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Prisión de larga estancia para la manada de Callosa

La Fiscalía y la acusación particular piden penas que suman más de dos siglos de cárcel para los cuatro acusados de la violación grupal de una joven el día de Año Nuevo en 2019

Tres de los cuatro procesados, el día que la Guardia Civil les trasladó a prisión por orden de un juzgado de La Vila Joiosa. | DAVID REVENGA

Los cuatro miembros de la manada de Callosa d’en Sarrià, encarcelados desde enero de 2019 por la violación grupal de una joven de 19 años, se enfrentan a una petición de cárcel mucho más severa que la impuesta a los condenados por la conocida agresión sexual múltiple ocurrida en Pamplona en 2016. La Fiscalía y la acusación particular han presentado sus escritos de conclusiones provisionales ante la Audiencia de Alicante y han solicitado que los acusados sean condenados a penas que suman dos siglos de cárcel -201 años- como autores de delitos de agresión sexual y descubrimiento y revelación de secretos por los vídeos grabados durante la violación grupal. Los acusados siguen en prisión preventiva tras su detención por la Guardia Civil y una vez que los abogados presenten sus escritos de defensa se señalará la celebración del juicio.

Las penas de prisión pedidas para los acusados por la Fiscalía y por el abogado Francisco González Fernández, que ejerce la acusación particular en nombre de la víctima, oscilan entre los 48 años y medio, en el caso del joven cuya familia alertó a la Policía Local de la violación grupal, y 52 años de cárcel. El considerado líder de la manada de Callosa, Joffre G.T.B., se enfrenta a una petición de 49 años de prisión.

Las acusaciones consideran que los cuatro jóvenes son autores de cuatro delitos de agresión sexual, uno como autores y el resto como cooperadores necesarios. Además, los dos implicados que grabaron vídeos durante la agresión también están acusados de sendos delitos de descubrimiento y revelación de secretos que afectan a la vida sexual de la víctima.

Además de la petición de prisión, la Fiscalía solicita que los cuatro procesados no puedan acercarse en 20 años a la víctima y que la indemnicen con 1.820 euros por las secuelas y 80.000 euros por el daño moral. La acusación particular ha pedido la misma indemnización por las secuelas de ansiedad y eleva a 160.000 euros la compensación por el daño moral a la joven agredida el día de Año Nuevo de 2019 en Callosa d’en Sarrià.

Una Nochevieja que no se olvida

Los hechos relatados en el escrito de acusación de la Fiscalía comienzan la noche del 31 de diciembre de 2018. La joven denunciante, que entonces tenía 19 años, se trasladó a Benidorm para celebrar la Nochevieja en compañía de unos familiares. Estuvo en varios locales de ocio consumiendo bebidas alcohólicas y cocaína y sobre las cuatro de la madrugada se encontró en un establecimiento con Joffre, al que ya conocía. Intercambiaron unas palabras y cada uno siguió celebrando la Nochevieja por separado.

Los familiares de la joven regresaron a su domicilio a esa hora y ella se quedó sola, pero se encontró con una amiga y continuaron de fiesta en Benidorm hasta las seis de la madrugada. A esa hora, la joven se dirigió con su amiga al domicilio de ella para dormir allí. Sin embargo, poco después salieron de nuevo a la calle para comprar tabaco en un local y se encontraron con Joffre y el resto de procesados, así como con un quinto varón sin identificar.

La chica habló con Joffre y decidió quedarse con los jóvenes mientras su amiga regresaba sola a su casa. La idea era tomar una última copa en un piso de Benidorm y acordó con Joffre que la llevaría luego a su domicilio.

El grupo subió a una vivienda que era de otro varón que se marchó a trabajar a las once de la mañana y donde residía otro hombre que estaba durmiendo en su habitación mientras los jóvenes bebían alcohol.

La celebración transcurrió con normalidad hasta que, poco antes de las tres de la tarde del día de Año Nuevo, la joven fue víctima de los primeros abusos. Según la Fiscalía y la acusación particular, los acusados Joffre y Álex Eduardo, con «ánimo libidinoso», se metieron en el baño con la joven para mantener relaciones íntimas con ella. A pesar de estar afectada por la ingesta de alcohol, la chica se negó a tener relaciones con ellos. Sin embargo, no cesaron en sus intenciones, le arrancaron el mono que llevaba y comenzaron a realizarle tocamientos y a abusar de ella.

La víctima gritó «¡No, no, no!», pero los tocamientos continuaron. Álex Eduardo sacó a continuación su teléfono móvil y realizó cinco fotografías a la chica y a su amigo mientras abusaba de ella.

Gritos en el baño

El inquilino que dormía en la casa se despertó alertado por los gritos, forzó la puerta del baño y la joven, que llevaba el torso desnudo, se le abrazó. El hombre echó del piso a los jóvenes ahora procesados y poco después salió la chica, a la que prestó una chaqueta de chandal para cubrirse el torso.

Antes de irse, la víctima asegura que Joffre le dio un chupito de tequila que podría llevar alguna sustancia inhibidora de su voluntad, ya que desde ese momento los recuerdos de lo ocurrido son difusos, según el escrito de la acusación particular.

La víctima se encontró de nuevo en la calle con los jóvenes y accedió a continuar con ellos, debido a que tenía «sus facultades mermadas por la ingesta de alcohol», según las acusaciones. Fue trasladada a la vivienda de la familia del acusado Carlos Enrique B. en Callosa d’en Sarrià y allí se produjo la violación múltiple. Se metieron en el sótano y tras desnudar a la joven comenzaron a agredirla sexualmente los cuatro acusados a pesar de que ella se negó en reiteradas ocasiones a mantener relaciones, según la Fiscalía. La víctima estaba desorientada por el consumo de alcohol y los acusados desoyeron sus «constantes negativas, lamentos y quejidos». Fue zarandeada e inmovilizada para consumar la violación grupal y, a pesar de su estado, la joven aún pudo morder los dedos de uno de los agresores.

La Fiscalía y la acusación particular consideran que la joven «fue menospreciada y reducida a un mero objeto sexual de los acusados». La denigraron y cometieron la agresión como si fuera «un evento festivo», con música y despreciando sus lamentos y quejas. Durante la agresión dos acusados grabaron sendos vídeos sin que la víctima les autorizara. La familia de Carlos Enrique fue la que puso fin a la agresión y alertó a la Policía Local de Callosa. Para las acusaciones, los jóvenes consumieron cocaína, pero no tenían disminuidas sus facultades.

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