«Lo hemos perdido todo», lamentó ayer Carmen, una agricultora a la que le quedan dos años para jubilarse y en cuya finca han arrancado decenas de almendros afectados por la plaga. «Encima, ya no podré obtener nada de los bancales arrasados porque hay que esperar cinco años para poder volver a plantar y que los árboles crezcan y den frutos. Sin embargo, tendré que seguir pagando la contribución, los impuestos Que me expliquen cómo voy a poder hacerlo si destruyen el modo que tengo de obtener ingresos», denuncia. Javier Vidal, de la Plataforma de Afectados por la Xylella Fastidiosa: «Con nuestra oposición, que es lo único que nos queda, estamos consiguiendo que nos den dos días como máximo para salvar las cosechas antes de que destruyan los árboles, pero la presión es enorme. Hay recolectas de varios días que se han tenido que hacer en una tarde. Tienen mucho terreno para arrancar, podrían haber empezado por otras zonas».