Era de madrugada cuando un gran estruendo despertó a los vecinos. Algunos de ellos notaron como el suelo se movía. El talud de la parte trasera del edificio donde viven se vino abajo por las intensas lluvias que azotaron a Benidorm y la provincia el pasado septiembre. Un mes después, los residentes siguen mirando el montón de piedras y la parte de la ladera que aún está en su sitio con el miedo de que se les venga encima. Sobre todo, cuando la lluvia vuelve a hacer acto de presencia.

El lugar de este suceso es el edificio Velázquez, en primera línea de la playa de Poniente de Benidorm, en la avenida Armada Española. El inmueble es una de las construcciones características de esta zona de los años 70. Pero desde hace un mes, a los vecinos solo les preocupa el futuro que tendrá esta finca después de que el 18 de septiembre, con las intensas lluvias, el talud de varios metros de altura de la parte posterior del mismo se viniera abajo y provocara más de un desperfecto. Para empezar, una gran losa de hormigón entró de lleno por la pared del baño de la vivienda del conserje que en ese momento no se encontraba en casa. Así, la estancia se llenó de agua y barro de la fuerza con la que caía. Con todo, los vecinos del primer piso también fueron desalojados por precaución y, por ahora, según comentaron algunos vecinos, han decidido no volver a sus casas.

Pero no fue lo único que ocurrió. Las grandes piedras y rocas cayeron en el pasillo posterior del edificio, un pequeño patio estrecho que los residentes usaban al volver de la playa. De madrugada no había nadie. Ahora ese espacio es un montón de restos de la ladera que se desprendió y que acabó con el cuarto de basuras, con esa pared de la vivienda del conserje y con toda la maquinaria del restaurante que se encuentra en el local junto al portal.

El restaurante que permanece cerrado por el derrumbe. David Revenga

Desde entonces, ese negocio está cerrado. Un cartel lo especifica en la puerta: "Cerrado hasta nueva fecha. Debido al derrumbe del talud sito en la parte posterior y por seguridad y fuerza mayor. Disculpen las molestias". Javier Bautista es el gerente del restaurante Paquillo, que está abierto desde el año 1993, y está sufriendo las consecuencias de llevar un mes cerrado. "El derrumbe me ha roto la maquinaria, el aire acondicionado, las neveras no enfrían bien... porque toda la piedra cayó encima". Y aunque dentro de su negocio no se ven las consecuencias, abrir la ventana del baño es ver los restos de rocas casi dentro. Así que, por precaución, su local fue cerrado hasta nueva orden.

A Javier Bautista lo avisó un vecino a las 3 horas de la madrugada: "Cuando miré por las cámaras no vi nada raro, hasta que vine". "A mi me está fastidiando bastante" porque "tengo mucha clientela fija que no sé si perderé, espero que no", afirmó el gerente del negocio. Pero además, las pérdidas son muchas en una época en que la temporada de verano se está alargando y en una ubicación privilegiada en primera línea: "Pierdo unos 300 o 400 euros de mínima al día, sin ser fin de semana; pero además tengo que pagar a proveedores que menos mal que lo están teniendo en cuenta". Pero además, tiene tres empleados que llevan todo este tiempo sin trabajar y a los que espera poder llevar a un Erte.

La zona del derrumbe vista desde la acera. David Revenga

Aunque desde dentro no se ve nada, andar solo unos metros y ver la parte trasera del edificio es hacerse una idea de lo que fue el derrumbe. Una cinta de la Policía Local mantiene cortado el paso a la zona llena de rocas que permanecen en el mismo sitio donde cayeron. Pero hubiera podido pasar una desgracia mayor. Ovidio de Lamo Couque es el portero de la finca desde 1988. En el momento del derrumbe, ni su mujer ni él estaban en casa. "Cayó la piedra en el baño, menos mal que no había nadie", indicó. Lo que sí tuvo que limpiar fue el "río de barro que llenó la portería" en la que aún se pueden ver las marcas y restos. Y también se puede ver la losa de hormigón incrustada en la pared.

El baño de la vivienda del conserje tras caer parte del talud. David Revenga

No es la primera vez que pasa. Así lo recuerda el portero. Ha habido otros derrumbes, "el último en Semana Santa" con las intensas lluvias y también produjo que cayeran piedras, pero no como en esta ocasión. Una situación que ya preocupaba a los vecinos pero que ahora se ha convertido en miedo por si llueve de nuevo intensamente, por lo que no paran de mirar al cielo cada vez que aparecen las nubes. "A mi se me movió la cama", indicó a este diario otra de las vecinas del inmueble. El estruendo fue tanto que "daba pánico, sabes que un terremoto no es... pero no sabíamos", añadió. También recordó que "no es la primera vez que pasa" y que "tenemos miedo de que vuelva a llover fuerte" y más en esta época.

Javier Bautista espera que la situación no vaya a peor. "A ver si se daña la estructura del edificio y va a ser peor", indicó. Cuanto "haya más lluvia eso puede seguir cayendo"; así que pide que "el Ayuntamiento actúe lo antes posible".

Y en ello está la administración local. La concejala de Urbanismo, Lourdes Caselles, explicó a este diario que ya hay una orden de ejecución de las obras por emergencia y que el Ayuntamiento las hará de forma subsidiaria; es decir, se asumirá por el consistorio y después se reclamará el coste al propietario. "El ingeniero de Obras Públicas está redactando ya el proyecto" y, en cuanto esté listo, se realizará la contratación de las obras de emergencia para actuar sobre la zona y dotarla de seguridad. Con todo, Ciudadanos (Cs) ha preguntado en varias ocasiones por esta cuestión y cuándo se daría una solución.

Aunque no va a ser fácil. El talud se ha desprendido en una zona estrecha de difícil acceso, así que habrá que estudiar cómo poder ejecutar las obras. Así, el Ayuntamiento ya se ha enfrentado a otras situaciones similares cuando se desprendió también una parte del talud del Tossal de la Cala en 2020. En aquella ocasión se actuó "descolgándose" desde la parte más alta.