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Opinión

¿A qué estamos jugando?

Hoy, día 29, conmemoramos el día internacional sin juego de apuesta. No lo celebramos porque no hay nada que celebrar. Cuarenta años después de su legalización, en nuestro país las empresas del juego siguen «fidelizando clientes», personas gravemente afectadas por este trastorno, ante la pasividad de los poderes públicos, excepto, claro está, las haciendas públicas, que siguen recaudando importantes impuestos por este medio, que constituye la desdicha para muchos españoles. Y todo ello a pesar del reconocimiento internacional del juego patológico como adicción.

Este día «sin juego», lo más probable es que, como cualquier otro día, continúen jugando algunos millones de ese 76% de nuestros ciudadanos, mayores de 18 años, que se iniciaron en torno a la veintena de edad. Lo más preocupantes es que, casi un 30% de los de entre 15 y 17 años, lo habrá hecho en el último año, tal como constatan las encuestas. Este día, como cualquier otro, se incumplirá reiteradamente el horario de protección para menores en los partidos de fútbol, incitándoles constantemente a apostar. Continuarán emitiéndose anuncios cuyos protagonistas, deportistas famosos, líderes juveniles y «modelos a imitar», celebrarán, divertidos, las ganancias obtenidas en partidas de póquer. Y por si no era suficiente con tropezar con la infinidad de máquina tragaperras, ubicadas en casi la totalidad de los establecimientos de hostelería, este día también un 12% de nuestros menores jugadores desviarán su uso cotidiano de Internet hacia las apuestas online con solo apretar una tecla. No le perdamos la cara a esta modalidad que incrementa vertiginosamente, año tras año desde su legalización, tanto la recaudación como el número de usuarios y la adhesión de sus «clientes».

Al día siguiente, como cada día, nosotros, las organizaciones que, cotidianamente, compartimos la angustia de las familias, recibiremos a un padre o madre abatidos y sorprendidos y a un joven a la defensiva y avergonzado, que se inició en las apuestas, con la «mala suerte» de tropezar con una tragaperras, una ruleta, un salón de juego o un «rasca» y conseguir un dinerillo, siendo menor o recién inaugurada su mayoría de edad en los juegos aludidos, que poseen el mayor potencial adictivo, o a golpe clandestino de ratón en las apuestas online que lo ofrecen todo al amparo de la intimidad. Un 2,5% de ellos, miles por tanto, estarán en riesgo de ver su vida interrumpida, perdiendo mucho más que dinero: su autoestima, su dignidad; sus relaciones y su futuro social y académico, a cambio de ese «becerro de oro» que promete dinero fácil??

No, no celebramos este día. Lo hacemos cuando, con ellos, compartimos la alegría de la recuperación; cada vez que prevenimos el trastorno en nuestras escuelas de madres y padres y, esperamos celebrar algún día que las instituciones públicas tomen las medidas preventivas necesarias en evitación de tanto sufrimiento. Algunas tan sencillas como ubicar un terminal informático, como en bingos y casinos, que impida la entrada impune de menores y de quienes, voluntariamente, se han excluido del juego de apuesta, en los salones de juego. Esperamos y deseamos que usted pueda celebrarlo con nosotros, siendo un modelo coherente en su relación con los juegos de apuesta; dialogando con sus hijos respeto al riesgo de estas actividades y acudiendo a nuestro servicio de orientación si tuviera dudas al respecto.

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