Investigadores de la UMH y la UA constatan que el calor dispara la mortalidad de la lubina y la dorada

El equipo experto recomienda modificar la profundidad para instalar las jaulas de las piscifactorías y cambiar a especies más resistentes a las altas temperaturas

Una piscifactoría de Guardamar

Una piscifactoría de Guardamar / Tony Sevilla

A. Fajardo

A. Fajardo

El aumento de la temperatura del mar impacta de lleno en el pescado que comemos y es necesario tomar medidas. Una nueva investigación conjunta entre la Universidad Miguel Hernández de Elche (UMH) y la Universidad de Alicante ha empezado a analizar las consecuencias que tiene que el agua esté cada vez más caliente en la dorada y la lubina. Ya ha constatado que las olas de calor les producen estrés hasta el punto de provocar su muerte y todo ello, mientras el creciente cultivo de estas dos especies en piscifactorías de la provincia de Alicante ha llevado a la Comunidad Valenciana a encabezar la producción nacional de este pescado. 

Granjas marinas de la costa alicantina como las de El Campello, Altea y Guardamar están siendo escenario de mediciones realizadas por los investigadores para concluir su estudio a finales de 2025. «Lo normal es que haya entre un cero y un 1% de mortalidad, pero hay días que tienen entre un 15% y un 20% debido al aumento del mercurio en el mar», explica Xabier Barber, uno de los investigadores de la UMH que lidera el estudio. Y es que las temperaturas de récord que se están registrando durante todo el año tienen unas graves repercusiones en el mar, según el especialista, porque «el mar tarda tres o cuatro días en bajar la temperatura», añade.

Una pescadería con dorada y lubina a la venta, en imagen de archivo

Una pescadería con dorada y lubina a la venta, en imagen de archivo / INFORMACIÓN

Los primeros resultados publicados en la revista científica Aquaculture, aseguran que ha aumentado sistemáticamente la temperatura a lo largo de las últimas cuatro décadas en profundidad y en ubicación de las granjas, alcanzando picos de hasta 0,75ºC por décadas en algunas áreas, así como la frecuencia y duración de las olas de calor en los últimos años.

Estas últimas, se han vuelto tres veces más frecuentes, con duraciones casi un 50% más largas en promedio en comparación con los años ochenta. En 2022, tuvo lugar el momento más grave, cuando las desviaciones alcanzaron los 4,2 grados y se prolongaron durante todo el verano, según la investigación de las dos universidades.

Los umbrales térmicos para el bienestar de los peces superaron también la profundidad media donde se encuentran las granjas, aumentando en 4,3 m por década. Además, el inicio estacional de los umbrales térmicos se ha adelantado de 5 a 6 días por década.

Los investigadores

El equipo experto está integrado por los investigadores del instituto de investigación Centro de Investigación Operativa (CIO) Xavier Barber y Laura Aixalà de la UMH, junto a los investigadores Javier Atalah, Sofia Ibañez y Pablo Sánchez, del Departamento Ciencias del Mar y Biología Aplicada de la UA en el marco del Plan Complementario de I+D+I en Ciencias Marinas de la Comunidad Valenciana (GVA-ThinkInAzul), dentro de los fondos GVANext (Fondos Next Generation a la Comunitat Valenciana) del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia del Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades.

Las cámaras submarinas se controlan desde unas oficinas junto al Puerto de El Campello

Las cámaras submarinas se controlan desde unas oficinas junto al Puerto de El Campello / Tony Sevilla

Soluciones

Según los investigadores, los métodos de acuicultura actuales tendrán que cambiar en el futuro. También, se deberá modificar la profundidad a la que habrá que ubicar las jaulas para asegurar buenas condiciones para el cultivo de dorada y lubina. Para ello, defienden la importancia de la innovación tecnológica, la investigación, las medidas regulatorias y la colaboración entre los distintos actores de la industria para desarrollar e implementar estrategias adaptativas efectivas.

Además, sostienen que es necesario identificar las zonas más adecuadas para la acuicultura teniendo en cuenta las condiciones actuales y futuras del cambio climático, así como cambiar a especies cultivadas más resistentes al calor, como la corvina, y explorar nuevas estrategias de cultivo. También, recomiendan poner en marcha sistemas de monitorización en tiempo real y protocolos que mejoren la capacidad de respuesta y que ayuden a la planificación a corto y largo plazo, para poder prevenir y anticiparse a estos fenómenos.