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LA PLUMA Y EL DIVÁN

Sobre la inconsistencia

Sobre la inconsisteNcia

Nos pasamos gran parte de la vida buscando la estabilidad. La sucesión comienza con los primeros pasos intentando equilibrarnos para caminar sin caer, continúa con la adolescencia volcánica donde todo es contradicción y horizontes desdibujados, para seguir con la primera juventud donde todo se centra en ir a la caza desesperada de un trabajo.

Los siguientes escalones de la vida se acometen para intentar consolidar lo que hasta ese momento se ha conseguido y liberar unas cuantas luchas personales para conservar la economía, la salud y el bienestar alcanzado, cuestiones que pueden ayudar a mantener una simetría óptima con las emociones.

Pero no somos realmente conscientes de la fragilidad de los sistemas sociales, hasta que enfrentamos crisis que rompen o desestabilizan el curso normal de la vida cotidiana. Esta maldita pandemia que nos sigue asolando con pocos paliativos es una muestra fehaciente de que la realidad social se asienta en la inconsistencia.

Vivir en la inconsistencia puede significar que los medios de comunicación nos endosen diariamente una cantidad ingente de memeces interesadas que desvíen la atención de los problemas reales.

Que nuestros políticos sigan siendo incapaces de gobernar sin recurrir constantemente a las mentiras, las incongruencias y las contradicciones, manteniendo posturas imposibles de gobernabilidad para poder justificar los muchos errores y magnificar los escasos aciertos.

Que los derechos fundamentales se vean apagados, cegados o suspendidos amparándose en la necesidad de controlar a una minoritaria población disidente que incumple las medidas impuestas para reducir los problemas de salud, perjudicando a una inmensa mayoría de ciudadanos que cumple con sus deberes.

Que las responsabilidades asociadas a declaraciones políticas que llegan a perjudicar seriamente determinados mercados vitales para la economía, como el turismo, los alimentos o los automóviles, en un afán desmesurado de proteccionismo social, queden en la más fragrante impunidad.

Vivir en la inconsistencia puede significar que las previsiones de vida de los ciudadanos estén mediatizadas por decisiones manifiestamente interesadas o pseudocaprichosas de políticos, jueces y medios de comunicación.

Nos pasamos gran parte de nuestras vidas persiguiendo una quimera. La realidad social es una construcción inestable que depende de demasiados actores ajenos a nosotros mismos, lo que consigue llevarnos a un aturdimiento completo que deriva en malestar y desestabilidad emocional colectiva.

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