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Un verano marcado por la pandemia

Invasión urbanita en los pueblos por el covid-19

Las pequeñas localidades del interior de la provincia son el refugio estival de más personas que otros años al percibirse como lugares más seguros frente al coronavirus

Invasión urbanita en los pueblos por el covid-19

Invasión urbanita en los pueblos por el covid-19

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Invasión urbanita en los pueblos por el covid-19 Antonio Teruel

Los pueblos son un destino clásico de las vacaciones de verano que está viviendo un auge en este verano tan atípico marcado por la pandemia de covid-19. En un momento en el que se hace hincapié en mantener distancias con otras personas y en la recomendación de huir de multitudes, pasar el periodo estival en una localidad con pocos habitantes se presenta como una opción atractiva de descanso. Además, la poca incidencia que hasta ahora ha tenido el virus en zonas rurales hace que se perciban como un lugar más seguro que los entornos urbanos.

Así las cosas, pueblos como los del interior de la provincia de Alicante se encuentran estas semanas llenos, y más que por los turistas es debido a visitantes estacionales, que tienen una vivienda en estas localidades pero que residen fuera, tal y como han explicado a este periódico alcaldes y vecinos. Eso sí, si hasta ahora venía siendo habitual que los veraneantes pasaran en el pueblo un periodo corto de sus vacaciones, este año están pasando allí mucho más tiempo, ante esa mayor percepción de seguridad y la dificultad para poder llevar a cabo otros planes este año.

Sin embargo, esto tiene también otra cara, la de quienes viven todo el año en los pueblos y que ahora reciben a los visitantes con una cierta inquietud, ante el temor de que pudiera llegar el coronavirus a la población. Los diferentes representantes municipales consultados coinciden en incidir en que no se trata en modo alguno de rechazo a los veraneantes o a los visitantes de un día, sino al miedo, más que comprensible, a que pudiera llegar alguna personas contagiada y que fuera asintomática y aún no hubiera desarrollado la enfermedad. Unos reparos acentuados por la avanzada edad de muchos de los vecinos. Lo resume el alcalde de Quatretondeta, Francisco Picazo: «Es más difícil contagiarse en un pueblo como éste, pero si se contagia uno, nos contagiamos todos».

En este municipio de El Comtat casi la mitad de sus 122 habitantes superan los 65 años, un aspecto que preocupa muy especialmente al alcalde. Picazo destaca que, en líneas generales, el cumplimiento del uso de mascarillas y la distancia de seguridad es exquisito por parte de vecinos y residentes estacionales, pero expresa su temor por el hecho de que «hay quien baja la guardia cuando está de vacaciones», y porque «hay más movimiento que de costumbre», ya que quienes viven siempre en el pueblo apenas salen, pero ahora sí hay más desplazamientos a los alrededores, con la mayor exposición al riesgo que eso implica. Asimismo, cree que «los jóvenes no se dan cuenta de la situación» y no cambian algunas pautas de comportamiento.

En este sentido, explica que ha contestado por escrito a un grupo de jóvenes que pidió explicaciones acerca de por qué no hay ningún acto de fiestas o no se ha abierto la piscina. En este último caso, la razón es la imposibilidad de afrontar la inversión necesaria en personal para controlar el acceso y el cumplimiento de todas las normas sanitarias exigidas, así como en el refuerzo de la desinfección. Y también, por el miedo a que pese a extremar el celo se presente cualquier problema. Varios municipios de la comarca han tomado la misma decisión. En Benillup, según explica su alcalde, Javier Navarro, «era inviable» por el gasto y, además, «es una responsabilidad» ante la cual han preferido no arriesgarse.

Así, la principal alternativa que queda es el mero descanso, pero eso no ha sido un obstáculo para que el pueblo esté absolutamente lleno estos días. «Incluso quien habitualmente tiene la casa vacía ha venido», señala el primer edil, «pero es normal, se busca más calidad de vida». Los vecinos, por su parte, «aunque han estado hasta ahora más tranquilos, entienden que en verano venga la gente; incluso ellos les dicen a sus familiares que vengan». La cosa va incluso más allá: Navarro comenta que ha habido personas en alquilar una vivienda «por si volviera a haber un confinamiento», pero no hay ninguna casa disponible.

