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Osadía y experimentación en la novela

Osadía y experimentación en la novela

Osadía y experimentación en la novela / JoséJoaquínMartínezEgido

José Joaquín Martínez Egido

Aunque Manuel Puig se hiciera mundialmente conocido por la versión cinematográfica en 1985 de su novela El beso de la mujer araña (Seix Barral, 1976), un año antes de su estreno, en 1984 ya nos habíamos hecho especialistas en él mis tres compañeros eldenses (Luis Fernando, Mariló, Corpus) y yo cuando, en la clase fenomenal de Literatura hispanoamericana de Juan Antonio, realizamos un trabajo colectivo de su novelística. Mucho antes de toda la pedagogía del trabajo colaborativo, nosotros ya lo poníamos en práctica. En primer lugar, nos repartimos las novelas de este autor argentino para leerlas y analizarlas según un esquema creado previamente por nosotros. Yo elegí La traición de Rita Hayworth (Seix Barral, 1968; Biblioteca Universal Formentor, 1982), sin ningún otro motivo que por el nombre de la actriz en el título: «¿Qué artista te gusta más? ¿La buena de Sangre y Arena? y papi le contesta ‘que me la traigan’, y el Toto entonces ¿Rita Hayworth la mala? Y papi dice ‘que me la traigan’, y el Toto se pone rabioso […] al Toto le gusta Norma Shearer» (p. 109).

La traición de Rita Hayworth puede que sea la novela más importante de Puig. Fue la primera y en la que se asientan los pilares fundamentales de las que vendrán después: temáticamente, por su ambigüedad, por las vidas de personas que no se identifican con la colectividad, que se sienten otros y que no siempre son aceptados en su tiempo; y, formalmente, por su distribución en dos partes y en dieciséis capítulos, en los que, al admitir diversas estrategias en su redacción, se obra una abrumante experimentación narrativa. Todo ello impulsado por una sentimentalidad brutal.

He regresado a La traición de Rita Hayworth esta semana al volver a ver La dama de Shanghái en una plataforma de TV, esa película en la que Orson Wells, como director, comete la tropelía de cortarle el pelo a Rita y teñirla de rubia. Durante su relectura, nunca fácil, me he vuelto a encontrar en Coronel Vallejo, trasunto literario de General Villegas, el pueblo natal de Manuel Puig, con esa ausencia de paisaje que es la Pampa y con unos personajes que viven en una sociedad pueblerina, cotidiana y no siempre con actitudes positivas. Allí está el matrimonio formado por Mirta y Berto y su hijo Toto, principal protagonista, y todos los personajes que forman parte de sus vidas. Toto y Mirta van siempre al cine del pueblo, como también hiciera en su niñez Puig con su madre. Los personajes de las películas que ven se convierten en los referentes de sus vidas, en el inconsciente social. Todo se puede analizar desde la propia óptica que las películas les ofrecen, sobre todo en el caso de Toto, a quien no le gusta su realidad e intenta adoptar la que el cine le ofrece, aunque ella presente incongruencias que no entienda.

A pesar de que la producción de Manuel Puig coincida en fechas con el Boom hispanoamericano, su estilo discursivo más que cotidiano, se opone radicalmente al realismo mágico. En su escritura el autor desaparece por completo, solo hablan los personajes, sin decirnos quién, capítulos en uno o dos párrafos solamente, diálogos con solo uno de los intervinientes, inclusión de diferentes documentos, como son los trabajos escolares o anónimos, o la carta tan importante del capítulo XVI. Todo un despliegue formal basado en diferentes técnicas narrativas, en el fragmentarismo y en la distorsión temporal. Un lujo para una historia corriente con ápices de folletín.

Así que todo esto, y mucho más, conté a mis compañeros en nuestro aprendizaje colaborativo, cuando no existía ni el término, y mecanografiarlo en mi Royal 202. Con las contribuciones y discusiones de los cuatro, redactamos un trabajo colosal que vivimos intensamente y que fue recompensado con un sobresaliente.

Y ¿Por qué deberíais de leer esta novela? Porque si os gusta la creación diferente de personajes y la experimentación narrativa, vais a disfrutarla; además, porque creo que representa una faceta o línea diferente de lo que siempre se ha explicado o entendido como el Boom de la literatura hispanoamericana, sin perder un ápice de literariedad. Y, por supuesto, porque en la vida, como en la literatura y en el cine, hay muchos tipos de traiciones. Rita Hayworth por siempre.