que el espacio público urbano se convierta en un rehén del comercio, como está ocurriendo en Alicante. Los cambios en la calle San Francisco en los últimos años lo ponen de manifiesto.

Se comenzó despeatonalizando la calle a instancias del comercio que sostenía que sin tráfico el comercio se hundía. El Ayuntamiento tomó nota y desarrolló una intervención de urbanización para permitir de nuevo el tráfico a lo largo de ella, todo ello con una solución, correcta, con un coste que no debió de ser bajo por la calidad de los materiales empleados. Poco después a instancias de lo comerciantes, comprobando que el trafico tampoco revitalizaba el comercio, se ha vuelto a peatonalizar de un modo mucho más radical con las setas como obstáculos al paso de vehículos (¿hay gálibo suficiente para que pasen vehículos de servicios, ambulancias, bomberos...?).

Hablando de historia. ¿Qué fue del llamado Plan Integral del Centro Tradicional presentado en mayo del 2003, que con una inversión de 33.087.750 euros deberían de aplicarse al barrio en un periodo de cuatro años? ¿Qué fue de las previsiones del mismo como: centro socio-cultural (biblioteca, ludoteca, etc.); centro de estancias diurnas para mayores; alojamientos compartidos mayores-universitarios; centro deportivo; servicio de ayuda a domicilio? ¿Qué fue del programa de rehabilitación de viviendas y fachadas contenido en el Plan Integral que bien gestionado hubiera tenido efectos muy positivos en el barrio?

La intervención en la calle de San Francisco es el paradigma de una manera de entender el espacio público urbano y las acciones sobre el mismo Se considera la calle como una superficie que lo soporta todo. Y la calle es algo más, es un espacio que tiene una forma, una escala, un carácter que le confiere la arquitectura de sus fachadas los pavimentos y el mobiliario, y todos aquellos elementos que configuran su paisaje.

La calle en la ciudad tradicional compacta es muy consistente ante la introducción de cambios, siempre que estos dialoguen con ella. Pero lo que se ha hecho en San Francisco es como un monólogo disparatado, estridente y fuera de escala, que parece destinado a desviar nuestra atención del paisaje arquitectónico de esa calle, donde todavía permanecen desde hace años, como testigos mudos de la desidia municipal, dos enormes telones polvorientos y descoloridos colocados para ocultar fachadas deterioradas.

¿Cómo es posible que un Ayuntamiento intervenido se gaste 66.000 euros en esta precipitada, efímera y chapucera intervención? Se ha montado un escenario de cartón piedra en donde, además de las setas, destaca el insólito tratamiento del piso con unas manos de pintura, solución totalmente rechazable no sólo desde el punto de vista de su adecuación a un entorno urbano, y de su pésimo gusto, sino de su discutible funcionalidad y mantenimiento. Se aduce que la intervención de San Francisco ha sido un éxito porque acude mucha gente y además les gusta. Es cierto, pero habría que preguntarse: ¿Se le han mostrado a los ciudadanos otras alternativas, alguna de las cuales podrían ser, sin duda, tan atractiva o más que lo realizado?

En Alicante se tiene la impresión que cada concejalía compite con las demás para introducir sus ocurrencias en el espacio público. Esta ciudad está sufriendo las consecuencias de una falta absoluta de coordinación municipal en las decisiones que afectan a la ordenación y diseño del espacio público: la operación de San Francisco se ha gestionado y dirigido desde la Concejalía de Tráfico (!). Debería de existir un mayor control y coordinación sobre cualquier acción que se emprenda en el espacio público a partir de una idea clara de un paisaje urbano consensuado entre todos.

El paisaje urbano de una ciudad educa la sensibilidad de los ciudadanos. Un espacio público diseñado y construido desde el rigor urbanístico, social, y económico, y desde la sensibilidad, tiene una dimensión pedagógica porque favorece que la gente que lo vive eduque su sensibilidad e incremente su sentido de pertenencia. Desgraciadamente las setas de San Francisco son muy poco saludables porque enfrentan a los ciudadanos en polémicas interminables que no contribuyen a que la ciudad avance.

(*) Firman también este artículo Verónica Amorós Botía, Daniel Domenech Espinar, A. Manuel Dura Sempere, Igor Dolbius, Jorge Flores Rodríguez, Dolores Hoya Esclapez, Noemí López Sáez, Ignacio López Torres, Laura Presencio Lorente, Sabela Reig, Carmina Revert, Iván Torregrosa Morales y Javier Urbán Martínez, alumnos de Urbanismo de 5º curso de la carrera de Arquitectura de la Universidad de Alicante.

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