El obispo Munilla huye de la crítica política en la misa de la Santa Faz de Alicante y se centra en el "narcisismo"

El prelado de Orihuela-Alicante deja escapar a los principales dirigentes locales, provinciales y autonómicos a diferencia del pasado año, donde no tuvo reparos en reprobar la insolidaridad de los trasvases y el aborto

El obispo Munilla, en la Santa Faz: "Pedir misericordia es el mejor antídoto contra la soberbia y el narcisismo"

Rafa Arjones

Alberto Losa

Alberto Losa

Este año no hubo polémica y, por no haber, no hubo prácticamente ni tema en la misa oficiada por el obispo José Ignacio Munilla en Santa Faz. Al menos, no hubo tema político ni social. El rector de la Diócesis de Orihuela-Alicante no cumplió con las expectativas generadas por él mismo el pasado año, cuando centró su homilía en tres grandes asuntos a modo de crítica: la guerra en Ucrania, la falta de solidaridad en los trasvases entre autonomías y la baja natalidad, con vituperio al aborto. Este año, nada de eso. La eucaristía se ha centrado en el egoísmo del ser humano, apenas dejando entre líneas una reprobación a usar los avances científicos para "redefinir la antropología".

Conceptos como "aborto", "trans" o la Agenda 2030, todos ellos habituales en los mensajes que publica el obispo en sus redes sociales para sus más de 113.000 seguidores en X (antiguo Twitter) y sus publicaciones en Instagram, donde acumula otra audiencia de 96.000 personas, se quedaron fuera de la homilía. A cambio, criticó el narcisismo de los humanos, siendo el obispo un personaje público que promociona su trabajo en multitud de espacios, principalmente tecnológicos, entre los que se cuentan una página web, un canal de Youtube, varios perfiles de redes sociales o un podcast. Pese a tener a los principales dirigentes locales, provinciales y autonómicos ante él, entre los que estaban Carlos Mazón (PP), presidente de la Generalitat; Pilar Bernabé (PSOE), delegada del Gobierno; Luis Barcala (PP), alcalde de Alicante o Toni Pérez (PP), presidente de la Diputación, no hubo recado político para ellos, como sí sucedió el año pasado.

El obispo comenzó enlazando el final de la Pascua con Santa Faz, de la que dijo que es "un sello del misterio de la Pascua" al ser "un signo permanente del rostro sufriente de Cristo" y releyó dos veces la misma frase: "Tanto amó Dios al mundo que entregó a su hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en él". Tras ese momento, Munilla amenazó con centrarse en alguno de sus temas habituales, al pronunciar que la ciencia nos ha permitido "redefinir la antropología" y comparar los avances con Prometeo, que "trajo a la Tierra el fuego del cielo pensando que lograría el progreso". Finiquitó su amago de crítica sin ahondar en ella, señalando que "la ciencia es todo lo que el hombre pensaba que necesitaba, pero no ha sido así", ya que "ese prototipo ha experimentado una gran decepción".

Tras ese instante, la homilía viró hacia una reprobación al narcisismo: "Pensábamos que nos comíamos el mundo, pero hemos pasado a dimitir de grandes ideales, a encerrarnos en el yo, a buscar una vida cómoda, el placer y a huir del compromiso. Prometeo se ha convertido en Narciso". La solución, anticipó el prelado, era "pedir misericordia", incidiendo en la respuesta que se realiza en la popular expresión de Santa Faz en el marco del año jubilar, que concluye el próximo 23 de noviembre.

Munilla insistió en esta idea y subrayó que "pedir misericordia es la mejor medicina para sanar el narcisismo", ya que "aquel que se está lamiendo las heridas no termina de gustarse a sí mismo".

Coronación canónica de La Soledad

El prelado de la diócesis alicantina concluyó su intervención con dos propuestas. La primera fue una invitación a los presentes a volver a la Santa Faz a lo largo del año jubilar con más calma, para conseguir la "indulgencia plena" tras la confesión que se puede obtener durante el jubileo.

La segunda, fue otra invitación, en este caso a participar de la coronación canónica que recibirá la Virgen de la Soledad el próximo 23 de noviembre, precisamente el mismo día en el que concluye el año jubilar.