Con el edificio del Hort de Colón, el Ayuntamiento de Benidorm se propone hacer dos cosas: primero, recuperar a través de acciones judiciales la posesión del inmueble. Y segundo, habilitar en él un museo etnográfico que recree la vida de la ciudad a finales del siglo XIX -centuria en la que fue construida la vivienda- y principios del XX. El anhelo del museo parece lógico: el Hort de Colón no es sólo una casa. Es también el símbolo de una época. Antes del turismo, antes de las crisis del siglo XX, antes de todo, el inmueble fue alzado cuando la calle Tomás Ortuño era sólo el Calvari. Y el Calvari fue primero campos agrícolas, algunas industrias, casas bajas. Benidorm era entonces un lugar como cualquier otro del Mediterráneo y sus habitantes iban a tardar generaciones en pronunciar la palabra "sky- line".

En una ciudad que padece un claro déficit en la recuperación de su memoria histórica, estas líneas pretenden arrojar luz sobre la evolución histórica de esta emblemática parte de la ciudad desde principios del siglo XIX, aún antes de la construcción del Hort de Colón, hasta la actualidad, cuando esta casa de apariencia rústica sobrevive rodeada de bloques de hormigón y establecimientos comerciales.

LOS ORÍGENES

Un barrio nuevo en el lugar de paso hacia un cementerio

El barrio del Calvari, concebido entre finales del siglo XVIII y principios del XIX, supuso la primera extensión de la ciudad, que en sus orígenes se había formado en el entorno del castillo. Así lo cuenta Antonio Yáñez en su libro "Calles, barrios y monumentos en Benidorm". Según la documentación histórica del Consistorio recopilada por Yáñez, en 1831 ya se aludía a la zona como el"barrio nuevo" , concebido como consecuencia del crecimiento demográfico de la ciudad. No obstante, en esa misma documentación existen alusiones a la calle Calvari desde 1803 y en 1812 se constata la venta de un inmueble.

El nombre del Calvari obedece, como es evidente, a que el lugar servía de paso hacia un cementerio y, como es costumbre, estaba flanqueado por pequeñas capillas erigidas como un vía crucis. El último de estos enclaves religiosos todavía estaba incrustado en un muro existente en la década de los años 30 del siglo pasado.

UN ARRABAL

La sabiduría popular bautiza las nuevas travesías

La calle Calvari era el centro urbano del nuevo barrio. Desde ella, se abrieron, entre 1830 y 1845, las travesías hacia la calle Ruzafa, que tomaron como nombre Primera Travesía del Calvari, Segunda Travesía del CalvariÉ No obstante, la sabiduría popular rebautizó aquellos nuevos viales secundarios con mucha más lógica: así a la primera travesía se la llamó del "Molí", porque efectivamente existía un molino, a la segunda, de Les Escoles, porque contaba con unos centros de enseñanza, a la tercera, la de la Viga, porque ésta sostenía unos cables de electricidad... Estos nombres se hicieron oficiales en 1960. El Calvari nació pues como una zona de arrabal ocupada en un primer lugar por gentes de condiciones humildes que no tenía posibilidad de instalarse en el casco antiguo de la población y cuya actividad principal era la pesca o la agricultura.

LA EVOLUCIÓN

Una fábrica de mosaicos y una finca agrícola: el Hort de Colón

Hubo un tiempo, en el siglo XIX, en el que la calle del Calvari era la única que se encontraba asfaltada en Benidorm. La razón es que, además de calle, era también la carretera de Pego, localidad por la que se podía llegar a Valencia. A lo largo de toda esa centuria, el barrio fue creciendo con viviendas rodeadas de fincas de cultivo y, aprovechando el espacio abierto, con algunas industrias, entre las que destacaría la fábrica de mosaicos de Olcina, enclavada donde hoy se encuentra el actual centro de salud. En esa zona pues, de tintes rurales y espacios abiertos, nació la finca del Hort de Colón, cuya fecha exacta de construcción es incierta: la documentación del Ayuntamiento asegura que tiene unos "150 años de antigüedad", pero otras fuentes subrayan que el inmueble es más moderno y habría sido edificado a finales del siglo XIX. Constaba no sólo de la casa que se conserva en la actualidad, sino de una extensión rural mucho más amplia. El Hort de Colón sería pues coetáneo del edificio de la Boca del Calvari, cuyo nombre aludía a la puerta de entrada del barrio y donde se instalaría el histórico ayuntamiento de Benidorm. Este último inmueble fue donado a la ciudad por Gaspar Ortuño a cambio de que el Consistorio preservara el panteón familiar. Y así irrumpe con fuerza en esta crónica ese trascendente apellido.

UNA DINASTÍA

El sello de los Ortuño: cónsules y consejos de ministros

La antigua calle del Calvari se llama hoy Tomás Ortuño, quien fuera cónsul general de España y hermano de Gaspar. Pero en realidad no debería haber llevado ese nombre sino el de su hijo Emilio. En 1908, con el fin de ensanchar la carretera de Pego, se realizaron unas expropiaciones tasadas en 13.441 pesetas, que se pagaron con inusitada rapidez para la época gracias a la intercesión de Emilio Ortuño, quien entonces era el subsecretario de la presidencia del Consejo de Ministros. Agradecido por tan valiosa gestión, el Ayuntamiento quiso rebautizar la calle con su nombre, pero Emilio Ortuño declinó tal honor y pidió que el mismo fuera a parar a su padre Tomás, ya fallecido. Y así se hizo. La nueva calle fue inaugurada en 1913, con la presencia de Emilio y de su tío Gaspar. No obstante, y como es bien sabido, con el transcurrir de los años Emilio Ortuño acabaría por contar con una calle en Benidorm.

crecimiento

Mercado, ambulatorioÉ y notables colapsos de tráfico

A lo largo del siglo XX, la calle Tomás Ortuño y el barrio del Calvari fueron creciendo, impulsados por el auge del turismo. En 1970 se inauguró el mercado municipal, auténtico corazón del barrio, y en 1976, el ambulatorio de la Virgen del Sufragio. Ese mismo año, se rehizo totalmente la parte alta de la calle para recoger el tránsito que accedía a Benidorm a través de la N-332. Fue demasiado. Se constataron importantes colapsos de tráfico. En 1983, según describe Yáñez, el tráfico era de un vehículo por cada diez peatones.

NUEVO URBANISMO

Una cesión de un millón y medio de pesetas en 1988

El Hort de Colón, a lo largo de aquellos años, constituyó un "pequeño pulmón verde" en esta zona de Benidorm, tal y como admitía el proyecto urbanístico que, paradójicamente, redujo considerablemente la parcela. Se redactó en 1988 y propició en parte de la misma la construcción de 49 viviendas y de locales comerciales. A cambio, los dos hermanos Llorca Zaragoza, propietarios del Hort de Colón, cedían la casa y el actual jardín ?-con plantas y árboles centenarios- en régimen de usufructo al Ayuntamiento, que podría disfrutar del inmueble para destinarlo a "servicio público cultural" cuando el último de los hermanos muriera, algo que sucedió en diciembre de 2009. Además, la familia Llorca también cedía otro suelo de 937 m2 incluido en la finca y que se destinó a la actual plaza pública que existe en esta parte de Tomás Ortuño. En aquellos años de finales de la década d los 80 el valor de la cesión era de un millón y medio de pesetas. Ni una más. El convenio cambió el Hort de Colón para siempre. Pero su huella aún perdura.