HACE 50 AÑOS EN ALICANTE

La artista del momento vive en el Cabo

Antoñita Moreno tenía fijada su residencia en los apartamentos La Ratita de Alicante, junto a lo que más tarde sería el hotel Sidi

Hace 50 años en Alicante, del 15 al 21 de abril de 1974: Antoñita Moreno triunfaba y los alicantinos se comían la mona en el antíguo hipódromo

Perfecto Arjones

Ramón Pérez

Ramón Pérez

En una España donde mandaban los hombres con bigote, a pocas mujeres les dejaban levantar la voz. En 1974, en los estertores de la dictadura, y mientras los señores aseguraban bien su silla porque veían que aquello acababa, triunfaba una mujer sin más compañía que su voz. Una «echá pa’lante» de la que se decía que era la artista más multimillonaria de España. Aquella mujer andaluza era Antoñita Moreno, afincada desde hacía años en Alicante, ciudad con la que tenía un fuerte vínculo porque sus padres habían tenido un chalet, Villa Salud, en Vistahermosa. Ella residía ahora en los Apartamentos La Ratita, en la calle Corales, en pleno Cabo de la Huerta; toda una visionaria porque a finales de año abriría a su lado el hotel Sidi San Juan –durante décadas el único cinco estrellas de la ciudad–. El caso es que la folclórica, metida ahora a empresaria, estaba de moda tal semana como ésta pero de hace 50 años porque estrenaba en el Teatro Calderón de Madrid su obra Voces y aires de España.

Antoñita Moreno aseguraba que éste era el espectáculo más caro que jamás se había hecho en España; en él arrastraba a un grupo artístico de 70 personas contando con músicos y técnicos. La obra giraría por Europa, incluida la URSS, y combinaba música y literatura; además explicaba sin tapujo alguno que su inspiración era García Lorca. Retrocedamos para leer todo esto con la perspectiva de 1974: una mujer empresaria; con más de 70 personas a su cargo; multimillonaria; sin un hombre a su lado y diciendo que su musa era Lorca, republicano, homosexual y bandera, por tanto, de tantas cosas prohibidas y perseguidas entonces. También cantó a Machado. TVE le puso trabas, pero ganó ella.

La artista, nacida en el sevillano municipio de Puebla del Río, respondía cuando le preguntaban cuánto tenía de alicantina. «Me siento alicantina y media, no mitad alicantina ni nada de eso, alicantina y media». Además, acababa de ser nombrada «cremaora major» por la hoguera de San Blas. Antoñita Moreno, que hoy tiene 94 años, vivió hasta hace una década en Alicante, siempre en su ático de La Ratita, que fue epicentro de reuniones de gente de la farándula en lo alto de un apartamento singular, un rara avis en medio de la descontrolada burbuja que se llevó todo el encanto del Cabo.

Aquel mes de abril de 1974, mientras Antoñita Moreno triunfaba, los alicantinos se comían de manera multitudinaria la mona en los castillos y en las playas, aprovechando un sol que finalmente ganó la batalla a la lluvia que se preveía. En la foto que ilustra estas líneas, el antiguo hipódromo. Pese a ser día festivo, un tema sobre educación sobrevolaba la conciencia de todos: tres de cada 10 niños alicantinos estaban sin escolarizar; en total, 2.875. Los barrios del norte de Alicante, los más golpeados y donde más reivindicación había, pues ni siquiera disponían de instituto. Preocupaba también la alta cifra de fallecidos en carretera en Semana Santa: 105. No por tema repetido era menos importante.

Otro de los sucesos principales de aquella semana era el desorbitado gasto en medicamentos de la Seguridad Social. INFORMACIÓN titulaba: «Los laboratorios venden medicamentos a un precio diez veces superior a su valor». En la provincia el gasto había sido de 1.500 millones de pesetas en 1973. Agatángelo Soler, presidente del Colegio Oficial de Farmacéuticos, argumentaba que el culpable ni era el farmacéutico ni el médico. «El fallo es el enfermo profesional, que siempre suele ser el mismo, siempre se ven las mismas caras ante las consultas».

En Alcoy el dilema giraba en torno a las fiestas: a tres días vista no había arcabuces. Valían mil duros pero sólo había una persona dedicada a su fabricación. Se decía que tenía trabajo para años. Los vecinos y visitantes ya habían agotado todas las sillas para presenciar los desfiles y en las conversaciones salía por vez primera la palabra reventa. «Como si viniera Cruyff», decían los escépticos. La provincia, en plena ebullición de turismo y fiesta, seguía su remodelación exprés y la Diputación ejecutaba la distribución de agua potable en Balones y el alumbrado público para el Vergel. Otro municipio, Santa Pola, también era noticia porque cinco jóvenes entraban a prisión por tenencia de grifa, palabra, por cierto, olvidada hoy.

En la capital se restablecía el trayecto Alicante-Génova a partir del 30 de abril. El barco danés Dana Corona retomaba la ruta en un viaje de 36 horas, con capacidad para 600 pasajeros y 150 coches, dos piscinas climatizadas, un casino, tres restaurantes… Y desde Benidorm llegaban dos noticias radicalmente diferentes e inusuales. Moría un joven al estallar un barril de cerveza cuando trabajaba en el reparto de bebidas carbónicas en el bar del apartamento Siroco. Y también nacía la peña barcelonista de Benidorm, cuyo presidente era Manolo Escobar.