Van a ser muchos los que nunca lean este post porque eso de pensar en el morir les da yuyu. Si eres de los que te ha podido la curiosidad, bienvenido, vamos a charlar sobre eso que a ti y a mi seguro que nos sucede tarde o temprano.

Es obvio que sabes que eres finito, pero ¿alcanzas a comprenderlo? ¿Alcanzas a observar el ciclo de la vida como algo natural, inevitable y perfecto?

Desde que naces estás muriendo. Hay quien dice que la vida es una enfermedad incurable. Para mi no lo es, siento que es un gran regalo en forma de intensa aventura.

El Dr. José Luis Guinot en su libro ‘Al final de este viaje’ dice que nadie puede saber si hay vida después de la muerte, lo que sí está claro es que hay vida antes de la muerte. Por tanto ¿qué tal si la vives con mayor intensidad despojándote de todos esos miedos que te impiden saborearla?

Image by Ben Giles

El gran miedo

Inconscientemente todo miedo se resume en un gran miedo, el miedo a la muerte. ¿Y si trabajas en este sentido y comienzas a relacionarte desde ya con esa parte extraordinaria de la vida llamada FIN?

No se trata de estar siempre pensando en que la muerte está acechando, al contrario, se trata de dignificar tu vida, darle un sentido, para que pase lo que pase no te importe el final.

Es muy razonable que te sientas apegado a la forma biológica en que estás en este planeta, a eso que llamamos vida. Te aferras con uñas y dientes, entre otras cosas porque estás diseñado para sobrevivir.

El problema es cuando te lo crees a pies juntillas y te dedicas en exclusiva a ello. Entonces te olvidas de que más que a sobrevivir, has venido a vivir plenamente.

Si te olvidas de vivir adelantas la fecha de tu muerte, vamos que eres un muerto en vida. Seguro que si te digo que hagas una lista con 5 personas que conoces que viven en modo zombi te resulta sencillo completarla. Ojo, si tú eres una de las que conforma esa lista te invito a encender todas las luces de alarma. Si es así, es urgente que apliques cambios a tu modo de ver y vivir la vida.

Vida y fe

No puedo hablar de morir sin hablar de fe. Me siento afortunado desde que comprendí o experimenté (hay cosas que las palabras no aciertan a expresar) que no somos seres humanos viviendo una experiencia espiritual, sino al contrario, que somos seres espirituales viviendo una experiencia humana. Esta expresión la leí en algún libro de Wyne Dyer y me resonó desde el principio. Me parece una manera excelente de comprender ese sentir de infinitud que desde hace años tiene para mi la existencia.

Esto de creer en la ‘vida eterna’ se siente o no se siente, se experimenta o no se experimenta, no hay medias tintas. También he estado muchos años en el otro lado del pensamiento, tuve mi momento existencialista, incluso nihilista, y la verdad es que desde que siento que todo es un continuo, comprendo mejor, vivo mejor y por supuesto el miedo a la muerte ha desaparecido.

Ahora vivo desde la creencia en el punto y seguido o como mucho el punto y aparte pero ya no me creo lo del punto y final.

Me da igual quien crea que este tipo de pensamiento es placebo, que es una manera de acomodar el cerebro para llevar una vida más agradable. Si así fuera, viva el placebo.

Desde que llegas a este mundo estás más cerca de irte, si de vez en cuando traes a tu mente que lo que hoy entiendes como vida va a acabar, podrás escribir con mayor facilidad el guión de tu propia película, dejando atrás culebrones no deseados, relaciones no nutritivas, entornos que te hacen perder el tiempo, personas con las que no quieres pasar ni un minuto más, máscaras y personajes que no concuerdan con quien verdaderamente eres.

Observa bien de qué energías te rodeas, pues tu vida tomará el color del entorno. Si deseas una vida lumínica trata de rodearte de personas que brillen, de buenas personas, de santos, de personas ricas en espíritu, en conversación y en corazón. Para eso primero has de cambiar tú y tomar decisiones desde bien adentro.

Acompaña a un moribundo

¿Has tenido la experiencia de acompañar en el trance final a alguna persona? Yo aún no he tenido la oportunidad, pero por estadística seguro que en algún momento me llega la ocasión y espero aprovecharla. Lo más parecido a una experiencia junto a un moribundo fue la conversación que mantuve con mi abuelo Salvador unos días antes de que abandonara su vehículo corporal. Mantener una sincera conversación sobre la vida y la muerte en el lecho de un moribundo es una experiencia muy recomendable si se trata desde la comprensión del morir.

Bronnie Ware es una australiana que pasó años acompañando a personas en sus últimos momentos y escribió un libro que podríamos traducir por : ‘Los 5 arrepentimientos del moribundo.’

En él profundiza en aquello que, desde el lecho de muerte, habrían cambiado de sus vidas quienes se encontraban ya en el último peldaño. Las coincidencias fundamentales se resumen en estas 5 ideas:

1.-Ojalá hubiera tenido el coraje de hacer lo que realmente quería hacer y no lo que los otros esperaban que hiciera.

2.-Ojalá no hubiera trabajado tanto.

3.-Me hubiera gustado tener el valor de expresar lo que realmente sentía.

4.-Lamento no haberme mantenido más en contacto con mis amigos.

5.-Desearía haberme permitido ser más feliz.

En la comprensión está la clave, mirar hacia otro lado no va a hacer que la muerte se aleje de ti, así que dedica de vez en cuando algún pensamiento al momento en que vas a volver a casa, a conectar definitivamente con la Fuente. Prisa no hay, pero cuando llegue el momento es mejor estar preparado para disfrutar de un buen epílogo, para disfrutar de la llegada a tu destino, para saborear desde el amor y el agradecimiento tu llegada a Ítaca. Manera 52 de conectarse a la Fuente: Comprende que vas a morir.