Entrevista al expresident de la Generalitat

Ximo Puig: "Nunca seré indiferente a lo que pase en la Comunidad Valenciana"

El expresident asegura sobre su presente y futuro: «Voy a estar un tiempo en la OCDE y después ya veremos. Me siento con ganas de trabajar y aportar, y estoy vivo»

Ximo Puig (Morella, 1959), fotografiado este jueves en el Senado, en Madrid. |

Ximo Puig (Morella, 1959), fotografiado este jueves en el Senado, en Madrid. | / JOSÉ LUIS ROCA / ALFONS GARCIA

Alfons Garcia

Alfons Garcia

La Torre Eiffel al fondo y los tejados de pizarra de la estampa clásica del viejo París. Es lo que ve desde su despacho en la embajada española en la OCDE, el destino desde principios de mes del expresident de la Generalitat. Aún no ha hecho la mudanza. Le faltan recuerdos personales y libros. Carga con el de Timothy Garton-Ash sobre Europa, su lectura del momento. Está solo, pero empieza a adquirir rutinas, como pasear la ciudad al caer la tarde. La tierra le persigue. Hace unos días se encontró con una exposición de Joan Genovés. «Gran tipo». Y algunos empleados de la embajada son de origen valenciano. Incluso puede hablar la lengua de casa. Lo cuenta a través del teléfono antes de encarar la entrevista, mientras comenta su preocupación ante las elecciones europeas y «esa situación casi de inevitabilidad del triunfo de la extrema derecha». El «edulcoramiento del pasado», dice, es otro de los rasgos de este presente convulso que lleva mal.

¿La distancia aclara la vista sobre la vida española?

La distancia no es el olvido, pero siempre se puede objetivar más y hacer análisis menos comprometidos con el día a día, pero nunca seré indiferente a lo que pase en la Comunidad Valenciana.

¿Ha aprendido algo de estos meses posteriores a la derrota electoral?

La vida es un aprendizaje continuo. El sabor es agridulce porque encuentras comportamientos personales inimaginables en lo positivo y más imaginables en lo negativo.

Olvidos, entiendo.

Sí, pero no ha sido un periodo traumático

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Quería pensar que nuestra acción de gobierno tendría un mejor resultado electoral, que fue bueno, el mejor del PSPV en 16 años, pero no fue suficiente y lo primero que hacemos los demócratas es aceptar los resultados. Lo increíble es que haya un partido que cuando pierde las elecciones nunca lo acepta.

¿El PP?

Sí. Todos sabíamos lo que iba a pasar, el acuerdo entre la derecha y la extrema derecha, pero la aceptación es fundamental. Por eso desde esa misma noche intenté contribuir a la institucionalidad, que es la base de la convivencia. Y por eso es tan lamentable que desde 2004 en España el PP no haya aceptado el resultado electoral cuando pierde.

¿La etapa actual de la política española le recuerda a aquella del ‘váyase, señor González’ de la etapa final de Felipe?

Si se me permite, con dos huevos más. La crispación que está provocando la derecha con el componente de la hegemonía cultural de la extrema derecha hace que estallen las costuras de una convivencia sana. Afortunadamente, la realidad de España no es la de Madrid y todo ese sistema mediático y político. Pero la hostilidad y la deshumanización contra el presidente Sánchez solo es comparable al trumpismo.

La España de hoy es bastante mejor social y económicamente que la de la Transición. ¿Pero el ambiente político es peor?

Ha habido siempre conatos de mayor confrontación, pero los escenarios no son comparables. España está viviendo probablemente el mejor momento de su historia por los avances sociales y los parámetros de empleo, pero al mismo tiempo tenemos este estado del malestar y, aunque no solo hay un vector que lo explique, creo que está muy vinculado a la inseguridad y la aceleración de los cambios: una amplia parte de la ciudadanía puede pensar que queda fuera. Combatir a la extrema derecha es combatir las causas que provocan ese malestar.

¿PP y PSOE han de entenderse más pronto que tarde para moderar la discusión pública?

Es necesario que haya puntos de encuentro, pero no se puede tener una situación de equidistancia entre los dos comportamientos. El Partido Socialista puede hacer más, seguro, para intentar buscar esos puntos de encuentro, pero quien no acepta el resultado electoral y está permanentemente deslegitimando al Gobierno es el PP. En 2004 y la victoria de Zapatero se puede residenciar la primera gran no aceptación de un resultado electoral.

