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Análisis

El polvorín del PSOE en Alicante

La victoria de Soler en las primarias espolea a Sanguino, quien no duda en reforzar pulsos públicos con la dirección local que pueden ir a más

El portavoz municipal, Francesc Sanguino, posando.

Un polvorín que va a más. ¿Las últimas municiones que no dejan de aumentar la carga explosiva acumulada? La victoria de Alejandro Soler en las elecciones a la dirección provincial, pese al significado apoyo de la dirección local a favor del otro candidato (el oficialista), y la posterior -los tiempos en política siempre cuentan- decisión del portavoz municipal socialista, Francesc Sanguino, de negarse a cumplir un mandato público de la Ejecutiva local para incluir en el orden del día del pleno de enero una propuesta en favor de una calle para la escritora Almudena Grandes. Una iniciativa que todas las partes consideran menor, pero que evidencia, más si cabe por esa relevancia, el pulso que pretende hacer Sanguino a la dirección local, encabezada por el también concejal Miguel Millana, pero controlada por Ángel Franco, uno de los perdedores (aunque no el principal) del reciente paso por las urnas.

Esa derrota parcial de Franco (que evidenció que ya no controla la Vega Baja como en otros tiempos, pero que sigue ejerciendo el poder con manu militari en Alicante) ha servido para que el grupo ahora fidelizado a Soler, hace poco a José Luis Ábalos y no hace mucho a Pedro Sánchez, busque nuevas cotas. «Ahora, a por Alicante», se proclama. Y en esas, Sanguino ha visto una oportunidad. Tal vez, su única, aunque remota, oportunidad para seguir vivo, tras ser proclamado por el poder hace casi tres años para liderar la candidatura a la Alcaldía de Alicante, con el «dedazo» de Ximo Puig (para luego desaparecer durante la campaña electoral local) y el aval clave de Franco, «el de Campello», como le califica ahora el portavoz.

Con la extremaunción recibida tiempo atrás, pese a la reciente palmadita que se le dio en privado desde el entorno más próximo al presidente Puig en el Palau, Sanguino parece querer ir a la guerra. Como se insiste por los órganos de poder, él no tiene nada que perder. Si nada cambia, su futuro político en Alicante es nulo. En ese escenario, no le vendría mal que se alzasen las armas y se iniciara un conflicto del que huye, como del aceite ardiendo, Puig y su entorno, en ese perfil tan suyo de no mirar de frente a los problemas para evitar cualquier titular. «Evitemos los ruidos», se repite desde València, un mensaje que se ha intensificado desde la victoria de Soler a Toni Francés, el aspirante ungido por el PSPV. Los presumibles cambios de fichas en la Diputación pueden iniciar el fuego, que entonces podría ser cruzado.

Sanguino, en estas, no está solo, aunque sí en minoría en el Ayuntamiento y prácticamente solo en Pintor Gisbert. En el grupo municipal, por diferentes intereses, podría contar con el respaldo de los «manolos» (Manuel Martínez y Manuel Marín, ambos de Soler) y de Lara López (hija del histórico Berruti, que ha roto con Franco por intereses básicamente familiares). Enfrente tiene a la mayoría del grupo, a cinco de nueve, incluido el secretario local del partido. Mal balance en una guerra abierta. Sanguino es consciente de estar en minoría, pero esas cuentas no le limitan en su nuevo objetivo de hacer, más si cabe, ostentación del poder que le confiere ser portavoz. «Y si no me quieren, que me quiten», se atreve a decir a quien le pone los números sobre la mesa, consciente de las bazas que juegan a su favor, como que Puig nunca quiere líos y que, no hace mucho, recibió un respaldo desde el Palau que nunca se entendió en Alicante. Una más.

Lo dicho. Un polvorín, cada vez con más carga explosiva. En el que puede no pasar nada, como hasta ahora (más allá de las tensiones que se dan por habituales) o saltar todo por los aires. Parece que Sanguino va a poner todo de su parte. Falta por ver las ganas de Franco de ejercer de general en el campo de batalla.

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