Entrevista | Gonzalo Moreno del Val Vicepresidente del Consejo General de Colegios Veterinarios de España

"Si la eutanasia es una opción para las personas, ¿por qué tiene que dejar de serlo para los animales?"

El alicantino fue elegido el pasado mes de septiembre para ocupar el puesto mediante una votación celebrada en Madrid, consiguiendo 33 de los 50 votos contabilizados

Gonzalo Moreno del Val, vicepresidente del Consejo General de Colegios Veterinarios de España Gonzalo Moreno del Val

Gonzalo Moreno del Val, vicepresidente del Consejo General de Colegios Veterinarios de España Gonzalo Moreno del Val / Pilar Cortés

El primer alicantino en ser vicepresidente del Consejo General de Colegios de Veterinarios de España. Es licenciado en Veterinaria por la Universidad Cardenal Herrera y funcionario de carrera. Especialista en Salud y Bienestar Animal del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, dirige el Servicio de Animalario del Instituto de Neurociencias de Alicante y es secretario del Comité de Bioética y Bioseguridad del mismo. Entre sus competencias colegiales, preside desde 2017 el Colegio de Veterinarios de Alicante.

Su llegada al puesto ha coincidido con la entrada en vigor de la nueva ley de bienestar animal. En esta entrevista, analiza las principales discrepancias que tiene el oficio con la nueva normativa e introduce los que, cree, son los principales problemas a combatir dentro de una profesión que, considera, "está muy maltratada a nivel nacional".

¿Cuál es el principal problema que necesita combatirse dentro de la profesión? 

Uno de los principales es el tema de las condiciones laborales. Tenemos una producción muy alta de veterinarios, somos el país que más profesionales produce en la Unión Europea y, a su vez, el país que más ratio de veterinarios por habitante tiene en la UE. Lógicamente, en la ley de la oferta y la demanda, cuando hay muchos titulados, el mercado laboral los acoge de una manera no demasiado buena. En Alicante fuimos pioneros también en promover desde el Colegio un convenio colectivo que no existía, el primer convenio a nivel estatal. Con eso, poco a poco, la situación ha ido mejorando.

Hace unos años el INE marcaba a los veterinarios como los peores pagados.

Ahora, afortunadamente, no estamos ahí, pero tampoco es que estemos demasiado bien. El sueldo medio de un veterinario es de unos 22.000 euros brutos. Estamos a más de 1.000 euros de distancia de la media de las profesiones sanitarias. Porque somos una profesión sanitaria aunque en España no lo parezca. Estamos exportando veterinarios sin parar, porque en otros países la veterinaria es una profesión con un estatus mucho mayor. Se requieren muchos profesionales en otros países y los españoles están yéndose fuera. Ahora mismo estamos produciendo más veterinarios de los que necesitamos, estamos apostando por la formación de unos profesionales, sufragando su formación, para luego regalarlos a otros países. Y no teniendo suficiente, hace unos años surgió la iniciativa de crear una facultad de veterinaria en Alicante a la que nosotros nos pusimos en contra, pues se pretendía avivar una burbuja universitaria. Invertir en educación parece que siempre es positivo, pero yo creo que cualquier inversión es positiva siempre que sea razonable.

¿Cree que la salud de los animales es desprestigiada por parte de la población?

La banalización de la salud animal es un problema importante que tenemos que tratar y no nos damos cuenta de que pueden afectar de forma directa a la salud humana. Ahora, como hay sequía, los animales silvestres se mueven a puntos donde hay agua. Así, se acercan a zonas con poblaciones de animales domésticos, a núcleos urbanos, donde pueden hallar esos recursos. Es decir, esos animales silvestres que a lo mejor han enfermado por esa susceptibilidad mayor que tienen, se acercan a entornos urbanos, contactan con animales domésticos y transmiten esas enfermedades que pueden acabar en nuestra casa. Ese es un buen ejemplo de la situación que vivimos, de cómo un desequilibrio medioambiental acaba afectando a la salud de los animales y, finalmente, a la de las personas.

Gonzalo Moreno del Val

Gonzalo Moreno del Val, en el Instituto de Neurociencia / Pilar Cortés

Un tema por el que ha luchado el gremio es por reducir el IVA veterinario.

Exacto. Somos la única profesión sanitaria que está grabada con IVA. Ninguna otra; ni la medicina, ni la enfermería, ni la fisioterapia. Solo la veterinaria. Cuando un veterinario realiza un tratamiento, no sólo está enfocándose en curar la salud de los animales, también está haciendo un enfoque de salud pública. Está buscando que esa enfermedad no acabe en las personas. Está usando la prevención para evitar enfermedades en los humanos. Es decir, que si aplicamos IVA a la salud veterinaria, estamos poniendo trabas tanto al bienestar animal como al personal. Con el IVA veterinario, estamos penalizando la salud de toda la población también. 

¿Habéis tenido respuesta por parte de algún partido político?

En el Congreso de los Diputados se aprobó una proposición no de ley durante el último gobierno del PP. Esta proposición contó con los votos a favor del PSOE y Podemos, y lo que se pedía era precisamente eliminar el IVA veterinario. Ahora, con el cambio de gobierno, hemos reclamado esta medida que, no solo apoyaron en su día, sino que incluían en su programa electoral ambos partidos políticos, pero no ha surtido efecto.

