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Borja Susilla: «Es increíble tener una estrella con un restaurante de 67 m2»

Cuando idearon la reforma del restaurante Tula en Xàbia, dijeron que querían que fuera como un salón de casa

Borja Susilla: «Es increíble tener una estrella con un restaurante de 67 m2»

P Tres años de restaurante y una estrella Michelin. ¿Es una locura?

R Es increíble, la verdad, es muy poco tiempo y en un restaurante muy pequeñito, de 67 metros cuadrados, con siete mesas y un equipo de cuatro personas que es como una familia. Es un logro y estamos muy felices.

P Tanto Clara Puig como tú sois cocineros, pero ella está en sala y tú en cocina.

R Sí, los dos lo somos. A ella le gustaba mucho la sala y llegó un momento en que nos dimos cuenta de que quizá para llegar a la excelencia que queríamos, aunque el restaurante fuera pequeño, hacía falta controlar muy bien las dos zonas y ella decidió salir fuera. Es muy aficionada al vino e hizo cursos de sumiller. Lo bueno de Clara es que hace sentirse muy bien a la gente en la sala y tiene toda la formación de una cocinera, por lo que cubre las necesidades gastronómicas del cliente.

P ¿Os conocisteis en la cocina de Quique Dacosta?

R Eso es. Yo trabajaba allí, ella llegó de prácticas y nos conocimos trabajando y viviendo juntos. Y de eso hace ya siete años..

P ¿Sois pareja profesional y también sentimental?

R Sí, claro. Nos conocimos un 1 de septiembre de 2012 y el 18 estábamos saliendo juntos. Y desde entonces. Los dos somos unos apasionados de la cocina, nos encanta, aunque tengamos otras formaciones: ella es abogada y yo vengo de la publicidad y el marketing, pero decidimos dedicarnos a esto junto. Esto une mucho, es una manera especial de tener pareja porque pasas mucho tiempo y al final es lo que da un poco de magia a Tula. Y si nos enfadamos, cacerolas no nos faltan (risas).

P ¿Dacosta ha sido una gran influencia?

R Total. Quique Dacosta y también Juanfra Valiente, que es su jefe de creatividad en el restaurante. Esas dos personas han sido las que más han influido en mi carrera, junto a mi abuela Tula, que era cocinera, y por eso se llama así el restaurante. Quique y también los compañeros que nos arropan, porque en Xàbia Alberto Ferruz es como un gran padrino que nos lleva de la mano.

P Le dijiste algo a Quique Dacosta al ir a recoger tu estrella...

R Yo solo le dije «gracias» y él me dijo: «Te lo mereces. Eres muy grande».

P ¿Cuál es la clave para tener la estrella Michelin?

R Me encantaría dártela, pero no la tengo. Solo sé que lo que hacemos es tener una pequeña casa de comidas actualizada en la que ponemos mucho cariño y queremos que eso se haga notar: excelencia y trato muy cercano con el cliente. Cuando hicimos la reforma de Tula con nuestro amigo David dijimos que queríamos un salón de casa porque nos gusta recibir a la gente. Recibir, darles de comer y que se sientan como en casa. Al final lo que hacemos es tratar a la gente como si diéramos de comer a nuestros padres cada día y cocinar como si lo hicieras para tus hijos.

P En la gala se dijo que hacéis «platos tradicionales magníficamente actualizados».

R Nuestra idea es un poco recuperar esa cocina de la Marina Alta desde nuestro punto de vista -el de un alcarreño de familia palentina- y en Xàbia he encontrado ese recetario popular, que no es tan marinero como la gente piensa, sino de temporada. En Xàbia tenemos el mar delante y la sierra detrás, que me hace recordar mucho a platos tradicionales de mi tierra, a platos con los que he crecido viendo a mi abuela, y no sé si los actualizo pero sí me inspiro en esos sabores, para que la gente sienta que come con los mismos productos que utilizaban sus abuelos para cocinar, pero a día de hoy. Y ser de fuera me permite cocinarlo y verlo desde un prisma que no me obliga a nada, simplemente a cocinar con lo que tengo al lado. Procuramos hacer una cocina muy marinera, en otoño muy de casa, y con lo que tenemos cada día.

P ¿Qué toca ahora, trabajar más?

R Seguir igual. Imagino que este año será como un agosto permanente, pero en Tula no va a cambiar nada. Se va aumentar un poco la bodega de vinos pero era algo que ya estaba previsto hacer desde junio y luego el verano se nos vino encima. Tula seguirá igual, un sitio pequeño, y como ayer me dijo Alberto Ferruz, «la estrella te la han dado por lo que haces, no por lo que vas a hacer».

P La Marina Alta es un epicentro culinario. ¿Hay un efecto contagio?

R Claro que se contagia y te anima. Tenemos también cerca a Nazario Cano (una estrella), sitios sin estrella como La Perla, el bar El Trinquet o Santos Club, que son increíbles y dan ganas de remar juntos por una zona, y te hace sentirte de esa zona.

P En la Marina Alta hay 12 estrellas y 16 en la provincia. ¿La cocina alicantina vive días de gloria?

R Sí y ojalá dure mucho. Vivimos unos tiempos muy, muy buenos, en los que se siente que se está cocinando y haciendo las cosas bien. Y que te reconozcan en una guia tan exigente como la Michelin algo quiere decir de los productores de la zona, de los clientes y de los cocineros.

P ¿Por qué os quedasteis en Xàbia?

R La familia de Clara siempre había veraneado en Xàbia, la madre de Clara se jubiló aquí también y cuando tuvimos la idea de montar un proyecto personal Xàbia fue la opción que se confirmó, la otra era Madrid pero ninguno de los dos somos muy de ciudad y la calidad de vida de Xàbia y su gente es increíble y no lo dudamos.

P ¿La chaqueta Michelin te la enfundaste tú pero es compartida con Clara?

R Claro que es de los dos, más suya que mía (risas). Yo no sería nada sin Clara y cubre todo lo que no tengo. Un restaurante donde solo se cocina no es un restaurante, es un lugar donde solo se cocina.

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