La que fuera la partida rural más poblada de Alicante en los primeros tres cuartos del siglo XX es en la actualidad, con 311 vecinos censados en 2016, una de las más deshabitadas, sobre todo teniendo en cuenta sus 13,2 Km2 de extensión. El abandono de la actividad agrícola y de la minería que impulsaron la actividad económica en la zona desde el siglo XVIII ha provocado la marcha progresiva de sus vecinos y, con ellos, la desaparición de muchos servicios.

Y no será por falta de atractivos. De hecho, en un paseo por la partida se pueden descubrir, además de restos arqueológicos romanos y medievales, vestigios de las minas de mercurio, decenas de casas cueva del siglo XVIII, depósitos de agua, lavaderos y viejas casas de labranza. Como la Casa Alcoraya en cuyo corral, como cuentan vecinos de la zona, se llegaron a acoger a principios del siglo XX más de 20 mulas para ayudar en los trabajos agrícolas, y que, pese a no estar bien conservada, evoca la vida rural del viejo Alicante cuando vivía en la finca una familia muy piadosa que mandó levantar una ermita junto a la casona. Por desgracia, nadie parece interesado en mantener el inmueble tras paralizarse un proyecto para abrir en la casa un hotel rural.

Todos estos elementos tienen gran potencial para la creación de rutas que harían las delicias de los amantes del senderismo, de la etnología y de la historia que los vecinos intentan desde hace años poner en valor. También pueden resultar atractivas para el visitante las muestras de la riqueza acuífera de la pedanía con la existencia de dos minas de agua en la montaña así como elementos hidráulicos, algunos aún en funcionamiento, como los depósitos de Aguas de Alicante. No hay que olvidar que el manantial de la sierra de las Águilas de La Alcoraya surtía de agua a Alicante en el siglo XIX y posteriormente también abasteció a Elche.

«Queremos potenciar la economía de la partida y fomentar el turismo rural», ha indicado a este respecto José Vicente Berenguer, vicepresidente de la asociación de vecinos La Amistad de La Alcoraya, una de las dos asociaciones de vecinos de la pedanía. Berenguer considera que «aquí hay potencial para crear rutas de senderismo y medio ambiente que se pueden difundir y parece que el Ayuntamiento está por la labor». Para ello, los vecinos creen necesario «que se recuperen los lavaderos y las minas de agua así como las minas de mercurio para que se puedan visitar, y una ruta por las casas cueva también puede ser interesante».

Igualmente, el presidente de la asociación de vecinos Santa Ana de la Alcoraya, José Agustín Delgado, ha planteado la posibilidad de que salga a la luz una publicación sobre las casas cueva. También creen que sería atractivo crear una ruta por el viejo camino de La Alcoraya hasta San Blas, y estudiar la posibilidad de abrir un mercadillo los domingos con productos artesanos y ecológicos para volver a poner La Alcoraya en el mapa. «Se trata de que la pedanía tenga vida porque aquí, excepto cuatro agricultores que siguen cultivando, los demás vecinos trabajamos fuera y sólo venimos a dormir», lamenta Delgado.

Otro problema que contribuye a este despoblamiento es la imposibilidad de construir. Tal como ha resaltado José Agustín Delgado, «en 1982 toda esta zona se declaró inundable y no se puede construir nada, sin embargo, tras la conexión con la AP7 y el AVE las conducciones de agua han cambiado y, por ejemplo, con las últimas lluvias aquí cayeron 179 litros por metro cuadrado y no se produjo ningún daño».

Lo que quieren los vecinos «es que se modifique el Plan General y se permita construir en unos 10.000 metros para que la gente joven pueda seguir viviendo aquí y no se tenga que marchar porque no puede levantar una casa», señala Delgado. Otra reivindicación por parte de las dos asociaciones de vecinos es que aumenten los controles de la planta de basuras de Fontcalent «porque a veces dependiendo de desde donde sople el viento, los olores llegan a la partida».

Pese a estos inconvenientes, los habitantes de La Alcoraya destacan la calidad de vida en la zona y su tranquilidad. «Yo tengo un piso en Alicante junto al Corte Inglés y lo tengo cerrado porque me gusta vivir aquí», señala José Agustín Delgado. Igualmente Faustino Quirant, vocal de la asociación La Amistad asegura que «llevo 60 años en la misma vivienda y no me he planteado nunca irme a vivir a otro sitio. Si me meten en un piso, me enjaulan».

Aunque en La Alcoraya no hay un nucleo urbano claro, los vecinos disponen desde hace 8 años de un centro social donde antiguamente se ubicaban las escuelas de la partida y que acoge cursos y talleres. Anexa al centro social hay una capilla en la que se da misa en fechas señaladas y en el exterior hay un pequeño parque infantil con columpios para los niños de la zona.

Pero el principal lugar de reunión de La Alcoraya es sin duda la plaza de Manuel Giménez Pastor, donde se realizan las fiestas de la pedanía en honor a Santa Ana el 26 de julio, que resultan curiosas porque aúnan su carácter de fiestas patronales -con los habituales juegos, cucañas, verbenas, paellas y concursos- con la plantà y cremà de una hoguera en pleno julio. Por otra parte, desde la pedanía hay otra jornada festiva en mayo para visitar San Pascual.

Transporte y seguridad

Con respeto a los servicios, en La Alcoraya, como en la mayor parte de las pedanías de Alicante, el transporte público resulta insuficiente. El autobús pasa cuatro veces al día y los vecinos están pendientes de que se apruebe el proyecto del Ayuntamiento del taxi por demanda. Por otra parte, los vecinos tienen previsto mantener próximamente una reunión con el nuevo subdelegado del Gobierno, José Miguel Saval, para reducir los robos en la pedanía.

José Vicente Berenguer ha indicado a este respecto que «el Ayuntamiento ha hecho una guía urbana donde figuran los caminos y casas de la partida para evitar que la Policía se pierda», pero considera que es necesaria más presencia policial, algo en lo que coincide José Agustín Delgado, quien cree que es fundamental que se destine personal policial fijo a las partidas para que lleguen a conocer la zona «porque si no, ante una urgencia pueden tardar horas en llegar».

Los niños de La Alcoraya van al colegio de La Cañada y, para ir al médico, los vecinos se trasladan a La Cañada o al Rebolledo. También han de trasladarse a otras zonas para hacer sus compras porque las cuatro tiendas que llegó a haber en la pedanía fueron cerrando poco a poco, al igual que sus bares, aunque hay uno abierto: «La cueva».

Ambas asociaciones de vecinos destacan la buena disposición que han encontrado por parte del nuevo gobierno municipal de Alicante a la hora de atender sus reivindicaciones entre las que priorizan la necesidad de promocionar La Alcoraya y aprovechar sus atractivos para convertir la partida en un enclave de turismo rural que, junto con la modificación del Plan General que permita construir en parte de la partida, posibilite un aumento de su población y la recuperación de algunos servicios.