¿En ese contexto, tiene mejor opinión de Pedro Sánchez ahora que hace nueve años, cuando llegó a la Generalitat?

Le conozco mucho más. El liderazgo que ha ejercido en los últimos años es admirable por lo que ha representado, más allá de que hayamos podido en momentos determinados tener diferencias. Ha devenido un liderazgo a nivel europeo muy potente. Aquí lo veo en el poco tiempo que llevo.

¿Pese a la ola de antisanchismo en España?

No es un fenómeno solo español. El trumpismo afecta a muchas sociedades. Hay un hilo conductor. El problema es el papel que juega la derecha democrática. Para mí, es lo más desconcertante. No solo en España. ¿Dónde están voces como las de McCain en EE UU? No reconozco al Feijóo que conocí como presidente cuando le oigo ahora.

¿Diría que en estos meses ha sufrido dos derrotas: la electoral y luego que el partido le indicará que lo mejor era dar un paso al lado?

No. La derrota electoral no la he vivido como un fracaso. Creo que trabajamos bien, logramos un avance en todos los indicadores. Salimos del pozo juntos y gestionamos la pandemia. Lo que hubo es una atmósfera política nacional que ahogó el debate valenciano y que nuestros socios no tuvieron un buen resultado. En el ámbito del partido tuve un periodo de reflexión y la decisión la he tomado yo. Otra cosa es que otras personas pensaran que tenía que tomarla. Creo que he hecho lo que convenía más a la C. Valenciana.

¿Esta etapa en la OCDE la vive como una despedida de su carrera política?

No lo sé. La vivo simplemente como una nueva oportunidad de intentar ser útil aprendiendo y aportando. Aquí muchas veces se articula un discurso muy alejado de la praxis y ahí es donde puedo aportar. Voy a estar un tiempo [en la OCDE] y después ya veremos. Yo me siento con ganas de trabajar y aportar, y estoy vivo.

¿Sería posible un regreso a la primera línea política?

No tengo ni idea de lo que voy a hacer en el futuro. Puedo tener mis planes en lo personal y sí, volver a la C. Valenciana, sin duda.

Le decía lo de la primera línea política…

No lo veo en este momento. Estoy centrado en la OCDE y, en lo demás, apoyaré lo que pueda.

¿Ha hablado con Pedro Sánchez de Diana Morant como líder del PSPV?

En su momento, pero no hace falta que le hable, porque la conoce bien. Hay una coincidencia en que es un activo, un valor y una oportunidad para relanzar el proyecto socialista en la Comunitat.

Le hago un relato y me dice si se acerca a la realidad: Sánchez habla con usted, le pide que considere dejar paso, le consulta qué opción le parecería mejor para la sucesión, usted dice que Diana Morant, y él replica que ningún otro nombre le hubiera gustado más.

No voy a relatar conversaciones privadas. Al final, más allá de todos los intercambios de opiniones, la decisión importante la toma Diana Morant, que es la que decide encabezar este proyecto en un momento complejo.

¿Llega tutelada por Ferraz?

Los procesos de toma de decisión se pueden producir de una manera más o menos abrupta. Y los procesos deliberativos para un mayor acuerdo hay que considerarlos tan válidos, y más en estos momentos de tanta confrontación y alejamiento de la política. Que se llegue a acuerdos es madurez democrática.

¿Le ha dado algún consejo?

No. Siempre le diré lo que pienso si quiere. Creo en su liderazgo y va a ir afianzándose. Y para ese liderazgo, está bien escuchar a todos, pero tú tienes que tomar tus decisiones.

No ha sido votada por la militancia.

Si no tuviera el respaldo de la militancia no sería la secretaria general. Tiene el respaldo a través de miles de avales y por el proceso de deliberación previa. A mí me obsesionaba que no volviéramos a repetir los errores de 1995 y creo que no se han cometido. Pero bueno, eso no te garantiza nada, solo empezar bien. Hay muchísimo trabajo por delante.

Los datos indican que ganar es complicado para el PSPV. Y también recuperar la Generalitat.

Siempre es muy difícil, pero se puede. Hay tres palancas. Una es la acción del Gobierno de España en la Comunitat Valenciana y lo que significan sus políticas sociales y económicas. La segunda tiene que ver con hacer una buena oposición, útil, no destructiva como la que hay en España. Un tercer aspecto es la conformación de la alternativa. Y todo desde un partido que pone el interés de la C. Valenciana por encima del propio.

¿Ve riesgo para el perfil federalista y valencianista del PSPV en el futuro, tal como van las cosas en la política española?