El esfuerzo detrás de un chapuzón

Uno de los municipios que sí han abierto la piscina es Fageca, y eso se nota. Este jueves, pocos minutos del cierre del recinto, a los 50 usuarios de aforo máximo permitido se sumaban los clientes del bar anexo, con las mesas convenientemente separadas, que junto con los viandantes en el exterior -el entorno es lugar habitual de paseo- daban una cifra superior a de los 106 vecinos que hay empadronados. Sergio Soldevilla, Carlos Seguí y Jesús Pérez, tres jóvenes de la localidad que compartían mesa, corroboraban que «se ha notado que viene más gente porque está la piscina abierta», y no sólo veraneantes, sino también visitantes de un día desde pueblos próximos como Quatretondeta, Tollos o Famorca. En su opinión, «es comprensible el miedo entre los mayores» porque hasta ahora han estado prácticamente solos: «Venimos al pueblo a refugiarnos, pero los que han estado refugiados aquí son los abuelos».

Esta opinión era compartida por Cuqui Llodrà y Fermín Pérez, sentados en otra mesa: «No nos engañemos, esto es como un geriátrico y la gente mayor tiene un cierto miedo porque en tres meses aquí no ha venido nadie». En otra mesa de al lado, Cipriano Gilabert, de 85 años, corroboraba que «el pueblo se ha llenado más», y echaba mano de la metáfora al señalar que «la gente huye del fuego, a ver si aquí está más tranquila». Lo malo, admitía, la inquietud generada: «Yo no digo que no vengan, la cosa es que se cumplan las normas. Si las rompemos, no hay nada que hacer; eso es lo realmente grave. La mascarilla hay que llevarla siempre».

El alcalde de Fageca, Ismael Vidal, destaca el sobreesfuerzo realizado para poder abrir la piscina. Ha habido que contratar, aparte del socorrista, a tres auxiliares a tiempo parcial -uno a través del programa de empleo Empuju- para controlar el acceso y vigilar que las normas se siguen, y que también toman los datos a todos los usuarios por si se produjera un caso de covid-19 y hubiera que localizarlos. «Nadie nos lo ha pedido, pero creo que es de sentido común», afirma. Los bañistas entran por turnos de hora y cuarto, un máximo de 50 en cada uno, bajo reserva previa obligatoria. El personal municipal se encarga de recoger esas reservas, pero los fines de semana tiene que hacerlo el propio alcalde. También es él quien ha tenido que hacer los carteles que explican a la entrada cómo hay que comportarse, consultando en internet la normativa. «Entiendo que algunos alcaldes no quieran abrir las piscinas porque es una responsabilidad», recalca, y un trabajo extra que no se ve recompensado. En este sentido, critica que «se ha contratado personal para las playas, pero no se ha pensado en las piscinas municipales de los pueblos de interior».

No obstante, a la vista está que los vecinos y visitantes lo han agradecido. Vidal considera, al respecto, que «muchos no hubieran venido de no poder contar con la piscina». Además, se felicita de que «la gente ha aceptado bien las normas y las cumple». Una cuestión corroborada por el socorrista, Alejandro Montava, que incide en que «todo está muy bien señalizado y todo el mundo está concienciado, y eso transmite seguridad». «Los vecinos ven que está bastante controlado», añade el alcalde, lo cual tranquiliza, dentro de lo que cabe, a las personas mayores. Aunque se mantenga pese a todo esa inquietud, como expresa, encogiéndose de brazos, Emilio Sancho, vecino de 82 años: «Ahora da más miedo, pero...».

Críticas a la falta de información sobre salud pública a los municipios

Críticas a la falta de información sobre salud pública a los municipiosEl alcalde de Quatretondeta critica, al igual que hizo cuando empezó a levantarse el confinamiento en mayo, que las diferentes administraciones, y particularmente la Conselleria de Sanidad, no ofrezcan información a los ayuntamientos, y particularmente a los más pequeños, sobre protocolos de salud pública en caso de que se produzca un caso de coronavirus en su localidad, y que tengan que guiarse exclusivamente por su sentido común. Francisco Picazo señala que ha echado en falta, por ejemplo, que se transmitiera algún mensaje de tranquilidad a raíz de un reciente contagio -controlado y sin consecuencias graves- en un municipio cercano. También el primer edil de Fageca, Ismael Vidal, lamenta que no se haya facilitado asistencia a los municipios para desarrollar protocolos de seguridad como el que requiere la apertura de la piscina.

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