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Profesora titular en la UMH, experta en tratamiento psicológico

Mireia Orgilés: «Un confinamiento sería un paso atrás emocional, pero estamos preparados para afrontarlo mejor»

Un segundo confinamiento, la huella psicológica que están dejando los meses de pandemia en la sociedad o la percepción de que el riesgo es menor que al principio son algunas cuestiones a las que da respuesta

La profesora del área de Personalidad, Evaluación y Tratamiento Psicológico Mireia Orgilés.

Profesora titular de la Universidad Miguel Hernández, Mireia Orgilés aborda en la entrevista las consecuencias que la pandemia está dejando desde el punto de vista psicológico y social y cuál será la evolución de nuestro estado de ánimo.

¿Cómo afectan al comportamiento humano los meses que arrastramos de pandemia?

Sin duda la crisis sanitaria que estamos viviendo ha cambiado nuestro comportamiento. Estamos aprendiendo a vivir con incertidumbre. Desconocemos lo que podremos o no hacer a corto plazo, si mantendremos nuestro empleo, cuándo podremos retomar nuestras rutinas. Acostumbrados a seguir una vida planificada, nos genera frustración no tener control sobre esta situación. Tomamos decisiones que pueden cambiar de un día a otro y eso nos genera malestar porque estamos acostumbrados a una vida más «ordenada». Además, conforme pasa el tiempo, sentimos más cansancio emocional, y nuestros recursos para afrontar la situación pueden ser menores.

¿El paso del tiempo hace que percibamos menor riesgo?

Con el paso del tiempo la percepción de riesgo es menor. Las primeras semanas de la pandemia nos sentíamos vulnerables ante un virus inesperado y desconocido. Conforme han pasado los meses nos hemos habituado a vivir con él, y eso hace que percibamos menos riesgo a contagiarnos. Nos hemos acostumbrado a llevar mascarilla y hace meses era impensable imaginarnos con ella. El problema es que esa habituación al virus nos puede hacer perder el miedo y exponernos más a situaciones de riesgo.

¿Qué lecciones hemos extraído de la primera ola?

En la primera ola desconocíamos casi todo acerca del virus. Ahora tenemos información, sabemos cómo se contagia y cómo protegernos. Ahora estamos más preparados para cumplir las medidas de protección porque disponemos de conocimiento y de medios para hacerlo. También hemos aprendido la importancia de lo cotidiano, el valor de las pequeñas cosas, y la importancia del apoyo social para sobrellevar mejor una situación tan estresante mantenida en el tiempo.

¿Estamos preparados para afrontar otro confinamiento?

A nivel emocional nos va a costar afrontar un segundo confinamiento porque lo percibimos como un paso atrás, pero lo cierto es que ahora estamos más preparados. Con la experiencia previa sabemos planificarnos mejor día a día, conocemos mejor cómo seguir hábitos saludables y también cómo mantener el contacto social a distancia, que tan necesario es como fuente de apoyo.

¿Por qué nos afecta tanto el cierre de bares y restaurantes?

Forma parte de nuestra cultura, del estilo de vida mediterráneo. En nuestra sociedad valoramos mucho las relaciones sociales, quedar con amigos o celebrar con la familia. Normalmente esa alta sociabilidad nuestra va acompañada de juntarnos en torno a una mesa, fuera de casa, en el exterior. El cierre de bares y restaurantes supone un cambio importante en nuestros hábitos y lo vemos como una amenaza para nuestra vida social.

¿Cómo están llevando los menores está situación?

El primer confinamiento afectó a los niños a nivel emocional y conductual. Los españoles siguieron uno de los confinamientos más duros de Europa. La vuelta al colegio ha sido positiva. Han retomado las rutinas y disfrutan de sus amigos. Si tuviera lugar un nuevo confinamiento, habría que aprender del pasado y tomar medidas para proteger su bienestar emocional. Los niños necesitan salir a diario para un adecuado desarrollo físico y mental. No está demostrado que cerrar los parques infantiles sea una medida eficaz para frenar contagios, ya que son espacios abiertos, en los que la transmisión del virus es menor. Sin embargo, cerrando las zonas de juego privamos a los niños de actividades que son necesarias para su bienestar.

¿Puede anticipar alguna pincelada del estudio que está haciendo en relación a los niños?

Desde el inicio del confinamiento estamos llevado a cabo un estudio de seguimiento del estado emocional de niños y adolescentes. Los resultados indican que el confinamiento afectó a la población infantil, manifestando problemas de conducta, dificultades de concentración y ansiedad, entre otros. Esos síntomas comenzaron a mejorar en el momento en que se permitió a los niños salir a pasear. Del estudio concluimos la importancia de disfrutar del espacio exterior para su desarrollo. Por eso desaconsejamos un confinamiento tan estricto para ellos como el anterior.

¿Se están estrechando vínculos entre padres e hijos?

A pesar de lo duro de la situación, se puede ver como una oportunidad para mejorar la relación padres-hijos, ya que se dispone de tiempo para estar juntos. Para muchas familias la pandemia está siendo muy estresante por la incertidumbre en el ámbito laboral, pero hay que intentar compensar ese estrés con otros ámbitos de nuestra vida que dependen más de nosotros, como la relación con nuestros hijos. El apoyo mutuo y afianzar la relación padres-hijos puede ayudar a las familias a afrontar mejor la situación que estamos pasando.

¿Cómo se vivirá la Navidad?

Tenemos que asumir que va a ser una Navidad diferente. Nos va a costar estar alejados de los nuestros, no celebrar como esperamos hacerlo... Sin embargo, puesto que es una situación que no podemos controlar, debemos centrarnos en lo positivo, en lo que sí podremos hacer. Por ejemplo, en buscar alternativas para estar en contacto y sentir cerca a nuestros amigos y familias.

¿Cumplimos con nuestra responsabilidad individual?

Gran parte de la sociedad sí que está siendo responsable y ha modificado sus hábitos. Lamentablemente, los que no cumplen ponen en peligro a los demás. Los contagios que se producen en reuniones con amigos y familias se deben a que no percibimos a los conocidos como una amenaza. Tendemos a arriesgarnos más con ellos (nos quitamos la mascarilla, comemos juntos...) porque asumimos, sin fundamento, que no nos van a contagiar. Podemos tener miedo al contagio ante un desconocido que pasa por nuestro lado, pero nos sentimos seguros y bajamos la guardia ante un amigo simplemente porque es una persona cercana.

¿Qué huella psicológica nos dejará todo lo vivido este año?

El sufrimiento que la pandemia nos está ocasionando debería ayudarnos a mejorar como sociedad. Ante sucesos incontrolables, la responsabilidad individual es fundamental. Si algo nos ha enseñado esta situación es la importancia de la ciencia, y también que somos capaces de adaptarnos a cambios. Hemos visto que es posible el teletrabajo. La pandemia debería ayudarnos a valorar más lo que tenemos y disfrutar del día a día.

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