Estamos más cerca de una visión plural y plurinacional de España ahora que nunca. Hemos dado pasos adelante y esta es la España real: plural, diversa. El PSPV debe jugar un papel importante porque puede unir a visiones diferentes de las nacionalidades de España.

¿Carlos Mazón le ha sorprendido al asumir algunas banderas sociales de la izquierda?

No veo ninguna bandera de la izquierda que haya asumido.

Parecía que se iban a reprivatizar hospitales y el mensaje del Consell no parece que sea ese. O la renta básica.

Hay que ser muy cauto respecto a los procesos de desprivatización que inició el Botànic. No toda la sanidad valenciana volverá a ser pública como habíamos planteado y hubiera sido así en 2026. Una cosa es que no se haya tirado atrás todo el proyecto, pero mire, la respuesta de la empresa concernida ha sido bastante diferente ahora haciendo lo mismo.

¿Cómo definiría esta etapa de la Generalitat de PP y Vox?

No me corresponde hacer una labor de oposición que hacen bien mis compañeros, pero me produce tristeza la hegemonía cultural de la extrema derecha en este proyecto político.

En diciembre, en el comité del PSPV, dijo que en la gestión y les faltó visión anticipatoria. ¿Menospreciaron a Mazón?

Menospreciar nunca. Pero es verdad que el resultado electoral probablemente tiene más que ver con otras circunstancias.

La gigafactoría, que podría definirse como el gran proyecto y legado de su etapa, no dio réditos electorales. ¿Lo entiende?

La acción política no tiene que estar medida permanentemente en el resultado electoral. Intentar convertir en votos toda acción política la debilita. Hay que intentar gobernar pensando no solo en las próximas elecciones sino en las próximas generaciones. Hubiéramos podido hacer una política más populista, seguro que sí, ahora se ve lo que pasó en las residencias, yo puedo dormir con la conciencia tranquila todas las noches, porque hicimos todo lo posible.

¿Volvería a hacer todo lo que hizo en la pandemia?

La base, la corresponsabilidad de la sociedad en un proyecto de poner siempre las vidas humanas por encima de cualquier otra cuestión, seguiría siendo la misma. Ahora, sabiendo lo que sabemos, algunas cosas las hubiéramos podido hacer mejor, claro.

¿Koldo García o José Luis Ábalos llamaron a su puerta en algún momento para ofrecer algo?

No, nunca.

¿Ha hablado con Ábalos después de todo el escándalo?

No, no.

¿Cómo cree que queda políticamente?

No sé. Me gustaría que rectificara, porque creo que una persona que ha tenido tanta responsabilidad en el PSOE sabe qué hay que hacer en cada momento, más allá de que pueda parecerle más o menos justo.

¿Se refiere a la decisión de irse al grupo mixto?

Sí. Lo vivo con dolor.

¿Este caso y el de la pareja de Ayuso son dos caras de la misma moneda?

No me siento representado en eso del ‘tú más’ y el ventilador como forma de hacer política. Lo que ha pasado en la Comunidad de Madrid es de una enorme gravedad, como lo que ha hecho el personaje en cuestión. Es aprovecharse de estar en círculos cercanos al poder para conseguir beneficios propios y en un momento de especial gravedad. No tengo palabras para calificarlo. Frente a la corrupción, la cuestión básica es cómo se responde. Y el Partido Socialista ha respondido con contundencia. El PP ha respondido arropando una conducta que para cualquier persona razonable es indignante e indecente.

¿Ha relacionado en algún momento estos casos con lo sucedido con la empresa de su hermano Francis?

Es que cualquier comparación es terriblemente absurda. Cualquier actividad ilícita que haya hecho esa empresa tiene que estar sometidas a las mismas reglas que cualquier otra, pero lo evidente es que la Generalitat nunca hizo nada, como se ha demostrado.

Si mira hacia el pasado, ¿el desgaste y la ruptura emocional con Mónica Oltra explica en parte el final del Botànic?

Las causas fundamentales de la derrota no son fundamentalmente internas. Tuvimos como gobierno nuestras debilidades y hubiéramos podido mejorar en muchos ámbitos. No es ningún discurso de autosatisfacción. En el caso de Oltra, fue decisiva su aportación para el cambio y siempre recordaré en positivo el tiempo que compartimos. Fuimos un ejemplo de gestión de la diversidad. Probablemente el que mejor funcionó en España en su momento: supimos articular un gobierno que pensó siempre en el interés general y en la mayoría social.

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