Dalí asesinó a su hermano gemelo dentro del vientre de su madre. La opción no era descabellada, había soñado durante la formación de los lóbulos cerebrales, con una mantis religiosa blanca devorando una mariposa amarilla. Entre la placenta, sorbiendo líquido amniótico gris, Salvador distinguió dos alas en las espaldas de su géminis. Simplemente impidió que creciera. Después, a corta edad, antes de intentar matar su vecina de seis años tirándola por el puente, supo que todos los colores del espacio estaban dentro de la barriga materna. No reconozco un tribunal menor, dijo a sus examinadores antes de ser expulsado de Bellas artes. Y antes aún, pintando una virgen, los profesores encontraron una perfecta balanza dibujada en el lienzo: ¿no me dirán que ustedes también ven una virgen?.

De golpe brotan ideas esta mañana de poniente cálido, arisco viento entorpecedor que levanta la falda a las mujeres y vuela gatos mansos hasta el recodo de la plaza pública. He soñado despierto con una deformación daliniana, igual que otras veces sueño con deformaciones de Artaud o con ensueños cavernícolas: toros grandes, uros cornúpetas atravesados por flechas de pedernal afiladas. La calle inclinada se sostiene gracias a las farolas y sus raíces, enormes brazos de madera que llegan a las entrañas de la tierra......