Castedo abre la puerta a su regreso y manda un mensaje a Barcala: «Sufrirá hasta elecciones»

La exalcaldesa reúne a unas 400 personas en una quedada para celebrar su absolución en el caso PGOU, en la que advierte de que aún tiene «fuerzas para seguir trabajando» por la ciudad de Alicante

«Quedada con Sonia»: así ha sido la multitudinaria cena con amigos de Sonia Castedo

Jose Navarro

C. Pascual

C. Pascual

«Me siento orgullosa de haber trabajado por mi ciudad y sigo teniendo fuerzas para seguir trabajando por mi ciudad y por mi gente. A quien tanto le preocupa esta quedada, le recomiendo que deje de preocuparse o sufrirá desde aquí hasta las próximas elecciones [en 2023]». La rentrée de Sonia Castedo no dejó indiferente a nadie. Volvió por sus fueros. En ese aspecto, todo sigue igual, no parece que hayan pasado siete años desde que tuviera que dimitir de su cargo por la investigación judicial del caso PGOU y, sobre todo, por la presión política.

Una cena de amigos en la que reunió a unas 400 personas se convirtió, de facto, en el regreso a la esfera social de Castedo. Entre los invitados (que pagaron 15 euros por la entrada), obviamente, no estaba el actual alcalde, Luis Barcala, a quien la exalcaldesa dirigió mensajes directos, aunque en ningún momento le llegó a citar. Tampoco hacía falta. Todos los presentes sabían la dirección de los dardos de Castedo, muy dolida con el actual regidor por mantener la acusación del Ayuntamiento, que pedía para ella cuatro años de cárcel, para lamentar después que «ya no se puede reparar el enorme daño infligido» tras conocerse la absolución. «No debemos nada a nadie. Sólo hemos trabajado por nuestra ciudad, y pensamos seguir haciéndolo, guste más o menos. Esta quedada no puede molestar a nadie. ¿Por qué molesta?». Así finalizó Castedo su discurso improvisado, micrófono en mano, en el que agradeció a su gente el apoyo durante los últimos doce años, desde que se inició la investigación judicial, y en el que aprovechó para sembrar dudas sobre su posible regreso a la escena política, un movimiento que preocupa, como así demuestran, en el entorno de Barcala, donde han estado más que pendientes de la cena.

Desde hace semanas, en los círculos políticos de la ciudad, se miraba con atención, curiosidad, incertidumbre e incluso ansiedad -según quien mirase- la «quedada» de Sonia Castedo. No era una cena más, y cualquiera era consciente.

El día era este viernes, 12 de noviembre, justo cuatro meses después de que la Audiencia Provincial de Alicante absolviera a Castedo, entre otros, del presunto amaño del Plan General (PGOU), por el que la Fiscalía Anticorrupción y Esquerra Unida, como acusación popular, le pedían hasta diez años de cárcel y el Ayuntamiento de Alicante, como acusación particular, cuatro años.

Y el lugar, un clásico de la capital, uno de esos restaurantes habituales en las celebraciones políticas. Hace unos días, ese mismo salón acogió el nombramiento de los reyes magos de 2022 (con la polémica elección de Carlos Mazón). Y allí mismo hace algo más de tiempo, en la previa de las últimas municipales, Barcala -protagonista involuntario de la cena de Castedo- reunió a militantes y afines del partido para hacer una exhibición de fuerza antes de pasar por las urnas para revalidar el cargo que había conseguido apenas un año antes con el necesario voto en blanco de la tránsfuga Nerea Belmonte. En esa ocasión, en 2019, Barcala reunió a unas 400 personas.

La misma cifra, arriba o abajo, se congregó este viernes para celebrar la rentrée social de Castedo tras años en la sombra. La exalcaldesa fue la última en llegar. Entró de la mano de la persona que le acompañó a diario a las sesiones del juicio, su amigo Rafa Martí, y escoltada por excompañeros de Corporación como Andrés Llorens, Antonio Ardid, Oti García Pertusa, Marta García Romeu y Juan Seva. «¡Doce años después...!», gritó la exalcaldesa en repetidas ocasiones a su llegada, mientras sujetaba uno de los muchos ramos de flores que recibió a lo largo de la larga noche.

