Chisum aparecía montado a caballo sobre una loma, vigilando la llanura extensa. El rey del Pecos, esperando a Billy el niño y a Patt Garret. Condado de Lincoln, verde de pólvora y escupitajos sudistas. Seguramente entre escena y escena tú comías chicles. En ese tiempo se comía de todo en los cines. Y se metía mano entre las piernas en cuanto cualquier fotograma oscuro lo exigía. Juego de manos, revólveres de plata y caballos indianos. Un pura sangre corre en medio de la sala. Salas inmensas, salas llenas de público y acomodadores, de filas siete, de mancos y gallineros, de mofletes rojos, mentes calenturientas o calenturas mentales. John Wayne era John Simpson Chisum, con cara de idiota y estatura de cawboy. Billy, temido por todas las chicas del barrio aumentará la leyenda. Sé como Garret acabará con su vida. Será justo a la salida del tálamo, después de retozar con una hembra rellena de obeliscos curvos egipcios. Patt Garret disparará desde una mecedora. Bob dylan lo cantaba y tú, mascando chicle, mirabas mi mano autónoma, mi mano experta desconectada del resto de los espectadores, pendiente tan sólo del elástico de tu braga de encaje rojo.