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Una burrada como souvenir

Los excesos de un reducido número de visitantes que se descontrolan durante sus vacaciones acaban dañando las marcas turísticas

Una burrada como souvenir

La historia de Tomek, un indigente de 34 años natural de Polonia, que aceptó tatuarse el nombre del novio de una despedida de soltero en Benidorm a cambio de 100 euros ha vuelto a sacar a debate los excesos que, en ocasiones, algunos turistas pasados de rosca cometen durante sus vacaciones. Unas conductas que, aunque no sean la tónica general del conjunto de visitantes, cada día se popularizan más por el uso de las redes sociales.

El objetivo es cometer la «burrada» para la foto como «souvenir», que luego comparten en redes sociales como Facebook o Instagram. Así fue, precisamente, como se destapó la historia de Tomek. Un caso aislado en la capital de la Costa Blanca pero que ha vuelto a agitar el debate sobre los excesos de los visitantes en España.

Sin ir más lejos, esta misma semana se multaba a una jóven de 18 años por hacer «balconing» en una localidad de Mallorca. Tampoco sorprende ya a los vecinos de algunos municipios turísticos de Cataluña o, también, en algunos barrios de Barcelona que, de tanto en tanto, un grupo de jóvenes decidan pasearse desnudos por sus calles o, incluso, se animen a hacer la compra sin ningún tipo de tapujo.

Los destinos de sol y playa tienen que soportar, además, como sus arenales son usados como escenario perfecto para acabar una intensa noche de juerga. Unas prácticas que terminan generando dificultades a los trabajadores de mantenimiento y limpieza que cada noche peinan las playas para mantenerlas en buen estado.

Benidorm siempre ha sabido mantener a raya a este tipo de visitantes. Sin embargo, durante este verano, la ciudad ha estado en el foco de la noticia hasta en tres ocasiones. Un tiroteo en la «zona guiri», frecuentada principalmente por turistas británicos, captó la atención de medios nacionales e internacionales a finales de junio. Días más tarde, las alocadas celebraciones por el mundial de fútbol volvieron a poner a la ciudad en el punto de mira.

El exceso marcó los festejos, especialmente cuando Inglaterra consiguió colarse en semifinales. Imágenes como la de un joven subiéndose al capo de un coche en plena circulación para posteriormente romper la luna del vehículo fueron sólo algunas de las situaciones que vecinos, así como el resto de visitantes, tuvieron que soportar en la ciudad de los rascacielos. Ahora, la historia de Tomek, que tuvo lugar en mayo, ha vuelto a agitar una polémica que no pasa de moda.

Muchos afectados culpan a las despedidas de soltero de este desmadre y piden que se ponga límite a estos productos en ciudades como Benidorm o Dénia. Otros, en cambio, simplemente creen que se trata de algo esporádico.

Respuesta rápida

Sea como sea, las autoridades de Benidorm tienen claro el perfil de turismo que no quieren. De ahí que hace unos días el propio pleno municipal acordara solicitar al Gobierno central más competencias para las localidades turísticas con el fin de poder penseguir este tipo de conductas incívicas llevadas a cabo por algunos visitantes extranjeros que, tras unos días en el destino, vuelven a su país de origen sin que sus desmadres tengan consecuencias.

Desde el sector hotelero vienen denunciando que los turistas que cometen estas conductas suelen alojarse en apartamentos, gran parte de ellos no reglados, lo que, a la postre, todavía les dota de más impunidad para cometer excesos sin que su nombre quede grabado en ningún registro oficial.

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