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Ruge el tigre, callan los corderos

Ciudadanos pudo demostrar que son independientes, cumplir con aquello en lo que dijeron que creían y actuar no permitiendo que el PP y, sobre todo Vox, se salgan con la suya

Intervención sobre la ordenanza de mendicidad de Mario Ortolá (Vox), a la izquierda, que Adrián Santos Pérez (Ciudadanos) escucha con la cabeza baja.

La aprobación de la Ordenanza de Convivencia de Alicante es la historia de un gran fracaso: el de Ciudadanos. A la formación naranja no le gusta por excesiva y algunos de sus ediles han llegado a descalificarla en sus círculos de confianza por ser más propia de la extrema derecha. Pero la votaron a favor. Sin dar explicación alguna, sin intervenir en el pleno del Ayuntamiento, lo que representa un desprecio en lo político hacia la ciudadanía y en lo personal hacia sí mismos. No hablaron, y tres de los cinco ediles del grupo municipal ni siquiera dieron la cara

La vicealcaldesa de Ciudadanos en el Ayuntamiento, María Carmen Sánchez, no estaba presencialmente en el pleno, estaba online. Dijeron que estaba en casa, enferma. Seguro que es cierto, pero nadie lo creyó. Tampoco estuvo presencialmente la concejal de Igualdad, María Conejero, ni el responsable de Deportes, José Luis Berenguer. La ausencia física de Sánchez llamó poderosamente la atención porque la vicealcaldesa no se pierde un debate plenario y marca de cerca al alcalde, Luis Barcala, quien ayer estuvo a sus anchas, presidencial, él solo en el frontal del poder, sin políticos ni funcionarios que le controlen ni estorben. 

La no presencia física de Sánchez y Conejero quiso ser interpretada por los más optimistas como que cabía la posibilidad de que los naranjas se abstuvieran o, incluso, votaran en contra de la propuesta de sus socios de gobierno en el bipartito, el PP, pero en el Salón de Plenos estaban el concejal de Urbanismo, Adrián Santos Pérez, y el edil de Cultura y portavoz del bipartito, Antonio Manresa. Ambos mudos y con la cabeza gacha, lo que en el lenguaje no verbal «forma parte del repertorio conductual de la culpa, la vergüenza y la derrota», según la experta Alicia Martos. De las demudadas caras de los dos regidores de Cs era fácil adivinar lo que sucedería: la aprobación de la ordenanza que la oposición califica como «de la vergüenza» y en contra de la que está, incluso, Cáritas, una organización vinculada a la Iglesia, con gran prestigio social y nada sospechosa de ser radical de izquierdas.

La polémica ordenanza que presuntamente quiere combatir las mafias de la prostitución y de la mendicidad en Alicante puede representar el harakiri de Ciudadanos a nivel local. Cometieron el error de hacer público que estaban en contra, dijeron que la iban a parar y acabaron votando a favor sumisos y con la cabeza baja. ¿Por qué? En los oráculos políticos se tiene claro: deben comportarse como corderos para hacer méritos y así poder tener opciones en el seno del PP en la próximas elecciones municipales.  

El concejal popular de Seguridad, José Ramón González, aseguró que «somos gobierno porque hemos ganado las elecciones, y el mandato no ha acabado». Es verdad, pero por solo unos 2.000 votos frente al PSOE. Los populares gobiernan en bipartito con Ciudadanos y con el nada desdeñable apoyo de Vox desde fuera del gobierno local. Pero es comprensible que González, uno de los más carismáticos concejales alicantinos, actúe como si el PP tuviera una desahogada mayoría, ya que los naranjas se comportan mejor que unos simples socios, prácticamente como si fueran de la familia.

Aquello que en la última campaña aseguró María Carmen Sánchez de que quería estar en el poder para contar, centrar y decidir quedó ayer en nada. Ciudadanos pudo demostrar que son independientes, cumplir con aquello en lo que dijeron que creían y actuar no permitiendo que el PP y, sobre todo Vox, se salgan con la suya. La ordenanza de mendicidad ha sido una demostración de quién tiene la influencia en estos momentos. 

«Hay que castigar económicamente los actos incívicos de personas que los alicantinos no tienen el porqué tolerar», en referencia a sin techo y prostitutas. «Frente a su modelo de pague impuestos y sufra las consecuencias de vivir en el modelo del bienestar socialista, esta ordenanza responde para que alguien de la Policía pueda solucionar el asunto». «Es un texto bueno, y no deben hacer demagogia absurda con que esta ordenanza es poco menos que hitleriana», defendió un satisfecho Mario Ortolá, portavoz de Vox, quien animó al PP a deshacerse de sus «complejos». Barcala debe llevar cuidado, el tigre ya ruge en la selva.

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