"Alicante vibra con la Vuelta a España". Este fue el lema del Ayuntamiento para promocionar la llegada este martes de la ronda española a la capital alicantina. En política, la elección de las palabras no es casual. Una cosa es vibrar con la Vuelta con un gran evento que tiene millones de espectadores en todo el mundo (la etapa tuvo una audiencia de 900.000 personas solo en España), mueve a miles de personas por la geografía española y genera un importante impacto económico en las ciudades por las que pasa y otra cosa bien distinta es vibrar con el ciclismo, con las bicicletas, con el transporte sostenible. Debería ser compatible, por coherencia, pero no siempre lo es. Y Alicante lo sabe. 

El Ayuntamiento se ha volcado con la Vuelta, pero no con las bicicletas. Y para prueba, un botón. Mientras los ciclistas reconocían el recorrido de la etapa contrarreloj, el concejal de Transportes, Manuel Villar, rechazaba en rueda de prensa incluir el carril bici en la avenida de Aguilera, aprovechando las obras para habilitar el carril bus. No es no, vino a decir. Y con más vehemencia de la habitual. Una cosa es rectificar el proyecto, tras las rotundas críticas vecinales por ampliar de cuatro a seis los carriles de circulación y mantener las aceras estrechas, y otra bien distinta tener que hacer hueco en la calzada a la bicicleta y también a los patinetes eléctricos. Eso ya es pasarse, debe pensar el edil. 

Pero el caso de Aguilera no es puntual. Ni casual. Es un síntoma de una política que no avanza al mismo ritmo que en otras tantas ciudades. Nada se sabe de la promesa que el propio alcalde, Luis Barcala, hizo micrófono en mano a los alumnos del IES Cabo de la Huerta mientras protestaban en la plaza del Ayuntamiento por la falta de itinerarios ciclistas. De eso hace casi dos años. Más tiempo, si cabe, ha pasado desde que el bipartito anunció la construcción de la pasarela ciclopeatonal, que supondría la conexión del carril bici entre el casco urbano y Urbanova. Se adjudicaron las obras, llegó la pandemia, subió el precio del hierro... y hasta hoy. Ni proyectos ni tampoco diálogo, lamentan colectivos sociales, ante la ausencia de convocatorias de la Mesa de la Movilidad, que en sus inicios se llegó a denominar la Mesa de la Bicicleta. 

Barcala, junto al director de la Vuelta y al presidente de la Diputación, en el podio de la meta. A la derecha, el presidente de la comisión del centenario del Hércules. Carolina Pascual

Alicante se mostró al mundo con la etapa de la Vuelta. Sí. Exhibió su fachada litoral, sus castillos, su playa urbana... sus calles abiertas a las bicicletas (profesionales). Demostró que se puede avanzar hacia la reducción del transporte privado en el centro de la ciudad. También. Eso fue lo que se vio. Desapercibida pasó, en cambio, la reivindicación de los vecinos de la zona sur contra las vías frente a la costa. Tampoco se vio el abandono del entorno de la antigua fábrica de sacos, de Sangueta y de San Antón... O la ya eterna "brecha" en la pasarela del Postiguet. 

Un ciclista pasa por delante de un mensaje de protesta contra las vías en la costa

Todo eso, tras la contrarreloj, sigue tal cual. Sin cambios: en las postales y en las rémoras. Tampoco hay novedades en torno a la bicicleta: el paso de la ronda por Alicante no parece haber generado pasión por la bicicleta en el Ayuntamiento.