Para desembarcos, el del año pasado. Entonces, en aquellas fiestas de 2011 en plena campaña de las elecciones generales, sí que vino todo el mundo a Benidorm. Bueno, faltaron Rubalcaba y Rajoy, que no es cuestión de hacer milagros, pero destacados miembros de las cúpulas del PP y el PSOE nutrieron saraos oficiales y ágapes oficiosos. Ni siquiera pudo quejarse el CDL: es verdad que el partido de Gema Amor carece de una dirección nacional reconocible -la directora, en todo caso, es ella- pero a cambio actuó de pregonero Eduardo Zaplana, que viene casi a ser lo mismo. Pero este año en cambioÉuff, ni el tato. Que no ha venido casi ni el tato, quiere decirse. Se nota que ya no son elecciones y que los festejos del destino turístico más importante de Europa -esa frase que de pronto acuñan como si fuera un slogan los políticos locales cuando se trata de sacar a pasear el orgullo autóctono- no han llamado la atención de las jerarquías políticas nacionales. A la hora de repasar ausencias, justo es aludir en primer lugar a la de la número dos del PSPV, Leire Pajín, que sigue de retiro en Nueva York y dejó una silla vacía en los aperitivos y cenas de la peña Paparineu. Pero si uno analiza la fiesta a la luz de la actualidad política de más radiante actualidad en Benidorm, existen dos huecos que quizás llamen más la atención.

El primero ha sido el del diputado nacional Gerardo Camps, a quien los jefes populares de Alicante y Valencia le han dicho que desembarque en su ciudad natal para imponerse como nuevo presidente local del PP. Y es que, si bien es verdad que este año no hay campaña electoral, las fiestas han coincidido en cambio con otro evento político posiblemente más borrascoso, el proceso para designar la nueva dirección de los populares de Benidorm. En este contexto, parecía que Camps, que no es precisamente una personalidad demasiado conocida en la ciudad turística, tenía una oportunidad inmejorable para foguearse en la calle, repartir unos cuantos abrazos, ganarse el fervor de la militancia que le ve con recelo, salir en los periódicos al frente del palco de autoridades durante la procesión y comenzar a postularse como ese supuesto líder con el que sueña el presidente provincial del partido, José Císcar, para que Benidorm, en el idioma de los populares, deje de ser sinónimo de problema. Sin embargo, el diputado no ha aparecido, al menos en lo que va de fiestas. Ha dejado escapar esa oportunidad. Está por ver cuántas más le quedan y si los deseos de Ciscar se cumplen o no. Porque, mientras tanto, los pesos pesados del partido, como no tienen que hacer ningún desembarco, sí que han vivido las fiestas como cualquier otro año. Al pie del cañón han estado en sus peñas los fenollistas Antonio Pérez en l'Àncora y José Ramón González de Zárate en el Papaineu, donde tampoco ha faltado a ninguna cita el senador Agustín Almodóbar antes de regresar a la Cámara Alta. Y por su parte, el edil David Devesa tampoco se ha perdido ningún acontecimiento oficial. Todos esos nombres son los que han de decidir el rumbo del vuelo de la gaviota para los próximos años antes de la asamblea que el partido celebrará el próximo 13 de diciembre.

La segunda ausencia ha menguado las filas socialistas. Es la del edil Juan Ángel Ferrer, que ha pasado de erigirse en mirlo blanco del partido y todopoderoso edil de Urbanismo y Turismo a perder primero esas dos concejalías -adiós, adiós, las dos para el CDL- y, en los últimos días y por decisión del alcalde, Agustín Navarro, la portavocía adjunta. Ferrer ha decidido ausentarse de Benidorm y no ocupar su puesto en la peña All i Oli. La otra gran damnificada en la última crisis socialista, Natalia Guijarro, destituida como portavoz principal, sí que se ha vestido de ese llamativo rosa/fucsia que ha coloreado durante este año el uniforme de la peña Mastegot.

A Guijarro se la ha visto muy contenta en el local de su gente. Otra cosa es en los actos oficiales. El sábado por la tarde, en la ofrenda, a la aún edil de Hacienda y Personal se le quedó gélida la semblanza cuando Navarro alabó la inconmensurable labor que está realizando al frente de la parroquia de San Jaime el sacerdote Luis López, olvidando de esta manera que habían sido precisamente Guijarro y Ferrer -o sea, dos concejales de su grupo- los que criticaron a López después de que esa iglesia se haya gastado, con la que está cayendo, 332.000 euros en un órgano. El discurso de Navarro demuestra dos cosas: una, que la batalla interna en el PSOE continúa. Y, dos, que es tal la pasión del munícipe por caer bien a todo el mundo y arrancar aplausos en todos los estamentos incluidos aquellos que siempre han votado a la derecha, que olvida que pertenece a un partido -el del puño y la rosa- que se autodefine como de izquierdas. A parte de Guijarro, debe haber más de uno y de dos militantes socialistas absolutamente perplejos al comprobar esta pasión que le ha entrado a Navarro por el fin de las ideologías que hace ya tiempo proclamara Daniel Bell.

Quienes han tenido mucho trabajo en estas fiestas, en las que la masiva presencia de público al concierto de Melendi encendió todas las alarmas, han sido los dos nuevos portavoces del PSOE, el principal, Conrado Hernández, y la adjunta, Cristina Escoda. Hernández ha currado enfundado en la camiseta azul de La Soca, la peña más antigua de Benidorm y que este año también ha carecido de local. A pesar de esta circunstancia, otros miembros de ese colectivo también se han dejado ver por el Calvari o la Alameda con esa indumentaria oficial, como el caso del propio alcalde o del militante popular Francisco Saval.

Escoda, por su parte, no ha parado, que para eso es la edil de Fiestas. "Tengo la ropa repartida entre el Casal del Fester y mi casa", señaló un mediodía. Aún así, la concejala ha sido una de las habituales de su peña, Che que fort, a la que pertenecen otros destacados socialistas -como el vicesecretario general del partido, Llorenç Cervera o el exedil Jaime Llinares- y que invitó a la única figura foránea que se ha dejado ver por los festejos de Benidorm: el portavoz de la ejecutiva del PSPV, Francesc Romeu. Fue el sábado por la noche en una cena a la que también acudió Navarro.

Las actuales fiestas también pasarán a la historia por ser las primeras bajo la tutela del nuevo pacto PSOE-CDL que gestiona el Ayuntamiento de Benidorm. Y aunque durante las eternas madrugadas de las fiestas de Benidorm constituye una tradición atávica que concejales de diferente signo político departan con amabilidad, en esta ocasión ha habido un buen rollito especial entre socialistas y centristas. Muchos cargos del PSOE se han pasado por la peña l'Aixopluc de Gema Amor y un jurado ficticio podría decir que el día de la Entrada el socialista Rubén Martínez y el liberal Vicente Juan Ivorra eran los dos concejales que más pasos de baile pegaron en el palco al ritmo de la música de las peñas.