Mónaco celebra hoy la entronización del príncipe Alberto II, quien tras reconocer públicamente a su hijo ilegítimo Alexandre, pretende abrir una etapa marcada por la ética y la transparencia en La Roca. Tres meses después del fallecimiento de Rainiero III, los monegascos se disponen a celebrar la ascensión simbólica al trono de su hijo, Alberto II, quien ejerce como monarca desde la muerte de su padre, el pasado 6 de abril. Por deseo de Alberto, su entronización será «una comunión con la población monegasca» y una «fiesta de familia», por lo que las personalidades y jefes de Estado han sido emplazados el próximo 19 de noviembre para la coronación.

La ciudad se ha engalanado con banderas y estandartes rojiblancos con el anagrama del príncipe -dos A entrelazadas y una corona encima- para este día histórico, al que sólo están invitados los monegascos, sus parejas y sus hijos, y que consta de tres actos: una ceremonia religiosa, celebrada a partir de las 10.30 hora española por el arzobispo de Mónaco, Bernard Barsi, en la catedral de la Inmaculada Concepción; otra civil a las 16.00, en la plaza del Palacio, donde el príncipe Alberto pronunciará un discurso, y finalmente un concierto, seguido de fuegos de artificio y un baile nocturno en la explanada del puerto.

A la catedral, donde están enterrados Rainiero III y la princesa Grace Kelly (esposa de éste y madre de Alberto), que falleció en 1982 en un accidente de tráfico, sólo accederán los monegascos que tengan una invitación expresa del Principado, que ha aumentado su plan de seguridad «Vigirenfort» al nivel de «reforzado», tras los atentados de Londres.