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Las ardillas se hacen urbanas

La especie, que estuvo a punto de desaparecer de los montes, «coloniza» los parques de Alicante

Una ardilla en el campus de la Universidad de Alicante. isABEL RAMón

Que una ardilla cruce una transitada avenida del barrio de San Blas hasta perderse por los jardines de urbanizaciones, colegios, guarderías y centros de trabajo es cada vez más habitual, lo mismo que observarlas corretear por el campus de la Universidad de Alicante y por las calles llenas de palmeras de San Vicente del Raspeig. La especie se ha hecho urbana, colonizando los parques y espacios forestales de Alicante y otras ciudades de la provincia, donde se multiplican sus ejemplares al haber encontrado refugio y alimento, y no tener depredadores.

Es un fenómeno similar a la presencia cada vez más frecuente de cerdos vietnamitas en el extrarradio de las ciudades -en Alicante en el barrio del Cementerio- y a la de aves como las tórtolas turcas, las urracas y las palomas torcaces, que han volado desde el campo y de entornos más inhóspitos del extrarradio hasta zonas urbanas donde encuentran recursos sin explotar, sobre todo parques y jardines cuyo arbolado les sirve de refugio. «Son especies que hace 20 años no teníamos, que van entrando en las ciudades y encuentran lugares para anidar». Lo afirma Eduardo Galante, catedrático de Zoología de la Universidad de Alicante y director del Instituto Universitario de Investigación (CIBIO).

Una ardilla corre por la avenida Doctor Rico de Alicante

Una ardilla corre por la avenida Doctor Rico de Alicante

«En la Font Roja son muy abundantes y se han ido extendiendo en los últimos años de forma paulatina hasta las masas forestales urbanas. En las ciudades hay recursos suficientes y no tienen enemigos naturales, es decir, depredadores que puedan mermar su población. Pueden proliferar y se reproducen, porque hay zonas donde el alimento no es utilizado con fines silvestres. Las pinadas de las ciudades son un recurso sin explotar», afirma Galante.

La fuente principal de alimentación de las ardillas son las piñas y su fruto, aunque ocasionalmente se comen los polluelos de los pájaros. «Son graciosas, sobre todo verlas por el campus, pero en épocas de sequía pueden dañar las infraestructuras. Muerden el riego por goteo para beber».

El profesor titular de Ecología de la Universidad de Alicante, Germán López, señala que los estudiantes se interesan por cómo llegaron, barajándose que alguien las soltara o que aparecieran solas en el monte, y después hayan empezado a colonizar de forma generalizada los parques urbanos.

Los ecologistas defienden a este mamífero roedor cada vez más presente en los espacios verdes de las ciudades «No crean ningún problema, son animales simpáticos y nos alegra su presencia. La especie estaba desapareciendo por la caza y la falta de alimento, y ahora ocupa cada vez más territorio, en los ámbitos forestales del interior de la provincia y en las ciudades allá donde haya masas de pinos», señala Carlos Arribas, de Ecologistas en Acción.

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