Con 7 años, Elia Barceló (Elda, 1957) se reunía con sus amigas a la salida del colegio en una caseta para guardar trastos que tenía su abuela en la azotea de casa. Allí les contaba historias. Muchas las sacaba de las películas que contemplaba con auténtica pasión en el cine. Pero si no le gustaba el final o veía que podía tener más recorrido, pues lo cambiaba. Luego empezó a escribir las suyas propias.

Eva García Sáenz de Urturi (Vitoria, 1972) creció con los ganadores de los premios Planeta de los 70 y 80 en su dormitorio. Los coleccionaba su padre que era abogado y tenía una gran biblioteca. Su abuela le decía que leía demasiado y que se iba a pasar de rosca. Lleva escribiendo todos los días desde los 14 años.

Ese es el pasado que ha llevado a que en el presente ambas sean dos de las escritoras, y escritores, con más lectores del panorama literario español. Y también fuera de él porque algunas de sus obras ya se pueden leer en más de quince idiomas.

La primera acaba de ganar el Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil por la novela de ciencia-ficción El efecto Frankenstein, y la segunda, el Premio Planeta, con el thriller histórico Aquitania. Llegar hasta ahí no ha sido un regalo para ellas, aunque sí para los lectores que se cuentan ya por millones.

Escribir el

Elia Barceló antes que escritora fue una lectora feroz desde pequeña. Consumió miles de historias, en las que descubrió las inmensas posibilidades de la ciencia-ficción, hasta que empezó a escribirlas como un proceso natural. No encontró a la literatura sino que la literatura la encontró a ella. Escribir, afirma, no es un refugio sino «una actividad natural» desde que tiene uso de razón. «Se nace artista o no; es un accidente biológico», ha dicho en ocasiones.

Su fijación con las letras le llevó a estudiar Filología Anglogermánica en València y después Filología Hispánica en las universidades de Alicante e Innsbruck. Y en esa ciudad austríaca fijó su residencia hace tres décadas para dedicarse a la enseñanza de la literatura hispánica en el campus donde se doctoró con una tesis sobre Julio Cortázar y el terror. Por eso si le preguntas cuál es el relato perfecto de ese género, lo tiene claro: Casa tomada, del autor argentino. Y también menciona El misterio de Salem's Lot de Stephen King, un texto al que vuelve a menudo.

Ese fue el principio de una sucesión de novelas que basculan entre el terror y la ciencia-ficción, como ejes centrales de su trayectoria para jóvenes, y la novela negra para adultos, aunque considera que la línea entre ambos lectores es muy tenue. Por eso no le gusta hablar de público juvenil, sino de lectores en general. Los suyos están entre los 12 y los 80 años.

Adereza sus obras con un punto romántico porque considera el amor, en todas sus formas posibles, «el tema central de la existencia humana».

Y amor hay en El efecto Frankenstein, un libro con el que ganó el Premio Edebé el pasado año y con el que ahora ha conseguido el Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil 2020, rompiendo el mal fario de que el fallo fuera el pasado martes 13. Una novela que, además de ser un homenaje a Mary Shelley y su Frankenstein -«una novela crucial de mi adolescencia»-, lanza un mensaje contra la desigualdad de género. «Nos ha costado mucho esfuerzo, vidas y dolor a las mujeres llegar a ser lo que somos».

Aunque está considerada el buque insignia de la ciencia-ficción en España, porque le atribuye la capacidad de ser el único género que aporta y trata temas nuevos en la literatura, la intriga está presente también en muchas de sus novelas. Es el caso de La noche de plata, que hoy mismo presenta en el Casino de Elda, donde además se convertirá en la primera mujer Hija Predilecta de la ciudad; el próximo lunes en la librería 80 Mundos de Alicante y el martes, en Novelda.

Escribir el

Cree que la sociedad debe ser consciente de que para ser protagonista de una película o una novela no es preciso tener 35 años y una talla 38. «Me parece bastante idiota pensar que a partir de una edad ya no va a pasar nada importante». Y en ello está. Que no suene Sacramento, de Middle of the Road, que lo deja todo para ponerse a bailar.Lectora y escritora

Nunca pensó ser escritora Eva García Sáenz de Urturi. Lectora compulsiva lo era desde niña. Devoraba todas las colecciones juveniles de los 80, como Los Cinco o Puck. Empezó a escribir a los 14 años, uno más de los que tenía Leonor de Aquitania, protagonista de su novela ganadora del Planeta, cuando se convirtió en la mujer más poderosa del mundo. Desde entonces no ha parado de hacerlo a diario. Así lleva más de 30 años, escribiendo «absolutamente todos los días» entre 10 y 15 páginas.

Las novelas de los ganadores del Planeta en su cuarto fueron como un guiño del destino. El pasado día 15 se sumó a esa lista. «Mi padre me falta desde hace 11 años y habría estado tremendamente orgulloso de ver mi nombre en el lomo de un libro de esa colección».

Cuando tenía 15 años su familia se trasladó a Alicante. Y aquí ha hecho su vida desde entonces. Cuando estudió Óptica y Optometría en la Universidad de Alicante -fue segunda en su promoción- vio claro su futuro. A los 24 años se convirtió en ejecutiva de una multinacional y después aprobó una oposición en esta institución académica en el Sibyd (Servicio de Información Bibliográfica y Documental). «Nunca pensé en cambiar de oficio», destaca. Aún así, durante tres años dedicó las noches a documentarse para escribir su primera novela, La saga de los longevos, que vio la luz en 2012 en Amazon.

El éxito entró por la ventana virtual y continuó en las páginas de papel. Siete novelas en siete años. La Trilogía de la Ciudad Blanca tiene más de un millón de lectores y le ha proporcionado el premio Golden Bullet 2020. Ahora ha dejado al comisario Kraken descansar para viajar al siglo XII con Leonor de Aquitania y reivindicar a esas mujeres que han sido fundamentales en la historia. «Transmitimos que los hombres han hecho la historia, la política, los reinos, y no».

Su máxima es que hagas lo que hagas lo hagas bien. Una prueba: para escribir sobre Leonor, pasó una noche en una celda de monja en la Abadía de Fontevrault donde está enterrada. Y otra: para recoger con verosimilitud la faceta de Luis El Joven como iluminador, hizo un curso de pigmentos naturales medievales.

Y aviso a navegantes. «La cultura es la base de cualquier país que pretenda estar en el siglo XXI».