Lluís Homar Toboso (Barcelona, 1957) nació como actor interpretando a Manelic en Terra baixa de Guimerà. Tenía solo 17 años. Esa Terra baixa que volvió a interpretar en 2014 supuso también el inicio de una «manera de sentir el teatro, de una manera de entender mi profesión», porque desde entonces Homar ya no compite por ser el mejor actor, sino que prefiere sentirse vivo siendo actor, sin miedo, lo importante ya no es tanto el arte del teatro como el arte de vivir. Experiencias y esperanzas, angustias y anhelos, dudas y fracasos, éxitos y celos, sus bloqueos en escena: 60 años de vida plasmados en un libro de memorias, que quizá le sepa a poco al lector que busque saber lo que se cuece entre bambalinas en un estreno o estar al tanto de una retahíla de dimes y diretes al calor de la tramoya, porque eso no lo va a encontrar.
Homar rememora su paso por el Teatre de l'Escorpí, explica cómo se fundó el Teatre Lliure («no puedo explicar mi vida sin que el Lliure siempre aparezca») y las dinámicas de sus ensayos, repasa el éxito de la comedia George Dandin de Molière, su anecdótico debut en el cine con José Antonio de la Loma y reconoce el magisterio recibido de Puigserver y su fuerza de voluntad, de Pere Planella, Carlos Gandolfo y Lluís Pasqual. Además, detalla su enriquecedora vivencia en Nueva York, reconstruye sus seis años al frente del Lliure siguiendo el modelo de Puigserver y Pasqual y su traumática marcha como príncipe destronado, defiende el Hamlet que protagonizó en 1999 y que fue el inicio de su fructífera relación profesional con Xavier Albertí, recuerda sus desiguales trabajos cinematográficos con el imponente Pedro Almodóvar, con quien «puedes tocar el cielo o bajar a los infiernos», reivindica su Luces de bohemia con el argentino Alfredo Alcón y evoca el descubrimiento de uno de los leitmotiv de su trayectoria: todo se ha de hacer desde la verdad. No obstante, la trayectoria del actor y director barcelonés no es más que una razonada excusa, una introspección evocativa de su pasado para desarrollar su evolución hacia la consecución del disfrute de ese arte de vivir mencionado.
Este libro de prosa ligera y de grata lectura, escrito con la colaboración de Jordi Portals y que evoca la pieza teatral Et diré sempre la veritat de Lluïsa Cunillé, está compuesto de momentos, de recuerdos, con la mano tendida al pasado y al lector para que este pueda descubrir al Homar de carne y hueso, tímido y emocionado, orgulloso y vergonzoso, sin la careta de actor.