¿Os habéis planteado la posibilidad de que el veterinario entre dentro de la red pública?

Yo creo que hay un primer paso que es más viable y más fácil de hacer, que es rebajar un 21% los precios, es decir, proceder con la eliminación del IVA. Es algo mucho más fácil que generar una sanidad pública veterinaria. El primer paso se dio, pues varios partidos se comprometieron con ello, pero no han cumplido sus promesas. Lo que comentas tiene sentido hablándolo en temas económicos. Muchas veces se percibe la atención veterinaria como muy cara porque es difícil procesar que la sanidad pública no la pagas de manera directa, pero el veterinario sí. Si lo comparamos con la atención sanitaria privada de las personas, las diferencias son notables. Hay cuestiones que hacen que los veterinarios parezcan muy caros.

¿Como cuáles?

Como que tenemos una sanidad pública que no valoramos, que no nos damos cuenta de lo que cuesta. Nosotros vamos al médico a la mínima que notamos que algo no va bien. Sin embargo, con los animales no pasa lo mismo porque sabes que cuando vas al veterinario, vas a pagar. Hay mascotas que llegan con enfermedades ya descontroladas y que su solución es mucho más complicada precisamente por eso, porque de primeras tienes que pagar.

¿Los animales son considerados un bien de lujo?

Parece que lo sean porque es eso lo que graba el tipo máximo del 21%. Nunca puede ser considerado como tal, sobre todo porque a día de hoy el 50% de las familias tiene un animal de compañía. Además, tener una mascota tiene muchos beneficios, está demostrado científicamente incluso en personas vulnerables como pueden ser las personas de la tercera edad, por la compañía que aportan, pero también incluso a nivel cardiovascular. Está demostrado que, por tener que pasear diariamente, aumenta la actividad de esas personas. 

¿Qué le parece la ley de bienestar animal?

Nosotros, como profesionales de carácter técnico y especialistas en esto, pensábamos que el enfoque que se dio al principio era equivocado. Se empezó hablando de ley de derechos de los animales y posteriormente se le dio más peso, afortunadamente, al bienestar animal. Nos faltaría algo y es que, por desgracia, la salud animal parece que nunca se tiene en cuenta. Son pocas o ninguna las medidas que introduce la ley en cuanto a la salud de los animales, nos importa tanto la salud animal que nos ofrecimos en distintos momentos a colaborar, pero la verdad es que no participamos en esta ley. 

¿Qué piensa del amparo que se le da al perro de caza?

Entre todas las alegaciones que hicimos, una fue esta. Para nosotros, un perro es un perro, sea de caza o de compañía. La ley de la Comunidad Valenciana de bienestar animal, que surgió también hace meses, sí que incluye a los perros de caza dentro de la ley y nosotros siempre lo hemos defendido. Las autoridades autonómicas sí que tuvieron en cuenta nuestros comentarios como veterinarios. Sin embargo, a nivel estatal los perros de caza no están recogidos y nosotros creemos que es un error.

Gonzalo Moreno del Val, en el Instituto de Neurociencia

Gonzalo Moreno del Val, en el Instituto de Neurociencia / Pilar Cortés

¿Y la regulación de la eutanasia?

Es uno de los temas que más nos preocupa. Hemos pedido a la Dirección General de Derechos de los Animales que aclarasen algunas cuestiones, porque pensábamos que iba a haber problemas con la aplicación de la norma. Si tú haces caso a la ley tal cual está redactada, si existe un tratamiento sanitario para aplicar a un animal, sí o sí se lo tienes que aplicar, independientemente del pronóstico que pueda tener, de que tú tengas medios o de la complejidad de aplicárselo. Respecto a la eutanasia, parece que se está sembrando cierta duda sobre el trabajo que venimos haciendo los veterinarios. Los veterinarios aplicamos la eutanasia cuando es necesario, no al libre albedrío.

Imagina a alguien que tiene un mastín de 50 kilos que sufre un traumatismo. Ahora piensa en su hospitalización, su cirugía traumatológica y una recuperación para que vuelva a andar. Nos podemos estar yendo a varios miles de euros en un proceso complejo. Se pueden dar situaciones que son muy difíciles y ahí hay que valorar las posibilidades de curación que tiene ese animal o qué va a pasar si no se le puede dar todo eso, cómo va a quedar ese animal paralítico, con dolores, con sufrimiento... Si la eutanasia es una opción para las personas, ¿por qué tiene que dejar de serlo para los animales en determinadas situaciones?

¿Y en qué momentos se valida la eutanasia?

Con esta normativa se restringen las opciones de eutanasia de un animal. Hemos propuesto que se consideren dos preceptos para la eutanasia de animales: uno es que sufre una enfermedad con ausencia de tratamiento que posibilite su supervivencia con una adecuada calidad de vida y el otro es que el animal presenta una patología que compromete gravemente su calidad de vida en ausencia de disponibilidad de los medios necesarios, tales como los económicos por parte de su titular, abocando al animal a un sufrimiento prolongado e incompatible con la dignidad que se debe procurar en nuestra convivencia con cualquier ser sintiente.