Una malla geotextil que impedirá el crecimiento de las cañas al bloquear la llegada de luz solar al suelo. Ésta es la solución elegida por el Ayuntamiento de Alicante, a través de la Concejalía de Medio Ambiente que dirige el popular Manuel Villar, para no tener que acometer limpiezas continuas en el tramo final del barranco de Aguamarga, que se realizan periódicamente ante el peligro que se puede generar en momentos de lluvias torrenciales, habituales a estas alturas del año. Esta medida, además, prevén que signifique a la larga un ahorro para las arcas municipales, ya que la malla geotextil supondrá un gasto total de unos 48.000 euros (incluido su colocación), mientras que las limpiezas del barranco en los 800 metros más próximos al mar tenían un coste de unos 18.000 euros.

La última actuación sobre el cauce se realizó el pasado mes de enero, y a estas alturas del año el cauce se muestra de nuevo lleno de cañas, que superan incluso el nivel de la carretera. «El proyecto, de 47.328 euros, se ejecutará este año y supone controlar definitivamente en este sector Arundo donax [más conocida como caña común]. Se hará mediante el cubrimiento con geotextil, previo desbrozado, que impedirá el crecimiento de las cañas, siguiendo el protocolo de la Conselleria de Infraestructuras», confirman fuentes de la concejalía alicantina. La colocación de esta malla, sobre la que se pondrá grava para «sujetarla» al cauce, impedirá que «penetre la luz solar en la tierra, evitando así que crezcan las cañas».

Desde Amigos de los Humedales discrepan del Ayuntamiento de Alicante, al defender que la especie vegetal que crece en el tramo final del barranco de Aguamarga «no es la caña común Arundo donax, sino el carrizo Phragmites australis, una especie autóctona de nuestras zonas húmedas que es mucho más flexible que la caña común, que es una especie de origen asiático, aunque lleva siglos colonizando áreas como la del Mediterráneo». El portavoz de la asociación, Miguel Ángel Pavón, añade que «el carrizo, al contrario que la caña, no supone un problema en lo relativo a las avenidas de agua, ya que suele quedar tumbado sobre el lecho ante una fuerte avenida de agua».

La actuación con la malla se realizará sobre un tramo de 800 metros cuyo mantenimiento le corresponde al Ayuntamiento, que supone una superficie de unos 6.500 metros cuadrados. Recientemente, desde la Confederación Hidrográfica del Júcar recordaron que la limpieza de los cauces urbanos es competencia de los ayuntamientos. Con todo, desde el organismo dependiente del Ministerio de Transición Ecológica defienden que «los cauces son ecosistemas naturales, con presencia de vegetación, la cual ejerce sus propias funciones específicas, como disminuir la velocidad y la capacidad de transporte de sólidos por escorrentía al agua, reduciendo los daños en caso fuertes precipitaciones». Mientras el bipartito ya ha anunciado una solución permanente para el mantenimiento del tramo final del barranco, la Confederación del Júcar no ha explicado todavía qué hará con el resto del barranco, que es de su competencia. Este organismo, por otro lado, está bloqueando el demandado proyecto del Ayuntamiento de Alicante de renovar la pasarela peatonal en la Albufereta, en el barranco de Orgegia, al dudar de su necesidad y reclamar un estudio sobre las avenidas de aguas de «100 y 500 años» por si «teniendo en cuenta la carga sólida transportada la estructura podría colapsar, provocando su arrastre por las aguas». Una petición que siguen sin entender en el bipartito de Luis Barcala ya que la vida útil de la infraestructura no superaría los cincuenta años.