Una de las virtudes más difíciles de ejercer pero que en mayor medida simplifican tu vida es la coherencia.

Identifica aquellos valores, aquellos principios fundamentales que deseas que guíen tu vida, defínelos en términos claros y precisos y conviértelos en hábitos que te ayuden a expresarlos en tu vida cotidiana. Solo así podrás asegurarte que tu mundo exterior es un reflejo diáfano de tu mundo interior.

La coherencia personal es una de las maneras más directas de lanzar un mensaje alto y claro a la hora de conectarte a la Fuente. Si piensas, sientes, dices y haces en la misma frecuencia vivirás en mayor equilibrio y tu intención será bien interpretada por todos. Estén o no de acuerdo contigo, serás transparente, serás auténtico, serás coherente.

Como pintor de tu propia realidad. Solo de ti depende que tu autorretrato sea lo más similar a quien verdaderamente eres.

Gobiérnate desde la coherencia

Trabaja por soltar tus máscaras, por superar los personajes. Haz una gran coalición con todas esas personalidades que conviven en tu interior y busca un acuerdo de máximos para llevar unas políticas propias congruentes con quien deseas ser.

No es sencillo planchar tus propios pliegues, esos que se retuercen entre tu consciente y tu inconsciente. Esos pliegues que te hacen decir cosas que no sientes, que te dicen hacer cosas que no quieres o que te hacen pensar cosas que luego ni demuestras ni compartes.

El ejercicio de la coherencia es de aquellos más complicados. Hablamos de pisar terreno cum laude en el proceso de crecimiento personal. La edad dicen que ayuda, pero creo que lo que verdaderamente ayuda a una vida coherente es definir unos valores férreos e impregnar tus gestos, palabras y acciones con su esencia.

El poder de elegir

La falsa necesidad de agradar puede conducirte hacia un relativismo inoperante, un relativismo que, si bien te sirve para adaptarte al medio, te deja siempre flotando entre dos aguas, a merced de lo que otros opinan, incluso de lo que otros sienten.

La vida son una serie de decisiones compuerta que ya no te dejan volver atrás y esas decisiones van entretejiendo la red en la que tu historia se desarrolla.

Da igual los valores que elijas, son los tuyos, no tienen porque compartirlos los demás, ni siquiera tu familia.

El mensaje que mandas al mundo, el mensaje que mandas a la vida, al universo, a la Fuente ha de ser coherente para que tus pedidos, tus plegarias, lleguen. Si cuando compras algo en Amazon le pones 3 direcciones de entrega quizá el paquete nunca llegue. Si envías mensajes incongruentes al universo quizá tus deseos nunca se cumplan. Porque no has tejido una malla entre lo que sientes, piensas, dices y haces.

La importancia de interpretar tus sentimientos

El sentir es lo que mejor va a definir tu coherencia. El pensamiento es manipulativo, puedes pensar una cosa pero convencerte de otra, sin embargo el sentir es algo que escapa a tu control, el único control que puedes ejercer sobre el sentir es reprimirlo. Y de hecho lo hacemos con bastante asiduidad, hasta tal punto que nuestra capacidad de sentir suele ser sobrepasada por el pensar, el decir y el hacer.

Volver al sentir es lo que va a ayudarte a reenfocar tu vida hacia una coherencia que te permita pisar más firme, defender tus valores y compartirlos con personas afines.

La Fuente necesita que seas coherente para poder mantener una comunicación fluida contigo, poder allanarte el camino y ofrecerte los frutos que con tus decisiones vas a ir cultivando en el camino de la existencia.

Indaga y diseña los valores por los que vas a vivir. Y si no te aclaras pide ayuda, hay muchos profesionales deseando apoyarte en tu proceso de búsqueda.

Sé valiente y escoge quién quieres ser. Hoy vivimos en una sociedad en que la diversidad es más respetada que nunca. Luego todo te será más fácil, no tendrás que fingir, no temerás decir que no, no te asustará cambiar hábitos, y llevarás una vida mucho más fluida porque sabrás quien eres, lo que quieres y con quien quieres compartirlo. Manera 54 de conectarte a la Fuente: Sé coherente