La Comunidad Valenciana ha ido más allá que ninguna otra en las restricciones de movilidad de cara a la Navidad y ha sido la única que se ha cerrado completamente y sin excepción. No es posible salir ni entrar del territorio ni siquiera para pasar estas fechas con los familiares más cercanos. Y, como siempre, hay personas directamente perjudicadas, que son de la Comunidad pero viven en un municipio contiguo o al contrario.

El problema se da a lo largo de todo el territorio autonómico valenciano, y en la provincia de Alicante tiene un impacto muy importante en localidades como Villena, que limita con Murcia y Albacete. No son pocos los villenenses que tienen familia en Yecla o Caudete; esta última población es un caso particular, por la circunstancia de tener casi más relación con Alicante que con su propia capital provincial. Los caudetanos que viven en la provincia alicantina ya sufrieron hace meses los efectos de las restricciones de movilidad, como José Micó, que contó su experiencia a este periódico entonces.

Límite entre Alicante y Murcia en la carretera N-340, en el municipio de Orihuela Tony Sevilla

Ahora cuenta que va a intentar aferrarse al hecho de que, pese a residir de manera habitual en Alicante, donde trabaja, sigue empadronado en su localidad natal. Por ello, podría alegar que vuelve a su domicilio. Confía gracias a eso en poder pasar la Nochebuena con sus padres, pero «no quita que tenga miedo de ir, por lo que pueda pasar». La suya es una baza que dos primos suyos ni siquiera pueden jugar, al estar empadronados en Alicante. Ni tampoco su padre, natural de Villena y que tiene a casi toda su familia en la capital del Alto Vinalopó. «Está afectado», señala José. «Lleva ya tiempo que no puede ir a Villena y ahora no puede ni siquiera felicitar la Navidad a su madre, que es mayor».

En la localidad castellanomanchega, el dilema se vive de idéntica forma. La carretera que une Caudete y Villena es una recta casi perfecta de 12 kilómetros, y la ciudad alicantina se distingue perfectamente a lo lejos. Sin embargo, «no podemos bajar allí», cuenta Noelia Vilar, prima de José Micó. Habitualmente han pasado la Nochebuena juntos, pero este año será complicado. «En Caudete estamos un poco fastidiados; aquí hay mucha gente que tiene familia en la provincia de Alicante». Tanto ella como José creen que se deberían haber tenido en cuenta los casos de proximidad territorial como el de Caudete. «No es normal que mis padres se puedan plantar en Toledo y yo no pueda ir a mi pueblo, estando a 50 minutos de Alicante».

Límite entre Alicante y Murcia en la carretera N-340, en el municipio de Orihuela Tony Sevilla

Resignación, pero también indignación, tiene Patricia, una oriolana que vive en Murcia, un caso que se da con bastante frecuencia en la Vega Baja. Critica que «la Comunidad Valenciana ha estado bastante tiempo con unas medidas muy laxas», en comparación con las de la autonomía vecina, «y ahora deciden de golpe que cierran». «Parece que las autonomías juegan a ver quién es la mejor, pero ¿de verdad tienen en cuenta a los ciudadanos?», se pregunta.

Patricia incide también en la paradoja de que «una persona de Orihuela se puede ir al norte de Castellón, a 300 kilómetros, y yo que estoy a 24 no puedo ir». Lamenta, en este sentido, que «he estado sin apenas contacto con nadie estas últimas semanas precisamente porque quería ir a ver a mis padres». «Todos los ciudadanos no somos unos irresponsables», insiste, «pero los políticos nos están culpabilizando constantemente». Ahora, la repercusión de este cierre «es enorme para quienes somos muy familiares», y se cuestiona «si este estrés soluciona mucho la situación».