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Del miedo y del dolor

La vida documentada en los años de plomo: Patria de Fernando Aramburu

Del miedo y del dolor

Del miedo y del dolor / JoséJoaquínMartínezEgido

José Joaquín Martínez Egido

Es la tercera vez que me acerco a esta novela y sigue sorprendiéndome. La primera fue en el año de su publicación ¡Y no daba crédito a lo que allí leía! Ya entendí que era novela de las que se guardan para siempre. Después, me volví a acercar a su lectura por el estreno de una serie de tv que se basaba en ella y por una serie de charlas a propósito de su éxito. Y ahora, en estas vacaciones de Pascua en las que las vicisitudes políticas hacen que ciertos temas estén más presentes si cabe, he vuelto a releerla y he vuelto a vivir, con la historia de Bittori y Miren, durante 125 capítulos breves, por qué me gustó tanto y por qué no me extrañó después su éxito mediático y de lectores.

Patria (Tusquets, 2016) de Fernando Aramburu es una novela sencilla, tanto en su arquitectura como en la construcción de personajes y de situaciones; pero con la increíble novedad de tratar, en los años de plomo, la vida cotidiana de dos familias vascas completamente anodinas en el centro de una sociedad sumida en el terror y en el miedo que desplegó la banda terrorista ETA durante tantos años. Verdaderamente, el tema de la novela es el miedo. El miedo como tema humano convertido en materia literaria. Quizá en él y en su forma de tratarlo radica su éxito, tanto dentro como fuera de España, es decir, Aramburu aborda, en principio, un tema propio e individual, pero que puede ser comprendido y sentido fuera, de ahí la abundancia de elogios desde el extranjero. El miedo es inherente a la esencia de las personas. Y de ahí que se consiga una novela que trasciende de lo individual y se expande hacia lo colectivo, y es en ese estadio donde casi todas las sociedades se pueden reconocer.

La novela nos trae la historia de Bittori, una mujer a la que la banda terrorista ha dejado viuda, que se atreve a volver a su pueblo, a su casa y a encontrarse con sus vecinos. Entre ellos destaca Miren, su amiga de toda la vida, y los integrantes de las dos familias. Aquí radicará el arranque y la justificación de la tragedia; conoceremos a los maridos, a los hijos, sus vidas, sus pensamientos, sus reacciones… Todo ello al uso y modo de la novela tradicional realista, mediante ese narrador omnisciente tan eficaz y, sobre todo, con los diálogos que definen y caracterizan perfectamente a los personajes. Todos hablan el castellano del País Vasco, con ciertas características definitorias como son el empleo de verbos en modo condicional, en lugar del pretérito imperfecto de subjuntivo, y la inclusión de vocablos en euskera, casi todos referidos al ámbito familiar o al político, recogidos en un glosario anexo.

Siempre recuerdo la escena final de la novela por su impacto y humanidad. En ella, Aramburu, con toda su maestría de narrador, nos sitúa en una mañana de domingo en donde el lector sabe que va a pasar algo con las dos protagonistas, con un final que se volverá mágico para las relaciones personales. Yo lo entendí y supe cuál debía ser la única solución para resolver el problema. Toda una lección de humanidad, pues hay ciertos libros que van más allá de lo literario y que pueden mostrar realidades complejas y, entonces, la literatura se engrandece y se convierte en mucho más, como sucede con Patria. En estos pocos años, esta novela ha alcanzado el que se la considere un referente literario y social de primer orden y que provoque la existencia de detractores activos que intentan su desprestigio, con las consiguientes explicaciones y aclaraciones por parte del autor de forma recurrente en la prensa, cuyo ejemplo sería su artículo «Patria, una novela documentada», El País, (18/09/2020).

Y ¿Por qué deberíais de leer esta novela? Porque es un pilar fundamental de la historia de la literatura española de principios del s. XXI, porque ayuda a entender uno de los acontecimientos más trágicos de la historia reciente de España y en este sentido, se convierte en un documento para tener presente en la convulsa política territorial que nos rodea; y porque, en definitiva, con sus casi 700 páginas, disfrutamos de esa actividad que tanto nos gusta: leer una buena novela.