El cineasta ilicitano Chema García Ibarra reivindicó ayer rodar películas «fuera de los grandes circuitos culturales», para defender que ciudades como Elche, donde vive, pueden ser escenario de un filme por encima de barrios de Barcelona o Madrid, que «ya vale, es suficiente» con lo grabado hasta ahora. En una conferencia de prensa en Sevilla, García Ibarra ofreció detalles de su debut en el largometraje con Espíritu sagrado, una película que, dice, lleva mucho de él y de los cómics y libros de ciencia ficción que prácticamente eran su única lectura de joven, y que ha rodado íntegramente en Elche, «porque me interesa mucho rodar fuera de donde sucede todo habitualmente», explica. «Me gusta el acento, la música propia de los lugares, sacar el cine fuera de los sitios habituales», afirma, para detallar algunos secretos sobre su trabajo, como el poco material que desecha de lo que rueda, porque no le gusta «rodar cosas que no voy a usar en los montajes», además de que trabaja con celuloide, de modo que «cuando le das al botón de rodar van cayendo euros continuamente». El cineasta aplica en sus cintas muchas cosas que se va encontrando por la vida, como una escena en la que se echa tierra de una tumba encima de la cama para dormir bien, que ha extraído del libro La rama dorada, del antropólogo escocés James George Frazer. García Ibarra desarrolla una particular forma de ensayar, porque los actores leen el guión una sola vez, y a partir de ahí se comienza a interpretar en base a lo que se recuerda, y trabaja en intentar que pierdan el miedo al balbuceo o a no recordar el texto, «y una vez que dejas claro, fíjate tú qué cosas, que se cometen menos errores».