Werner Herzog Una vida nada común

El cineasta alemán publica Cada uno por su lado y Dios contra todos, unas memorias poco convencionales en las que repasa su vida y sus películas con esa manera tan personal de observar la experiencia humana

Werner Herzog Una vida nada común

Werner Herzog Una vida nada común

José Luis G. Gómez

Werner Herzog (Múnich, 1942) rehúye de las convenciones, y su inclinación natural es la de hacer las cosas solo a su manera, con una terquedad y constancia ya legendarias. Así que no cabe la sorpresa cuando lees sus memorias y estas no son las típicas que suele publicar un director de cine –la palabra típica es casi imposible de asociar la cineasta alemán-. Cada uno por su lado y Dios contra todos (Blackie Books, 2024) es otra evidencia de la personalísima manera de entender la vida de este hombre en constante lucha contra todo y contra todos, un ser en conflicto permanente que de forma paradójica también es extraordinariamente humano y empático. Y todas esas aparentes contradicciones habitan este extraño libro.

«Soy un hombre, nada de lo humano me resulta ajeno», de Publio Terencio Africano, quizá sea una de las citas latinas más manoseadas, y casi nadie que la ha usado se ha interesado tanto por la experiencia humana como Werner Herzog, cuya vida es en sí misma una incansable investigación total de la extrañeza humana en todos los aspectos imaginables. Sus películas son la prueba más evidente de esto, obras todas de marcado carácter documental, incluso aquellas que son de ficción. Y gracias a sus memorias ahora sabemos con certeza que toda su vida se ha movido en un filo hilo sobre el abismo, atraído por una fascinación absoluta hacia quienes viven de forma permanente en ese mismo riesgo –por lo general, éstas son víctimas devoradas por esa atracción-.

La chispa electrizante que surge de la búsqueda constante en un mundo sin certezas ni permanencias, su indudable motor vital, alimenta el carácter Herzog. Este hombre es un alemán errante que fue separado de su primera cuna tras sobrevivir a un bombardeo en su ciudad natal, y cuya excentricidad, reconocida por él mismo, especula que puede venirle de su abuelo materno, quien «tenía predilección por el sentido del humor surrealista». Merece la pena detenerse en una anécdota sobre su familiar que aparece en las primeras páginas de estas memorias: «Durante los dos años que estuvo destinado en Usküb, la actual Skopje, solo llevó un guante. Más tarde, en un café de Viena, se quitó los guantes de oficial delante del camarero y, para asombro de todos, tenía una mano muy bronceada mientras que la otra estaba blanca como la nieve». No cuesta reconocer en esa broma al propio Werner Herzog.

Aunque Cada uno por su lado y Dios contra todos no sean las típicas memorias de un cineasta de fama internacional, recordemos que más allá de sus películas, o de su extraña y brutalmente conflictiva relación con Klaus Kinski, Herzog es una celebridad que ha trabajado con estrellas de Hollywood como Tom Cruise o Nicolas Cage, lo que sí hay aquí es mucho cine. Esto es así porque sus películas han tejido su propia existencia. No son productos de entretenimiento rodados para sufragar una vida acomodada sino investigaciones personales, y vitales para su creador. De manera, que en estas páginas se mezclan las películas con los intereses que llevaron a su creación: la locura, el canibalismo, el sacrificio extremo, las fronteras de la ciencia y del lenguaje, la maldad inherente al hombre, la soledad…

Quizá sí haya un capítulo convencional en estas memorias, pero es uno que sus seguidores le agradecemos porque lo necesitábamos: «Villanos» está dedicado a su carrera como actor, casi siempre ligada a extraños seres de maldad mefistofélica con ideas peculiares y tendencia por el humor negro. En apenas 15 páginas repasa su trayectoria actoral, y regala algunas anécdotas que le muestran a las claras como un hombre alejado de la tribu: «Creía haber visto Los Simpsons en las tiras cómicas de algún periódico, pero resultó que nunca se habían imprimido. Tampoco los había visto nunca en televisión […] Pensó que le tomaba el pelo cuando le pedí que me enviara algunos de los últimos episodios en DVD», recuerda de su paso por la serie de animación más famosa de los últimos 50 años –no menos peculiar es su participación en el universo de Star Wars-.

La faceta como escritor de Werner Herzog ya nos había dejado algunos volúmenes memorables, ahí está Conquista de lo inútil –de hecho, Blackie Books mantiene una Biblioteca Herzog-, pero con estas memorias nada nostálgicas, llenas de una vida torrencial, Herzog se reafirma como un ensayista experimental, un escritor que vive para descubrir y para contar, y que ha hecho de su propia vida un raro laboratorio. Además, todo lo que hace tiene ese sentido del humor seco y sarcástico que tanto nos gusta a algunos. Ojalá este libro no sea una despedida.