Hubo caras conocidas, los exconcejales entre ellas, pero también anónimas, que representaron a sectores como las Hogueras, la Semana Santa, los Moros y Cristianos, los barrios (con presencia destacable de las partidas), los centros de mayores (enfrentados hasta este jueves con el bipartito con protesta incluida), la hostelería, el comercio y también el funcionariado del Ayuntamiento de Alicante, con policías -incluido algún mando- y bomberos. Entre las caras conocidas destacó ese «núcleo duro», que participó activamente en la organización de la cena, seguido de cerca del que fuera jefe de Gabinete de Castedo, Jaime Esquembre. También acudieron Sonia Alegría, Carolina Concepción y Mariano Postigo, que ha vuelto a la representación sindical en el Ayuntamiento tras su paso por la Corporación local. En la nómina de expolíticos destacó Fernando Sepulcre, exconcejal de Cs que con su voto nulo también contribuyó a la llegada de Barcala a la Alcaldía hace más de tres años. Para ese cambio también puso de su parte Pedro de Gea, que con su gestión como asesor del PSOE dio pie al «caso Comercio», que finalmente hizo saltar por los aires al tripartito. Él estuvo en una fiesta a la que no faltó el exdirector de Ciudad de la Luz y exdiputado autonómico, José María Rodríguez Galant; el expresidente de la Autoridad Portuaria y exdiputado, Miguel Campoy, y el exdelegado del Gobierno, Alberto Martínez, junto al que fuera su jefe de Gabinete, Agustín Palao. Entre los asistentes, al margen de la política, destacó el exentrenador y expresidente del Hércules, Quique Hernández; el que fuera maestro mayor del Gremio de Hogueras, Pascual Domínguez, y el autor de las famosas setas de la calle San Francisco y, más recientemente, del Belén Gigante promovido por el bipartito de Alicante, José Manuel García «Pachi».

Las frases de Sonia Castedo en su quedada con amigos: "Tengo fuerzas para seguir trabajando por mi ciudad y por mi gente"

Jose Navarro

Entre los presentes no estuvo, en cambio, elexalcalde Luis Díaz Alperi, también acusado en el caso PGOU, aunque sí se dejó ver uno de los dos abogados de la exalcaldesa, José María Asencio. El otro, Ignacio Gally, estaba de viaje. Ninguno de los que compartió banquillo con Castedo acudió a la cena. No fue el promotor Enrique Ortiz ni el hermano mayor de la exacaldelsa, José Luis Castedo, ni tampoco Pablo Rico, marido de la actual concejala de Hacienda, la popular Lidia López.

Y es que del actual equipo de gobierno, formado por PP y Ciudadanos, no estuvo nadie. Tampoco se les esperaba. La evidente enemistad entre Castedo y Barcala (que se gestó en la recta final del proceso judicial y estalló tras conocerse la sentencia) hacía inviable que algún edil del bipartito se dejara ver por la «quedada». Ni siquiera fue Manuel Jiménez, pese a que su cuñado (Andrés Llorens) era uno de los promotores de la cena. Tampoco acudió ningún asesor, y eso que parte de ese «personal de confianza» de Barcala tiene hace años una relación más que estrecha con Sonia Castedo.

La ausencia de personas a sueldo municipal se daba por hecho, y más después de los mensajes (más o menos subliminales) y de las preguntas (más o menos directas) que han salido desde el entorno de Barcala en los últimos días, dirigidas incluso a funcionarios que no ocultan sus preferencias políticas, muy alejadas de las siglas del PP. De esos «toques» se habló en los corrillos de la cena, entre comentarios que ahondaban en el nerviosismo que no han sabido ocultar en Alcaldía. También había cierta tensión, más o menos disimulada, entre invitados que huían de las fotos. Otros, con menos que perder, bromeaban: «A mí sácame, más muerto de lo que estoy... ». Los había que, directamente, miraban al futuro que había dejado abierto la protagonista de la noche: «El partido de Sonia se tiene que llamar ‘Alicante, guapa, guapa y guapa’». Un año y medio faltan para las municipales. Tiempo hay para todo.

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