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La noche como refugio y existencia

Pilar Blanco.

La noche se ha utilizado tantas veces en poesía que podríamos realizar un extenso ensayo sobre ello. Los himnos a la noche de Novalis pudo marcar un antes y un después en el simbolismo de esta parte del día. La noche son los anhelos, el viaje al interior, el recuerdo, el lugar donde acuden los amantes o, tal vez, el lugar de reposo y repaso del acontecer diurno. No solo Novalis ha tratado la noche como centro de una obra, enraíza en la tradición romántica del término. El símbolo que ha llegado hasta nuestros días.

Yo escribo la noche de Pilar Blanco Díaz editado por la albaceteña Chamán ediciones, es un poemario que sigue la tradición de Novalis. El poema que abre fuego en el libro titulado Noche garza ya es una declaración de intenciones: «Es la silueta de la noche un pájaro/que apenas se sostiene en su tiniebla,/y es la tiniebla pórtico de luces». En una primera lectura, el poemario que nos ocupa nos deja un gran sabor de boca. Blanco con su maestría nos avanza en «su noche» y nos sitúa justo donde quiere que nos coloquemos. Espectadores de su visión de las tinieblas. Conforme se avanza en la lectura nos lleva a su terreno como en el poema Brasa: «Camino sobre la espalda de las palabras./Cuentan mis pies sus vértebras,/noto los nudos que la deforman,/siento en mi médula su decir acerado». Blanco dota a la palabra de forma corpórea, es decir, la palabra toma forma humana y la acompaña en la noche.

Yo escribo la noche es un libro que podría servir un manual para entender la vida. Dividido en tres partes: Ello, -S-, Ella y una especie de prólogo, titulado Umbral, que contiene un único poema que antes hemos mencionado, Noche garza. Yo escribo la noche ya en el título nos introduce en su intencionalidad. La noche como lugar de reflexión, como refugio ante la luz que acontece los días que pasan ante los ojos de la autora. El poema Porque es ceniza y arde es una clara reflexión sobre ello: «Un día saliste a contemplar la vida con ojos grandes/y el corazón como un andén lleno de trenes, / lleno de viajeros partiendo hacia un destino de maletas/cruzadas donde la madrugada huele a piel de naranja./A café frío y chimeneas de antes». La noche le sirve a la autora para hablarnos de su recuerdo. En la poética de Blanco se percibe la impronta norteña. Leonesa de Bembibre, aunque vive desde hace años en Alicante, nos muestra un lugar y un tiempo que forma parte del pasado, pero ha dejado huella. Todo esto mezclado con las luces del mediterráneo le dotan de una voz propia.

La poética de Pilar Blanco es la búsqueda constante de la existencia: amor y desamor, luz y tiniebla. Blanco busca su lugar o no lugar en el mundo. Ella se pregunta qué hace aquí y cuál es su misión de vida. Tan solo la escritura le da ciertas respuestas, pero no todas como nos habla en el poema Algo de mí partió: «Tuve que irme a vivir a otro lenguaje, /que infiltrarme en la piel de otro alfabeto, /que perder mi apellido/y arrancarme el ayer como quien tala un árbol, /como quien mata a un niño y todos sus pudieras». Pilar Blanco ha intentado buscar su sitio entre el lenguaje, el que se dice y el que se omite. Hay mucho simbolismo en su poesía. La poética de Blanco está marcada de imágenes, estampas propias de la vida. El acontecer de los días a los que se enfrenta por la noche en la escritura del cuaderno.

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