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El calzado mira al ecommerce y a la clase media europea para salir de la crisis

Las empresas del sector temen caídas de hasta el 50% de su facturación este año y trabajan para evitar cierres masivos entre sus principales clientes: los comercios multimarca

Una fábrica de calzado en la ciudad de Elche. antonio amorós

En las fábricas de calzado del Vinalopó viven estos días pendientes de los distintos planes de desconfinamiento que anuncian los gobiernos europeos y, sobre todo, de si sus clientes volverán a levantar la persiana. Hace ya tiempo que el sector viene sufriendo con los cierres constantes de comercios físicos, ante el avance de los gigantes de Internet, y muchos temen que una parte significativa de pequeños propietarios o, incluso, algunas cadenas opten por echar el cierre definitivo al negocio, lo que convertiría en permanentes los daños que ya ha infligido la expansión del Covid-19 y sus consecuencias en esta industria.

Una actividad que, a pesar de las graves crisis que ha sufrido -como las que se vivieron en los años ochenta, cuando los norteamericanos decidieron llevarse su producción a otros países, o la de principios de los 2000, con la deslocalización de muchas fábricas al Sudeste asiático-, todavía mantiene alrededor de 2.500 empresas y da de comer a más de 20.000 familias en la provincia.

«Somos una actividad muy ligada al comercio y lo primero es saber cómo saldrá el comercio europeo de ésta. Será la clave para conocer el futuro que nos espera a corto plazo», recalca la presidenta de la Asociación Valenciana de Empresas del Calzado (Avecal), Marián Cano. Los industriales han empezado a echar cuentas y calculan que este año la caída de ventas puede rondar entre el 30% y el 50%, según apunta, por ejemplo, el director general de Wonders, Francisco Oliver. En cualquier caso, un impacto enorme que puede hacer tambalearse a las marcas que estén menos saneadas.

Además, se da por descontado que las consecuencias se prolongarán. Como mínimo, hasta el año que viene. «Lo que pensamos es que se verán afectadas tres colecciones: la de primavera-verano de este año, donde deberían estar realizándose reposiciones que ya se han perdido; la de otoño-invierno, de la que ya se tendrían que estar recibiendo pedidos; y la de primavera del próximo año, donde prevemos que habrá menos pedidos porque las tiendas tendrán todavía el stock que no han vendido este año», apunta la presidenta de Avecal.

Reconversión forzosa

Los empresarios eran conscientes desde hace tiempo de la necesidad de reconvertirse -de nuevo- y de apostar decididamente por el comercio electrónico. Pero nadie se esperaba tener que hacerlo a marchas forzadas, como todo indica que va a ocurrir. Y es que, en el mejor de los casos, Internet aportaba hasta ahora menos del 20% de la facturación de las compañías del sector, mientras que el resto seguía dependiendo de las tiendas físicas, principalmente establecimientos multimarca.

«Los que no tuvieran ecommerce van a tener que correr», asegura el director de negocio B2C de Unisa, Antonio Porta, una firma que en los últimos años había apostado fuerte por este canal. Aún así, a corto plazo, los esfuerzos de la compañía con sede en Monòver se centran en buscar fórmulas para ayudar a sus clientes y evitar su cierre. Fórmulas que pasan por el aplazamiento de los pagos, los descuentos en facturas o la colaboración para realizar promociones que ayuden a dar salida a la mercancía acumulada en los almacenes, en el momento en el que reabran las tiendas.

«Hay que entender que la situación del comercio va a ser muy complicada y que los plazos de pago se van a alargar, pero hay que darle oxígeno a todo el mundo», coincide el director general de Wonders, Francisco Oliver, quien señala que esta colaboración es otra forma de conseguir que la liquidez que la compañía ha obtenido de la banca, gracias a su buena situación financiera, llegue a estos clientes, que tienen más complicado conseguirla. A pesar de las dificultades, en la firma ilicitana son optimistas y tienen previsto volver a poner en marcha su producción este mismo lunes para empezar a preparar los pedidos que ya van llegando.

En cualquier caso, los fabricantes también son conscientes de que, más allá de la apertura o no de los comercios, la crisis económica derivada de las medidas para frenar el avance del Covid-19 también tendrá efectos sobre los consumidores finales y sobre el gasto que realizan. «La gente está aún pensando en la farmacia, en la salud de su familia, y lo de comprar zapatos es algo que puede esperar», señala Francisco Oliver. «El consumo de moda es muy sensible a las crisis, porque no se considera como un gasto de primera necesidad», señala, también, la presidenta de Avecal.

En este caso, además, preocupa la dimensión internacional del fenómeno. En la anterior crisis, la de 2008, el calzado logró iniciar su recuperación antes que otros sectores gracias al impulso de las exportaciones, que permitieron compensar el hundimiento del mercado nacional. Sin embargo, ahora los cierres y la crisis provocada por la pandemia sanitaria ha afectado en mayor o menor media a todo el continente europeo, donde se dirigen el 80% de las ventas exteriores del sector. «Nuestro principal cliente es la clase media europea y dependemos de su evolución y de los cambios de costumbre que experimenten», apunta Marián Cano.

