¿Por qué eligió el Puente Rojo como trabajo final de carrera?

Desde el momento en que acabas todas las asignaturas de la carrera y empiezas a pensar en la última etapa, el proyecto, ésta se plantea como un trámite para algunos o como una forma de aprender conceptos y procedimientos nuevos para otros. En mi caso, en un intento por huir de los asuntos tipo que se proponen, le planteé a mi tutor, el catedrático Luis García Andión, realizar un trabajo diferente. Surgió el debate sobre la demolición del Puente Rojo en un momento en el que se hablaba de que la demolición supondría en torno a 15 ó 20 millones de euros, pero calculados por encima, es decir, sin datos técnicos fehacientes. Por este motivo, pensamos que sería una buena opción cuantificar cuál es el coste real, siempre estimado, de la demolición del puente desde un punto de vista integral (afecciones al tráfico, necesidad de obras auxiliares, contaminación acústica y ambiental y temas sociales) y planteamos la propuesta. Todo ello se proyectó siempre desde un punto de vista objetivo y técnico, al margen de nuestra opinión personal, pero, evidentemente, no es la única solución posible que se podría plantear.

Sostiene que los puentes se construyen para tener un vida útil de 100 años y el Puente Rojo tiene la sentencia de demolición dictada ya. ¿Comparte la idea?

No. Las infraestructuras, muy costosas en la gran mayoría de los casos, se proyectan a largo plazo. para amortizar el gran coste de inversión que suponen. Un puente puede tener una vida útil entre los 50 y 100 años, aunque si se le da un buen mantenimiento, podría durar muchísimos más. En este caso estamos ante una infraestructura viaria de 24 años de edad que, evidentemente, presenta un aspecto descuidado. No se le ha dado ni siquiera una mano de pintura a la estructura metálica por lo que, debido a la proximidad al mar y al ambiente marino, se ha desarrollado la corrosión, que afecta a toda la estructura. Ahora bien, este mal aspecto estético no es irreversible, y existen métodos y tratamientos que podrían recuperar su apariencia estética en las partes metálicas. A ello se podría añadir una revegetación de la zona inferior del puente, el tratamiento de las juntas de dilatación y otros aspectos puntuales que, en ningún caso, supondrán un coste de mantenimiento superior al coste de demolición y ejecución del paso inferior. ¿O acaso el paso inferior de la Gran Vía no habría que mantenerlo y rehabilitarlo cuando proceda? En definitiva, a mi juicio, la demolición supondría un despilfarro de dinero público que bien se podría invertir ahora mismo en mejorar otros puntos más debilitados de la ciudad. Parece incoherente que, de todo el proyecto contemplado en el plan especial, la demolición del Puente Rojo sea una de las pocas cosas sentenciadas y, más aún, que se deba a justificaciones subjetivas.

¿Considera compatible el parque central previsto tras soterrar las vías con el mantenimiento del Puente Rojo?

Evidentemente es compatible. Las pilas del vano central del puente tienen un gálibo de unos 8 metros. Ello no sólo permite la ejecución del parque lineal por la zona inferior, sino que supondría una segregación física de tráficos (vehículos y peatones) y ahorraría varios millones de euros en el proyecto. Es decir, evitaría la demolición del puente, la ejecución del paso inferior y la construcción de la glorieta superior que se plantea. Esta glorieta, de algún modo, supondría una interrupción del parque. En definitiva, la demolición sólo supone una disminución del ruido del tráfico (el mismo que soportan sin quejas el resto de vecinos de la Gran Vía que residen alejados del puente) y una mejora estética que, en principio, desconozco si nos podemos permitir económicamente en la ciudad. Es más, la solución al ruido y a la contaminación ambiental no pasaría por realizar un paso inferior. Sería mucho más eficiente la mejora de los sistemas de transporte público y el fomento de la intermodalidad entre ellos. Esto es, incentivar el uso del transporte público de la ciudad, en general, que actualmente deja mucho que desear, aunque parece que va mejorando poco a poco.

¡No se le ha dado una mano de pintura en 24 años! Desde su condición de ingeniera, ¿el mantenimiento de las infraestructuras es la gran asignatura pendiente de esta ciudad?

Desconozco el tratamiento que reciben otras obras emblemáticas de la ciudad o, incluso, el casco antiguo, pero sí es cierto que otras ciudades invierten más en su historia y eso se nota en el turismo y en la percepción del ciudadano cuando pasea por las calles. En el caso del Puente Rojo, pienso que la idea es demoler una estructura emblemática, turística y conocida de la ciudad para construir una infraestructura nueva equivalente que no aporta mejoras sustanciales y que supondrá una glorieta más.

¿Qué futuro inmediato le espera a un ingeniero de Caminos en España?

Ufff. ¡Si lo supiera! Ésa pregunta no han sido capaces de responderla ninguno de los políticos ni catedráticos relacionados con los ingenieros de Caminos, en mi caso. Y, aunque gran parte de la sociedad se empeña en que la solución está en irse al extranjero, yo, de momento, quiero pensar que alguien se tendrá que quedarse para mejorar la situación actual. Aunque cierto es que cada vez se requiere de más cualificación para obtener un trabajo. Ya no sólo vale con tener el título de Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos, que gran esfuerzo cuesta, sino que, además, se necesita saber inglés o alemán y dominar una serie de programas informáticos para cobrar un sueldo bastante reducido, aunque hay casos de todo tipo. Todo ello lleva años de preparación. ¿Cuándo se tarda en adquirir toda esa formación que se requiere de los superingenieros? ¿Cuánto cuesta? ¿Está al alcance de todos? La realidad es que muchos años, mucho dinero, y no, no está al alcance de todos los universitarios, desgraciadamente.