¿Ha notado algún cambio en los hábitos de su hijo? ¿Le cuesta dormir? ¿Come más o todo lo contrario, ha perdido apetito? ¿Vuelve a hacerse pipí cuando ya lo tenía controlado? ¿Es más desobediente y le dan rabietas de forma más frecuente? ¿Le ha cambiado el humor, se enfada con más facilidad? ¿Está triste? ¿Muestra inseguridades? ¿Le ve más nervioso? ¿Más preocupado o angustiado sin razón aparente? ¿Ha perdido interés por actividades que le gustaban? ¿Se queja de dolores en general más que antes? ¿Le cuesta salir a la calle? ¿Y muestra temores nuevos a ir a un centro sanitario o a que sus padres pierdan el trabajo o a perderles por la enfermedad?

Si la respuesta a algunas de estas cuestiones es afirmativa, pueden ser motivo de que el niño o niña se haya visto afectado emocionalmente por el confinamiento, obligado a consecuencia del coronavirus, y la situación que atravesamos de medidas continuadas de higiene y seguridad también para el control del virus. 

Estos síntomas son solo la punta del iceberg que pueden implicar algún tipo de desequilibrio emocional que se debe reconducir cuanto antes.

Para ayudar a padres y profesores a detectar estas situaciones, como primer paso para ponerles remedio, la Conselleria de Educación ha elaborado y puesto al alcance de los centros educativos una guía sobre las respuestas emocionales de los alumnos de Infantil, Primaria y Secundaria, así como la propuesta de actividades a realizar para reconducirlas y erradicar estos nuevos temores.

«¿Por qué me da miedo el coronavirus?» da título a una de las charlas que los tutores del alumnado pueden organizar en el aula, para que los estudiantes expresen todo lo que les hace sentir este virus, anotándolas en la pizarra para que todos ellos sean conscientes. 

La actividad continúa de forma que cada uno de los niños siga aportando lo que se le ocurre que puede hacer para sentirse más seguro. Y como colofón, se propone hacer un mural de colores entre todos.

Otra de las opciones plantea el uso de la arcilla o la plastilina para que cada uno de los alumnos expresen mediante el modelado qué cosas hacen a diario para evitar el contagio, y después compartirlo con los compañeros mostrando las distintas creaciones.

«Hay que escuchar sus necesidades intentando no proyectar las nuestras, para que sepan que pueden contar con nosotros y acompañarles con respeto en sus emociones», concreta la guía para empezar a superar las barreras.