Lejos de tener trabajando sin contrato, a tanto la jornada y sin ningún tipo de formación ni prevención en riesgos laborales a un chico de 22 años que está en silla de ruedas tras precipitarse al vacío mientras colocaba unas bridas, el modo de actuar con este joven del empresario que fue detenido el pasado mayo en Alicante por este siniestro era pura caridad.

Lo que en realidad hacía no era aprovecharse de la situación de vulnerabilidad de este chaval que procedente de Venezuela llevaba pocos meses en España y carecía de papeles, sino ayudarle presentándole suministradores de material y posibles clientes para un trabajo que el chico no había realizado en la vida y que además era el campo de actividad de este empresario: la instalación de aparatos de refrigeración. Es decir, que generosamente le brindó sus contactos a su potencial competencia. 

Eso explica, según la declaración que ayer prestó ante la magistrada que está instruyendo este caso, los cerca de trescientos whatsapp que obran en la causa en los que el investigado le pregunta al joven si va a ir a trabajar, si le recoge y dónde lo hace o le indica que el dinero que le ha dado es porque se lo ha ganado, entre otros comentarios.

El empresario, investigado junto a su pareja por un delito contra la seguridad de los trabajadores y otro de lesiones graves por imprudencia y quien hasta ahora había declinado declarar, negó ante la instructora cualquier relación laboral con el joven y añadió que se lo encontró junto a su furgoneta con una lesión medular que le que le dijo que se la había provocado al caerse en la calle.

La Policía actuó después de que el chico denunciara que trabajaba para él, que se cayó desde una altura de unos tres metros mientras estaba encaramado en una escalera de tijera que se cerró, que se encontraba solo colocando unas bridas y que cuando su «patrón» llegó y lo vio en el suelo sin poder incorporarse, en vez de llamar a una ambulancia, le dio unas friegas con algo que olía a mentol, le cargó en brazos hasta su furgoneta y le dejó en la puerta del hospital. Antes habían pasado por la casa de Diego, como se llama el joven, para que cogiera su pasaporte indicándole el empresario que dijera que se había lesionado en un accidente doméstico y no laboral.

Un relato que Diego ratificó  hace unas semanas antes la magistrada por videoconferencia desde el Hospital de Parapléjicos de Toledo, donde permanece ingresado desde el pasado junio. 

El golpe le provocó una fractura de vértebra con invasión medular que le ha dejado prácticamente sin movilidad de cintura para abajo, con fuertes dolores neuropáticos y con incontinencia urinaria y fecal.  

La pareja del detenido, quien también declaró aunque ninguno de los dos respondió a las preguntas del representante legal de Diego, el letrado José Bonet, admitió que contactó con el joven a través de un grupo de WhatsApp porque su marido buscaba a alguien para subcontratar, pero no pudo ser por la inexperiencia del chico. 

Fue entonces, según lo declarado este miércoles, cuando les dio pena y pensaron en presentarle a gente del sector, pese al desconocimiento que el chico tenía mismo y que fue lo que, según el propio testimonio  de los investigados, hizo que no le emplearan.

Para dentro de unos días están señaladas las declaraciones del responsable del taller donde se produjo el accidente y la del único apoyo que Diego tiene en España: su amigo Felipe, con quien convivía cuando se produjeron estos hechos.