«Desgraciadamente, se puede amar a dos personas a la vez», sostiene Diane Brasseur frente a la eterna pregunta mil veces abordada en el cine y la literatura, pero ella lo hace desde un prisma diferente y «sin ningún juicio moral» en su primera novela: Las fidelidades.

Esta francosuiza en la treintena se mete en la piel de un hombre de 54 años, bien situado, aún atractivo, que comparte su vida de lunes a viernes con su joven amante en París, donde tiene su despacho, y los fines de semana con su mujer y su hija adolescente en Marsella (sur de Francia), donde está su hogar.

Una historia triangular de las muchas, «más de las que nos imaginamos», que Brasseur «sospechaba» que existían antes de escribir su relato y que ha «constatado» después por las confesiones de sus lectores con los que ha departido en persona o por escrito, según cuenta en una entrevista.