La cifra de colisiones de vehículos con fauna cinegética sigue creciendo de forma imparable en la Comunidad Valenciana. De hecho, de 2018 a 2019 los accidentes subieron un 26,7% aunque el número desciende ligeramente en 2020. Dato achacable a las restricciones de movilidad por la pandemia. Cinco son los puntos negros en las carreteras valencianas, con las zonas más conflictivas cerca de la línea de costa, fundamentalmente en las comarcas de la Safor y la Marina, en la CV-700 y la CV-715. También en la mitad norte de Castelló, con la CV-10, la CV-11 y la N-340 como preocupantes.
Las concentraciones de accidentes al norte de Alicante, entre Pego y Els Poblets se achacan al elevado tráfico en vías que se insertan en el entorno de espacios naturales como la Marjal de Pego-Oliva. O bien junto a espacios cinegéticos como los cotos V-10.270 y A-10.3330, ambos de carácter deportivo y dedicados a aves acuáticas y caza menor.
El estudio del Servicio de Caza y Pesca de la Dirección General de Medio Natural y Evaluación Ambiental abarca el período 2007-2020, donde se han contabilizado 2.929 colisiones y un acusado incremento especialmente en los dos últimos años.
Nueve de cada diez siniestros son ocasionados por un ejemplar de jabalí, según el banco de datos de la Generalitat. «La importante siniestrabilidad debería motivar la impermeabilización adecuada con cerramientos metálicos», apunta el último informe de la Conselleria de Agricultura, Desarrollo Rural, Emergencia Climática y Transición Ecológica.
Medidas preventivas
El seguimiento de estos siniestros permite facilitar una mejor localización de las medidas preventivas, así como la adecuación de su diseño a las características y hábitos de las especies más conflictivas como el jabalí. El documento incide «en la dinámica poblacional creciente, con perspectivas de mantener elevadas densidades en los próximos años».
Una de las conclusiones tras el análisis incide en la necesidad de establecer un protocolo de colaboración con la Dirección General de Carreteras para disponer de los registros de colisiones y poder evaluarlas.
La mayor intensidad de los accidentes se contabiliza durante las horas nocturnas, especialmente en los meses invernales que coinciden con la temporada general de caza. Situación que los técnicos justifican por la mayor movilidad de las poblaciones, que se desplazan desde las zonas de encame a las de alimentación y viceversa, y mayor nivel de agitación asociado a la posible cercanía de cazadores. Durante esta mitad del año ocurren el 63% de los siniestros registrados.
Ciervos y corzos son las especies que siguen al jabalí, aunque a distancia. Algo que achacan a la menor densidad y distribución, aunque señalan que el nivel de expansión sobre todo por el norte de la Comunidad Valenciana y los cambios en su gestión cinegética «deberán ser tenidos muy en cuenta a la hora de prevenir futuros riesgos en la circulación».
Mayor sobrepoblación
La tendencia general del número de accidentes es ascendente, aunque en el último lustro se detecta cierta estabilidad aunque manteniéndose la cifra anual por encima de los 300 sucesos. Las estadísticas relacionadas con la evolución de las poblaciones apuntan también a un crecimiento que podría favorecer un mayor número de colisiones. «Algo que aconseja la ampliación de posibilidades de aprovechamiento cinegético, pero también la adopción de otras medidas vista la cada vez menor capacidad de la caza recreativa como herramienta para garantizar el control», apunta.
