En medio del secarral aparece una lata oxidada de cerveza. Confunde el tropiezo, cañizos secos, arena y piedras, todo árido, caliza pura. Restos de alguna hoguera o algún fuego de antaño. La lata de cerveza está clavada, posiblemente lleve años así, refugio ocasional de algun escarabajo o lagartija de cola larga. Caigo de rodillas. ¿Y si tuviera algún genio dentro?. Un mago gordo y calvo como buda y con bigote de fumanchú. ¿Y si frotando el óxido cobrizo despertara de su sueño y me concediera tres deseos?. Estoy sin agua, desesperado por encontrar un cactus o una chumbera y arañar sus orejas en busca del líquido elemento. Agua amarga pero agua. Si apareciera el genio sólo le pediría agua. Bueno, también una gran sombrilla, un todo blanco playero donde refugiarme del calor. ¿Y el tercer deseo?, ¿Cual sería?. ¿Riquezas, mujeres, dinero?....es evidente que el cansancio distrae mi mente. Tengo espumurajos en la boca. No son ni siquiera de saliva, parecen puntos de rabia canina, pero sólo son bolas de oxígeno, detritus de la deshidratación. Froto la lata de cerveza, una, dos, tres veces. El polvo oxidado corta mi mano. No hay genio. O no quiere salir, maldita sea. Entonces, de repente, distingo una nube de polvo a lo lejos. Salvado, seguro que es algún compañero de la caravana que partiò a la busca. El celular, el gps... han logrado encontrarme.... Cuando subo al cuatro por cuatro con un paño mojado en mi boca miro distraídamente la lata de cerveza en el secarral. Y ya en marcha, al volver la vista detrás del cristal del auto, creo distinguir en la nebulosa desértica a un tipo orondo con bigotes como fumanchú.