Sesenta años de la historia de Altea en 70 minutos. El documental “Altea, la casa de la mar”, dirigido por el fotógrafo de Valencia Alejandro Blasco Senchermés, se estrenó el pasado viernes por la noche en el Palau Altea ante 800 personas que abarrotaban el auditorio. La película, inspirada en las vivencias de los abuelos y padres del autor que veraneaban en la localidad en el inicio de la segunda mitad del siglo XX, y también en el libro de Carmelina Sánchez-Cutillas, “Matèria de Bretanya” del cual toma su título el documental, cuenta la transformación económica y la evolución social del pueblo desde los años 60 hasta la actualidad a través de entrevistas realizadas a 28 personas de Altea (nativas y artistas extranjeros que decidieron quedarse a vivir en el municipio), de fotografías antiguas, de secuencias de películas de cine Súper 8 realizadas por el alcalde de Altea entre 1963 y 1966, José María Planelles, y por el cartero de Altea la Vella, Pere Llinares, que grababa los acontecimientos festivos y sociales de esta pedanía, además de grabaciones filmadas por el autor entre 2016 y 2018 en el pueblo.

El documental es un proyecto visual participado por el Ayuntamiento de Altea en colaboración con la Film Office Altea y está rematado con una exposición fotográfica de imágenes captadas durante las entrevistas, o entresacadas de los fotogramas de la película, que se puede contemplar hasta el próximo día 27 en la Casa Toni El Fuster-Fundació Schlotter situada en la calle Costera dels Matxos, número 2.

Antes de proyectarse el largometraje, la concejala de Cultura, Aurora Serrat, destacó “todo el trabajo investigador y de búsqueda que ha hecho el director Alejandro Blasco durante estos últimos años” y agradeció la presencia de los asistentes “por apoyar este evento cultural que da a conocer un poco mas la historia de nuestro pueblo bajo la perspectiva de los protagonistas entrevistados”. La edil subrayó el compromiso del gobierno local para “apoyar el talento joven” en el municipio y dio la enhorabuena al director por la creación de este documental que muestra la belleza del municipio y su entorno a vista de pájaro, las fiestas, y, sobre todo, las personas con sus recuerdos, descripciones y vivencias de lo que era el pueblo y como ha evolucionado.

La Concejala de Cultura Altea presenta el documental obra de Alejandro Blasco (al fondo a la derecha).

La influencia del turismo

En la obra, Blasco Senchermés muestra el cambio que ha experimentado Altea como consecuencia de la llegada del turismo, principalmente, durante las seis últimas décadas pasando de ser un pequeño pueblo pesquero y agrícola a convertirse en uno cosmopolita donde conviven ciudadanos de toda Europa. De igual modo, se hace hincapié en los cambios que el turismo provocó en ambos mundos agrícola y pesquero mediante declaraciones de pescadores y agricultores; así como del boom urbanístico que llevó a una masificación criticada por muchos que defienden la Naturaleza y su riqueza como el biólogo Joan Piera que afirma que el pueblo de Altea “es privilegiado. Nunca la Naturaleza había sido tan generosa como en este pueblo”, o el apicultor Vicente Más que asevera que “la Naturaleza tiene un equilibrio. Si el hombre se mete con ella, la destruiremos”.

Personas entrañables y recordadas al haber fallecido recientemente como Úrsula “La Cantaora”; Pere Llinares, el cartero de Altea la Vella; y Pepe Hortelano, fundador del Bodegón de Pepe, contaban los cambios acaecidos en el pueblo. Úrsula, muy conocida y querida en las partidas de La Huerta y Les Quintanes, habla en la película de los tiempos de su juventud, del trabajo que hacían en el campo, y de cómo a partir de los años 60 comenzaron a llegar artistas y bohemios que conectaron enseguida con los humildes pobladores de Altea. Otro tanto comentaba Pere Llinares, que explicaba como era la vida tranquila del pueblo y como el turismo comenzó a “invadir” con chalets la sierra de Altea. Y Pepe Hortelano contaba como Altea comenzó a poblarse con artistas y pintores que al conocer el pueblo y su luz, decidieron quedarse a vivir aquí. En este sentido, la fotógrafa holandesa Hilga Miller, que llegó en 1958, comentaba mientras mostraba su colección de fotografías como era el pueblo y sus personas “humildes, trabajadoras y hospitalarias”. Otro tanto decía el pintor alemán Wolf que afirmaba que Altea “era un pueblo pobre económicamente en los 60, pero muy rico con la personalidad de los vecinos que nos acogieron como si fuésemos de la familia”. Y Sybille Schoemer, la hija del pintor Eberhard Schlotter, contaba como sus padres se enamoraron de Altea cuando la conocieron por primera vez a finales de los 50 y como el pueblo “enganchó” a su padre por la luz y los paisajes.

En la película, el alcalde de Altea, Jaume Llinares, también cobra protagonismo al afirmar que José María Planelles marcó en los años sesenta las pautas para proteger el casco antiguo además del resto del municipio en cuestiones urbanísticas, además de ser el impulsor de que a Altea vinieran a vivir pintores, poetas y escritores creándose con ello la fama que desde entonces tiene el municipio dentro del mundo de la Cultura. Tambien tienen protagonismo, entre otros, el profesor universitario Joan Borja que le dedica un recuerdo especial a Carmelina Sánchez-Cutillas, el editor Josep Joan Lanuza que glosa lo especial que es la fiesta de L’Arbret de Sant Joan para el pueblo de Altea, y el sacerdote José Abellán.

En definitiva, Altea cuenta con un documental entrañable, humano y cercano que ayuda a conocer mejor sus cambios y evolución económica a lo largo de los últimos 60 años. Película que recibió una gran ovación del público asistente a su estreno al finalizar la proyección.