Rosana Antolí acaba de inaugurar en Oporto su primera exposición individual Spit, Drink and Cry (Escupe, bebe y llora). En ella muestra sus trabajos más recientes producidos alrededor de varios ejes sobre los que pivota su investigación artística: el movimiento y la coreografía social, la ficción o la ciencia ficción y lo fluido, lo acuoso, como estado mental.

Esta muestra supone un doble comienzo para la artista alcoyana afincada desde hace años en Londres: se trata de su primera vez en Portugal, a través de la galería Lehmann + Silva, y de su primera muestra tras el confinamiento por la pandemia del coronavirus, en un momento plagado de incertidumbres.

«Al principio no sabía si iba a poder desplazarme para montar, ni si podría hacer una performance -una práctica artística constante en su obra- en vivo», explica la alcoyana, que pudo montar sus obras pero la parte performativa -llamada I will give you the sea (Te daré el mar)- la realizó en vídeo desde su estudio con una grabación en loop o en bucle que se expone en la sala.

«La pandemia influye en la obra porque la performance, el trabajo en vivo, ahora tengo que replantearlo porque no puede hacerse en estos momentos, lo que me lleva a estudiar otras fórmulas y a jugar con nuevas vías digitales, que por otra parte llegan a un mayor número de gente y le puedes sacar más partido que cuando lo haces en vivo restringido a unas personas», argumenta Antolí.

Algunas de las piezas clave de Antolí que se exhiben en Oporto.

La exposición instalada en Oporto presenta «un ecosistema» de diferentes obras de arte que se mueven a través del dibujo, la pintura, la escultura y el vídeo, y todo ello conforma una narrativa de ficción entre los objetos escultóricos y el cuerpo humano (digital) en movimiento sin fin.

El agua como catalizador de movimientos es un tema en el que trabaja desde hace tiempo Antolí: «Los cuerpos acuosos, lo fluido como un estado mental que responde a temas ecológicos y a lo absurdo que a veces tiene mi trabajo con tanta repetición de movimientos. El agua va paso a paso evolucionando con mi obra y ya es todo acuoso en ella: no hay límites, todo fluye en continuo movimiento, hay libertad y variación de formas».

La artista recuerda que «somos un 90 por ciento de agua y estamos en continua relación con ella, entra, sale y vuelve a entrar en nuestro cuerpo. Somos todo fluido y de ahí el título de escupir, llorar y beber».

La muestra recoge tres piezas clave de su trabajo encargadas por CentroCentro Madrid, la Fundación Joan Miró en Barcelona y la Tate Modern en Londres e incluye tres nuevos trabajos que representan su investigación en curso sobre ecología, cuerpos acuosos y su relación con el arte y la coreografía.

La artista, junto a la escultura que homenajea a las víctimas del Covid

Tras esta exposición, que se puede contemplar hasta el 9 de enero, la alcoyana exhibirá Chaos Dancing Cosmos el Museo St Albans de Inglaterra y en marzo participa en una colectiva en el museo CAAM de Gran Canaria.

Hasta el 8 de enero, participa en la colectiva Tierra y refugio de la galería Luis Adelantado y desde octubre se exhibe en L’Umbracle de València de forma permanente su escultura En record de la terra, encargada por la Generalitat para homenajear a las víctimas del Covid. «El proceso fue intenso pero ha sido muy emotivo hacer esta obra, que surge de algo tan doloroso como el sufrimiento de tanta gente por la pandemia. La obra debía casar con el espacio para que pudiera ser transitada, y debía ser cálida, no podía quedar en algo decorativo», afirma.