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Argelia repatría en ferry desde Alicante a 637 nacionales tras cinco meses en España

La Policía apoya al consulado en un operativo de más de 24 horas para canalizar el tránsito a la terminal y evitar incidentes

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Comienza la repatriación de unos 830 ciudadanos argelinos en el Puerto de Alicante

Cinco meses después, el barco llegó. El ferry El Djazair II atracó ayer por la mañana en el puerto de Alicante para devolver a su país a centenares de argelinos que estaban en España por estudios, negocios o turismo cuando se decretó el estado de alarma y el consiguiente cierre de fronteras. Desde que salió el último de los dos aviones de repatriación urgente con destino a Argel el 21 de marzo, nadie ha podido entrar en el país magrebí desde la Península. Los desplazados, unos 800 en todo el país, han sufrido el confinamiento con limitados recursos e idéntica información. Ayer, la mayoría de ellos pudo poner fin a la pesadilla cuando el ferry zarpó rumbo Orán alrededor de las 18 horas.

No iba lleno. Aunque en todo momento la Policía Nacional contaba con gestionar el embarque de 837 personas y un número indeterminado de vehículos, el ferry se marchó con 200 pasajeros menos y un total de 98 automóviles, según confirmaron fuentes de la naviera. Para poder acceder al barco, con capacidad para 1.300 pasajeros, era imprescindible constar en un listado elaborado por el servicio diplomático y validado por el gobierno argelino.

El registro contenía el nombre de 837 personas con visado de turista, estudiante o negocios. «Ha habido mucha confusión con quién podía irse y quién no, porque la comunicación no ha sido buena. El barco solo admite a gente con pasaporte expedido en Argelia, no en consulados, para que vuelvan solo los que tienen residencia en el país», explicó Nouredinne Meziane, empleado en tránsitos navales y residente en Alicante.

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Comienza la repatriación de unos 830 ciudadanos argelinos en el Puerto de Alicante

Dado que las fronteras entre España y Argelia están cerradas a todo tipo de transporte regular y ante la proximidad de la Fiesta del Cordero, que cae el 31 de julio, un buen número de argelinos no residentes en su país intentaron buscar un hueco en el barco. Según la naviera, medio centenar de personas se quedó en tierra, bloqueados en alguno de los dos primeros filtros del operativo policial.

Operativo

La información que manejaba la Policía Nacional, responsable del dispositivo, era maximalista. Tras analizar informes de redes sociales y de otros cuerpos de seguridad, se calculó que el barco atraería a unas 3.000 personas hasta el puerto alicantino, 2.200 de ellas sin derecho de embarque. Para aliviar esa presión, se organizó un dispositivo desde la noche del martes hasta las tarde de ayer con tres anillos de filtrado: a la entrada del puerto, a la entrada de la terminal y dentro de la terminal.

En cada uno de ellos, agentes de la Unidad de Prevención y Reacción, Seguridad Ciudadana, Fronteras y de distintas comisarías de la Jefatura Provincial asistieron a personal del consulado en la comprobación de pasaportes y su correspondencia con el listado. «El embarque se ha realizado un día antes y no tres horas antes, como es habitual, para garantizar que aquellos que están citados a través de una lista cerrada puedan realizarlo y para evitar que tengan falsas esperanzas quienes no tienen la posibilidad de ser repatriados», explicó al mediodía el oficial de comunicación de la comisaría.

A esa hora, decenas de personas aguardaban la segunda comprobación de identidad, a la entrada del recinto de la terminal. El calor y la espera hizo que los agentes dieran prioridad a los niños y personas vulnerables. Una joven sin billete que acompañaba a su cuñada para guiarla y traducir, aseguró que «han sido meses muy duros». «Ella vino de visita y ha estado cinco meses sin ver a su familia. Ha sido mucho dinero de gasto», explicó. Como el resto de los pasajeros, su cuñada se inscribió en un registro online como demandante de repatriación cuando tuvo noticia del barco, hace una semana.

En la cola de acceso a la bodega, superado el último control y la toma de temperatura, un estudiante oranés explica desde su coche que «lo más difícil ha sido pasar el Ramadán solo». «Comemos por la noche y aquí estaba todo cerrado. Hay gente que ha ayudado pero era difícil porque traíamos poco dinero, 1.500 euros como mucho», contó. La jornada tuvo algunos momentos de tensión puntual pero se cerró sin incidentes.

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