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La filosofía política del judo

La filosofía política del judo porÓscarR.Buznego

Este libro fue escrito por su autor, especialista en pensadores rusos, a partir de un artículo publicado en Philosophie Magazine en 2014. Ahora se reedita ampliado. En una entrevista realizada antes de redactar el texto, Aleksandr Duguin, quien profesa una declarada aversión a Occidente y es uno de los mayores propagandistas del eurasianismo, vaticinó, muy seguro de sus palabras: «Putin pretende construir un imperio euroasiático contra la influencia americana. Antes de tres años, se apoderará de una parte de Ucrania, la que se extiende a lo largo del margen derecho del Dniéper. En cuanto a Ucrania occidental, que mantendrá a Kiev como capital, no podrá jamás constituirse en Estado». Estas palabras producen escalofrío porque, teniendo en cuenta la fecha en que fueron pronunciadas, son la prueba de que la guerra iniciada por Rusia obedece a una concepción histórica y una estrategia geopolítica de largo alcance, de la cual la invasión de Ucrania supone tan solo la ejecución parcial de un plan más ambicioso.

En el capítulo final, tras repasar la sombría evolución ideológica de Putin y los hitos de su trayectoria política, Michel Eltchaninoff afirma sin asomo de duda que el dictador ruso ha estado preparando la guerra actual durante años. Mientras muchos se preguntan si habrá perdido el equilibrio mental, él concluye que «Putin se ha encerrado en un discurso estanco, cada vez más obsesivo y alejado de la realidad, y ya no razona considerando las consecuencias de sus actos para la población». El libro resuelve el enigma, hasta donde resulta posible en un personaje tan oscuro. Siendo joven, en San Petersburgo, Putin leyó a Hobbes y a Locke, y, ya adulto, se dejó influir por Iván Ilyín, que después de la revolución había sido expulsado del país en el «barco de los filósofos», y admiró a Franco por no haber cometido el error del nazismo de atacar a la Iglesia. Manipuló a su antojo a Kant, a Dostoievski y a Gumiliov, el hijo de la gran Ajmátova. En su primera etapa en la cúspide del poder, Putin se presentaba como liberal, demócrata y europeísta. En la segunda se descubrió conservador, nacionalista, déspota, como un belicoso imperialista.

La lectura del libro es muy amena. Revela las fuentes que han abastecido la visión del mundo de Putin. Entre todas ellas, según Eltchaninoff, mostró predilección por el judo, al que se aficionó en un viaje que hizo a Japón. Estudiar detenidamente al adversario, ganarse sutilmente su confianza y su respeto, y esperar el momento oportuno para hacer un movimiento definitivo aprovechando alguna debilidad. Putin habría permanecido infiltrado en las bambalinas del poder soviético, repartiendo apretones de mano y bromas a los líderes occidentales, hasta su reaparición en 2012 con su verdadera personalidad política y dispuesto a quemar las naves. Ahora nos asusta pensar cuál es su verdadero objetivo y dónde están sus límites. Y yo me pregunto qué falla en las democracias para que en ocasiones se dejen engañar tan fácilmente o, más aún, qué sucede para que un tirano auténtico pueda ocultarse camuflado durante mucho tiempo y consiga en unas elecciones los votos necesarios que luego le permitirán abusar impunemente de sus votantes. Lo peor de todo es que Putin no está solo.

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