Leemos

El pasado siempre en el presente

La impunidad de un acto ante la ley puede ser inversamente proporcional ante la vida: Las largas sombras de Elia Barceló

Elia Barceló.

Elia Barceló. / JoséJoaquínMartínezEgido

José Joaquín Martínez Egido

Hay temas que son recurrentes en la novela pues forman parte de la esencia de su configuración como género literario. Uno de los más importantes es el del pasado, las acciones que han condicionado la vida de unos personajes y que, en el presente, aparecen como detonante narrativo para continuar sus vidas.

Y esto es lo que ocurre en Las largas sombras (2009; Roca Editorial, 2018), de mi paisana, Elia Barceló, quien, valiéndose del proverbio inglés que ella misma cita: «Los viejos pecados proyectan largas sombras», construye su novela de suspense en torno a un hecho del pasado que ha condicionado las vidas de «Las chicas del 28», siete muchachas que responden, en su mayoría, a un grupo social burgués, propio de una ciudad industrial de los setenta. Todas están finalizando COU en el Instituto Azorín de Elda; todas tienen un futuro positivo por delante. El lector las encuentra más de cincuenta años después con algunos sueños cumplidos y otros muchos sin cumplir. La vida.

Hace unas semanas, gracias al semanal El valle de Elda, tuve noticia de que la productora Disney+ estaba preparando el rodaje de una serie basada en esta novela, con un elenco de actrices muy bueno, pues se citaba a Elena Anaya, a Belén Cuesta, a Marta Etura y a Irene Escolar, y de que iban a rodar en Elda. Y, aunque no había leído esta novela, no me sorprendió, porque cualquier novela de Elia Barceló de los últimos 15 años tiene una clara perspectiva cinematográfica. Así que se me creó la necesidad de ir a la Biblioteca Alberto Navarro y, con la novela en la mano, disponerme a pasar un estupendo fin de semana de lectura, eso sí, como digo yo, una vez programado en modo Barceló.

La historia comienza con la llegada de Rita a Elda, tras haber vivido más de treinta años en Londres y tras haberse consagrado como directora de cine. El encuentro con sus amigas de la juventud, las cuales responden a una galería variada y funcional de personajes, producirá el detonante para que aquello que las separó en el pasado se instale fuertemente en su presente.

Con el hecho de que la acción tiene dos escenarios diferenciados que van alternándose en la novela (de un lado todo lo ocurrido en 1974, con el final del curso y el viaje a Mallorca como culmen y, por otro lado, el año 2007, el presente del libro), la trama se desarrolla, en primer lugar, mediante un narrador omnisciente en 3ª persona, siempre desde una perspectiva próxima a las protagonistas, mostradas con cierta querencia, como opción acertada para contar la historia; en segundo lugar, mediante unos diálogos que siempre evidencian cómo los personajes se quieren mostrar; y, por último, mediante otros materiales, como los correos electrónicos, las memorias y las cartas. Todos los recursos formales están al servicio de una conseguida progresión temática, que concluye con el objetivo perfectamente conseguido de resolver el suspense que envuelve toda la novela.

Como es marca de la autora, su historia, además del andamiaje estructural y literario de la intriga y suspense que presenta, incluye más que suficientes elementos para que pueda ser caracterizada de documento histórico-social, debido al costumbrista retrato parcial de una generación de mujeres que vivió su adolescencia en los primeros años de la transición. En él, aspectos como la configuración de lo femenino frente a lo masculino desde una perspectiva diacrónica de cincuenta años, la forma de cómo entender y desarrollar la sexualidad, el tema de la violencia machista y, por supuesto, la necesidad de libertad personal, configuran un material narrativo que, si bien tiene entidad propia, se elabora, de forma solvente y seria, al servicio de la trama: misterio/resolución. El final, como es habitual en Elia Barceló, lo ofrece con la técnica de la muñeca rusa, por lo que conduce perfectamente al lector hasta el desenlace en la última página.

Y ¿Por qué deberíais de leer esta novela? Porque responde a los cánones más ortodoxos del género del suspense, de ahí que los lectores del género la disfrutarán completamente; porque va más allá, con el aporte social y cultural de toda una generación que vivió como adolescente el final de los setenta; y, también, porque la vida siempre es el resultado de nuestras elecciones.