Inversiones

Una opción sería buscar nuevos destinos, pero, como recuerda la presidenta de los industriales zapateros, «abrir nuevos mercados supone una inversión muy fuerte». Un desembolso que también es necesario para hacerse un hueco en la jungla que supone el comercio por internet, lo que apunta a nuevos cambios en la estructura empresarial actual del sector.

Así, todos los consultados coinciden en que una de las consecuencias más probables de esta nueva crisis es que se reduzca el número de empresas y que las que sobrevivan sean las de mayor tamaño. No en vano, uno de los mantras que más se escucha en los círculos económicos alicantinos en los últimos tiempos es la necesidad de que las empresas de la provincia ganen músculo, para tener la capacidad de competir en la nueva economía digitalizada, que va mucho más allá de vender por Internet. Implica utilizar todas las nuevas herramientas que han aparecido, como el Big Data, para conocer mejor los gustos de los clientes y anticiparse.

Una digitalización que también resultará clave, por ejemplo, para buscar nuevos clientes en un mundo en el que el temor al contagio conllevará una caída acelerada de la importancia de las ferias como centros de negocios.

¿Relocalización?

En las últimas semanas se ha especulado con la posibilidad de que la crisis provocada por el coronavirus animara a algunos productores a relocalizar de nuevo en la provincia parte de la producción que ahora mantienen en el Sudeste Asiático para garantizarse el suministro. Una opción que, sin embargo, ha perdido peso. «Se habló de esa posibilidad al inicio de la crisis, cuando el país que estaba afectado era China. Pero, ahora, que ya es algo mundial, ha perdido fuerza porque se ha visto que es un problema global», apunta la presidenta de los empresarios de calzado. «Creo que es algo que tiene más sentido en el caso del material sanitario, donde sí se ha visto la necesidad de garantizarse el acceso a estos suministros para no depender de la producción extranjera, pero en el calzado y otros productos de moda lo veo más complicado», coincide el director del Instituto Tecnológico del Calzado (Inescop), Miguel Ángel Martínez.

Repensar el negocio

Más allá de esta posible vuelta de una parte de la producción, si es que se produce, el catedrático de Organización de Empresas de la Universidad Miguel Hernández de Elche José María Gómez Gras advierte de que las compañías del sector «no pueden quedarse de brazos cruzados simplemente esperando a ver si las tiendas abren o no. Tienen que empezar a repensar ya sus estrategias y sus líneas de negocios». A su juicio, la crisis del Covid-19 ya ha generado cambios en el comportamiento de los consumidores, que habrá que afrontar. De momento, en el corto plazo, uno de ellos es la preocupación por la seguridad y la salud. En este sentido, señala el caso de algunas firmas de la provincia, especializadas en calzado industrial, que han visto subir su negocio al utilizar materiales antibacterianos en sus suelas, lo que se ha convertido en una ventaja competitiva clave en el entorno actual.

Del mismo modo, apunta que las empresas deberían aprender de la situación por la que atravesamos, sobre todo para prepararse ante los posibles rebrotes del coronavirus de los que advierten las autoridades sanitarias. «Si tengo la suerte de salir vivo del Covid-19, algo tendré que hacer para que no me afecte el 20», señala, a modo de ejemplo, el experto. «Está claro que el sector no va a desaparecer, ni mucho menos, pero habrá cambios y los que sepan ver en qué dirección van son los que sobrevivirán», insiste Gómez Gras, que apunta que las bases de la industria del calzado también pueden servir para desarrollar nuevas industrias, como ha ocurrido con otros sectores.

Zapatos más sostenibles y con mayor grado de confort

Zapatos más sostenibles y con mayor grado de confortEl director del Instituto Tecnológico del Calzado (Inescop), Miguel Ángel Martínez, cree que la crisis del coronavirus servirá para acelerar la digitalización del sector, pero también otras tendencias que ya se venían atisbando en los últimos años, como la exigencia por parte de los consumidores de zapatos más sostenibles y de una mayor implicación de las empresas en la sociedad, a través de la Responsabilidad Social Corporativa. «Los consumidores están cada vez más concienciados y este tipo de situaciones les empuja a plantearse más las cosas. Van a exigir productos más respetuosos con el medio ambiente. Van a apostar por un calzado que dure más, que no sea de usar y tirar, y que tenga materiales reciclables o que se haya obtenido de forma más respetuosa con el medio ambiente», explica Martínez. Por ejemplo, tejidos obtenidos de cultivos sostenibles, plásticos de origen natural o adhesivos que no contengan disolventes. Por otra parte, el director de Inescop cree que las nuevas colecciones van a tener que incorporar también un mayor grado de confort y una mayor preocupación por la salud, aunque sin renunciar al diseño.

Desde el punto de vista de la digitalización, destaca que, más allá del comercio electrónico, las nuevas tecnologías deberán impactar en todos los procesos, también en el diseño o en los procesos de fabricación, lo que incluye la utilización de robots, uno de los campos en los que Inescop investiga.

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